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Creo que sabes que hay un montón de mandantes reunidos en París para hablar de cosas que deberían hacer pero que no van a hacer jamás. Se juntan a menudo en varios contubernios con nombres y temáticas distintas, pero cada ciertos años encuentran un hueco en su apretada agenda de cumbres para celebrar otra más, en este caso, sobre el clima. Y siempre se dice que será la definitiva. Que es ahora o nunca. Y siempre es nunca y nunca es ahora. Y la verdad es que es raro.
Es raro porque esos señores y (pocas) señoras son gente que siempre ha estado preocupada por el bien común y nunca ha respondido a intereses particulares de ningún tipo. Quiero decir: seguro que Arias Cañete desea más que nadie que cambie el cambio climático y por eso, él que es comisario de Energía y Medio Ambiente de la UE, permite y promueve que su amigo y antiguo subordinado Manuel Lamela le convenza para que se abra en Salamanca una mina de uranio a cielo abierto. Sin duda, Hollande también es consciente de que hay que actuar inmediatamente y por eso ha mandado actuar de inmediato a sus fuerzas del orden más serviles y violentas para atacar, detener y humillar, con las medidas antiyihadistas recién puestas, a un montón de personas que llevan años trabajando de verdad para atajar el calentamiento. Nadie puede poner en solfa tampoco la buena fe de Angela Merkel, capaz de mirar mal con un ojo a Volkswagen por su fraude y envenenamiento masivo mientras con el otro hacía la vista gorda y con sus manitas movía los hilos del lobby necesario para que la UE rebajase las exigencias de contaminación para la industria que más pone a su país. Qué decir del currículo impoluto en materia medioambiental de nuestro candidato en ausencia: Rajoy nada más pisar París ha prometido una ley muy fuerte sobre cambio climático pero ha aclarado que no tiene previsto poner impuestos verdes y ha sido capaz de hacerlo sin que saltaran las risas enlatadas en la capital francesa. Y aquí paro de poner ejemplos. Podría seguir hablando de los allí reunidos pero me dice mi sarcasmo que mejor que cambie de párrafo.
En realidad, no es que estos mandantes sean mala gente. Es que los han dibujado así, como al Tío Gilito. Nuestros representantes representan en realidad a la codicia, que es la base de nuestro sistema económico. Por eso, hay que insistir en la auténtica verdad incómoda que nunca se atrevió a contarnos Al Gore: desarrollo sostenible es oxímoron.
“Los gobiernos nos instan al mismo tiempo a consumir más y a conservar más. Debemos reducir, reutilizar y reciclar las cosas que entran en nuestra casa y, también, incrementarlas, descartarlas y reemplazarlas”. Lo escribe George Monbiot en un atinado y documentado artículo en The Guardian. Y lleva razón, claro. Crecer es lo contrario de conservar. Lo sé porque a veces me miro al espejo.
Pero no sólo son los gobiernos. Es muy fácil y muy cínico echar la papa a los políticos. No. La culpa también es nuestra. La culpa es tuya. La culpa es mía. Sabemos lo que hay y a pesar de ello no hacemos gran cosa para cambiarlo ni insistimos para los que tienen mando lo hagan. Mira estas elecciones que se nos vienen encima. ¿Has oído algo de este tema en la boca de alguno de los pósteres andantes? No. Y no lo has oído porque no les hemos pedido que lo digan. No lo has oído porque ellos saben que tienen que hablar de lo que nos preocupa —pensiones, empleo, impuestos, fútbol (¿verdad, Rajoy?)— y saben que esto del cambio climático ahora mismo nos la trae al pairo. O nos preocupa pero no nos ocupa. Y aquí está la clave.
Yo, nosotros, ellos, nos hemos inventado las gafas perfectas para no ver. Decimos que no hay un Planeta B, hablamos del calentamiento de la Tierra, de clima, de medio ambiente… Ponemos el acento en el qué y en el dónde sin (querer) fijarnos en el quién y en el a quién. La Tierra ha sufrido tantos enfriamientos y calentamientos que ni considera estas decimitas como fiebre. A la Tierra se la sopla todo esto. Estuvo y estará aquí hasta que el Sol decida y una panda de humanos quemando petróleo no la van a alterar demasiado. Somos nosotros los responsables pero también víctimas. Nosotros somos los que ya estamos sufriendo las consecuencias y las sufriremos muchísimo más, que se va a poner muy feo: hambrunas, migraciones masivas, desastres naturales, pobreza extrema… Está muy bien que amemos la Naturaleza y que la queramos salvar de nuestras horribles acciones. Pero creo que empieza a ser conveniente dejarnos de mentiras cómodas y darnos cuenta de que también nos tenemos que salvar a nosotros mismos.
Creo que sabes que hay un montón de mandantes reunidos en París para hablar de cosas que deberían hacer pero que no van a hacer jamás. Se juntan a menudo en varios contubernios con nombres y temáticas distintas, pero cada ciertos años encuentran un hueco en su apretada agenda de cumbres para celebrar otra más, en...
Autor >
Pedro Bravo
Pedro Bravo es periodista. Ha publicado el ensayo 'Biciosos' (Debate, 2014), sobre la ciudad y la bicicleta, y la novela 'La opción B' (Temas de Hoy, 2012). En esta sección escribe cartas a nuestro director desde un lugar distópico que a veces se parece mucho a éste.
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