Katalunyasutra
Compendio y manual de posturas ante las terceras elecciones del año en el sur de Andorra
Guillem Martínez 12/12/2015
Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior
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Empieza a ser un lugar común oír que la sensación es que la campaña en Catalunya está siendo menos intensa que en el resto del Estado. Si se fijan, ahora que me fijo, lo importante de esta frase es el palabro sensación. Lo que nos lleva al peligroso mundo de las sensaciones. Es decir, del humo. Como ya sabrán, en fin, salvo unas cuantas sensaciones --las únicas objetivas: la sensación de hambre, de frío, o de cariño-estoy-más--caliente-que-el-asfalto-en-Écija--, el resto de sensaciones humanas son relativas o, incluso, permeables a la sugestión. Y, por todo ello, deconstruibles. Si se deconstruye la sensación de desconexión de la sociedad catalana frente al 20D uno encuentra, a), lo que sea/lo que quiera, sí, pero más aún, b), una desconexión notoria por parte de los medios públicos y concertados, que están viviendo una Edad de Oro creativa, únicamente comparable a la Atenas de Pericles, o a la Brunete durante su época azul/titadine. Lo que es una pena. Los medios barceloneses gozaban de una mayor amplitud y posibilidades --relativas, si bien en ocasiones gratificantes-- que los madrileños. Por supuesto, eso no se debía al ADN, o a una cultura más abierta. Símplemente, a que los medios barceloneses estaban más alejados físicamente del poder. Unos 600 Km. Por lo que sea, snif, eso ya no es así. Verbigracia --no se lo pierdan--: medios como TV3 --durante años, aun a pesar del Pujolato, una especie de BBC latina, el único acceso razonable a una tele pública en un país católico--, no dijo ni mu sobre el debate de Atresmedia. Únicamente aludió al asunto más tarde, rapidito y presentando la cosa como debate entre "els candidats espanyols"/un horizonte lejano De la realidad catalana, fiel a otro poder. Esa misma alocución la utilizó también La Vanguardia, un diario fiel a sí mismo desde el siglo XIX, cuando fue fundado por dos pollos de uno de los partidos de la alternancia que, precisamente, querían ganar unas elecciones.
Bajo la sensación de baja intensidad fluye, por tanto, una intensidad mayor y más divertida. Incluso trascendente. Lo que pase el 20D será determinante para ver si el Procesismo --esa industria político-periodística-- muere de risa o de llanto. El Procés, en fin, es una construcción cultural vertical, únicamente posible en España. Es, por tanto, algo tan español como esos cubitos de hielo gigantescos que te ponen para ahorrarse el Seagram's. Y, por ello, más relacionable con el 20D que con las legislativas mexicanas. El Procés, tal y como se ha ido arrastrando desde 2012, necesita saber qué pasará el 20D para determinar si puede seguir como opción dramática y teatral, o si puede empezar a replegarse o a formalizarse, bien hacia un referéndum pactado --una opción de ampliación de la democracia, que entrañaría cambios estructurales, no prevista por ningún partido de la Restauración 2.0, incluido a CDC, el más cachondo--, bien hacia todo lo contrario: un pacto a la baja en las alturas --única opción de vida para CDC--. Sobre esas posibilidades reales, que ignoran la épica y los unicornios que los medios catalanes del ramo power ofrecen al hablar del Procés, está transcurriendo la campaña en Catalunya, que les resumo en todos sus tramos, empezando por la siempre entrañable derecha.
PP, O HACER CAMPAÑA VÍA WIJA. El candidato del PP no es otro que Jorge --o Jordi, según la consigna del día-- Fernández-Díaz. Ese hombre, que ya ha delegado algunos negociados de su ministerio a la Virgen, parece que también ha delegado piadosamente en ella esta campaña. No se le ve mucho en campaña, al menos. De hecho, su partido no es muy perceptible. Sí, vale, en los 90's descubrió que era el único partido que podía acceder al Gobierno sin votos en Catalunya, y que para ser mayoría sólo necesita la sorialización de España, un servicio, por otra parte ofrecido desinteresadamente por la Ley Electoral. Pero lo de esta campaña ya es de película de miedo. La sensación es que ha sido abducido. O, más plausiblemente, que es un partido residual. Una especie de UPyD gestionado, a su vez, por la Virgen. La Cámara de Turismo de Barcelona, en ese sentido, podría ganar una pasta vendiendo packs de fin de semana, para que ciudadanos españoles pudieran ver una sociedad sin PP, y sacarse fotos y explicárselo a su cuñado. El PP sólo existe en los medios. Y desde ahí se comunica. Es así como va colando en esta campaña las ocurrencias, que le vienen vía Comisariado de Propaganda madrileño, en la prensa. La última, para troncharse: supresión del IRPF para los mayores de 65 que aún trabajen. Una lastima que en Catalunya sólo haya un Fainé --presi de La Caixa, cercano ya a esa edad indefinida propia de la mojama; es tan rico y viejo, en fin, que cualquier mañana, cuando le vayan a despertar, descubrirán que se ha convertido en andorrano--, que si no arrasan.
C's CON LA BOCA CERRADA ESTÁ MÁS MONO. La campaña de C's, como la de otras entidades ambiguas que en el mundo han sido --recuerden el KKK--, parece apostar por el silencio. En toda la geografía. Un partido que nació, explícitamente, para realizar una batalla lingüística en Catalunya --una cruzada, ese mito de la ultraderecha local-- ha tenido, de hecho, que inventarse un discurso a toda leche para expandirse por el Estado. Aunque cueste creerlo, es más dulce que el fundacional, pero en contrapartida no es muy amplio, y al parecer se está agotando en esta campaña, en la que Rivera, si no quiere someterse a significados no previstos, tendrá que acabar hablando por señas. O, en su defecto, seguir metiendo la pata, ese efecto colateral de tener como uno de sus principales patrimonios el corpus léxico del PP de entre siglos, que protagonizó aquella revolución lingüística que le permitió acometer temas y mitos pendientes de la derecha, a través del vocabulario de la izquierda. La apuesta por el silencio y la discreción es, por otra parte, una táctica absolutamente acertada y pertinente si pensamos que su número 1 por Barcelona no es otro que Juan Carlos Girauta. Una joya, pero, a la vez, una muestra estadística del cuadro medio de C's, ese partido que ha superado el récord mundial de formación de profesionales, antes en poder de Top Chef. Girauta ha sido candidato en varias ocasiones por el PP, tertuliano en aquella época en la que la derecha española le dio por la alocución hay-que-decirlo-sin-complejos y, glups, en el ya citado periodo titadine, que tanta literatura experimental creó. Consecuentemente a toda esa trayectoria intelectual, ha acabado siendo eurodiputado, concretamente --según me señala Josep Campabadal, ciudadanólogo, coautor del libro De Ciutadans a Ciudadanos--, del subsector que cuando toma la palabra en el hemiciclo, te hace comprender de repente que Europa se empezó a construir, no por el tejado, sino tal vez, snif, por el culo.
UDC, DE REPENTE EL ÚLTIMO VERANO. Duran i Lleida también se presenta. Es posible que, si le votan los mismos que en las autonómicas, entre. Si no entra, UDC desaparecerá. Si entra, no está claro que no lo haga. Parece ser que este partido, fundado en 1932, pero cuyo principal rol se produce desde los 70's, será el primer partido de la Restauración 2.0 en desaparecer. De una forma u otra, tiene que suceder lo mismo con el resto. La pregunta es ¿en qué partido serán depositados sus cuerpos?
EL ARTISTA ANTERIORMENTE CONOCIDO COMO CiU. La otra parte contratante del concepto CiU también está de campaña bajo el nombre artístico Democràcia i Llibertat. Los argumentos para concurrir a unas elecciones españolas no son muy claros. Ni su programa. Tan sólo sabemos que, en esta ocasión, CDC es socialdemócrata radical, que se sitúa a la izquierda de cualquier otro objeto, y que quiere, por tanto, defender a la ciudadanía de su obra anterior/de sí misma. Lo que tiene guasa. De hecho, su campaña consiste en explicar que todo lo que hizo fue obligado por el pack España. Se prevé un bajón de votos y de representación. Pero eso no es nada si pensamos que lo que antes fue CiU, en otra democracia, ya hubiera desaparecido, judicialmente, como la Democracia Cristiana italiana, o hervida en su jugo, como cualquier partido de gobierno que haya aplicado la austeridad en el Sur. Curiosidades: en la campaña de Democràcia i Llibertat se habla más de las CUP que de ningún otro partido. Y eso que las CUP no se presentan a las elecciones --parece ser, en ese sentido, que el grueso de la CUP votará a ERC, y que otras proporciones de voto se irán a En Comú Podem y a la abstención--. Esa fijación con la CUP es otro indicio de que esta campaña sirve a CDC para fijar marcos y verbalizarse. La cosa es que el Procés era imparable, siempre y cuando CUP hubiera votado a Mas. No lo ha hecho, por lo que las CUP deben entrar en el pabellón de catalanes poco ilustres, y el canon de la catalanidad debe seguir dentro del campo semántico CDC. Sobre el Procés, por cierto: a) este jueves pasado se cumplió, sin pena ni gloria, el plazo de 30 días, fijado en la resolución indepe del Parlament para, en efecto, emitir tres leyes que confirmaban que esto era un proceso, en efecto, indepe. No se han emitidoZzzzz. Ningún medio, por cierto, ha dicho nada. Por otra parte, este mismo jueves b) CUP y Junts pel Sí --qué lío, ¿no?-- retomaban la mesa negociadora para votar a Mas. Y parece que, c), no.
EL PSC, O VUELVEN LOS 80's. Si el PP opta por Fernández Díaz y la Virgen, el PSC va más lejos y apuesta por Carme Chacón, introductora en el biotopo del entrañable concepto desahucio exprés. En otra cultura política, la relación de Chacón con el PSOE no sería a través de una lista, sino a través del francotirador del PSOE. Su entronización como número 1 o es un error, o es otro indicio de que, como ocurre en los cuerpos terminales, el pack PSOE parece estar más gobernado por la dinámica que por la voluntad. El único partido del Sur que llevó a cabo una reforma constitucional para garantizar el pago de deuda, tal vez sin calcular que eso no sólo sería su fin, sino el fin del Régimen del 78, realiza su campaña como si nada hubiera cambiado desde 1978, si exceptuamos la legislatura de Rajoy. El resultado es una campaña --otra; lo hicieron ya en las catalanas-- de los 80. Con coreografías de los 80, con vocabulario de los 80 y con público de los 80 que, como le pasa a todo el mundo periódicamente, no puede creer que hayan pasado 30 años desde que era chachi. El PSC se ha centrado en el área metropolitana. Literalmente. Es decir, ha desaparecido de Barcelona, una ciudad en la que, al parecer, tiene poco que decir. Curiosidades: el PSC ha pasado un tanto, como todo el mundo, de Pedro Sánchez --ya tienen suficiente con lo suyo--, ha confiado más, se diría, en Susana Díaz --esa mujer que es tan de los 80 que se le está poniendo cara de Michael J. Fox-- y, en todo este periplo, ha descubierto una estrella, Miquel Iceta. Brilla en los actos, habla para todos los públicos, comunica --los grandes partidos no dicen, comunican. Diciendo lo mismo que los demás, no habla ni mueve las manos como todos los cuadros del PSOE desde los 80. Y es la pera, francamente divertido. Una especie de Antonio Baños del inmovilismo. Por todo ello --o vete a saber por qué; el PSOE ya no se explica a través del análisis-- el PSOE se lo rifa para hacer actos fuera de Catalunya. Se espera, por otra parte, un batacazo importante de la cosa PS en Catalunya. Si se confirma que también se producirá en Euskadi, en Valencia, en Galicia o en Madrid, el PSOE empieza a ser un partido con presencia sólo en donde puede costeárselo. Es decir, en Andalucía. Indicio de los análisis y estadísticas de que dispone el PSC: desde el minuto 1 de campaña, el PSC arremetió contra Podemos, mientras que el PSOE aún tardó unos días.
ERC, EL PELIGRO CATALÁN. En lo que puede ser un acierto o un error, ERC es el partido que más ha apostado por las posibilidades comunicativas del Procés. Es decir, por el humo. Su eslogan es 'Som República', que viene a confirmar que Catalunya ya es una república, que ya es indepe, y que van al Congreso como en su día tendrán que ir al Parlamento Europeo o a bombardear Siria. Por imperativo internacional. La cosa remite al Sinn Féin de Michael Collins, que sólo consiguió la independencia cuando empezaron a denominar a Irlanda República de Irlanda, y al Sinn Féin Gobierno de la República. Pero también remite a esa tradición española de confianza absoluta en el léxico, consistente en cambiar las cosas cambiándolas el nombre, es decir, no cambiando nada. Si Catalunya es el laboratorio más avanzado del fin del Régimen en España, no se debe descartar que esta tradición lingüística sea la que al final tenga éxito entre las izquierdas, ese objeto que, en ocasiones, se contenta mirando cual largo tiene el léxico, esa cosa más infinita que la realidad. La opción de triunfo a través de, únicamente, el léxico, sería el peligro catalán, exportable a otras izquierdas del Estado. Otra novedad es el cabeza de lista. Gabriel Rufián, otro producto del Procés. Es decir, alguien familiarizado con la creación de léxico como motor y como solución. Miembro de Súmate, asociación de castellano-hablantes por la indepe --coincidió allá con Baños--, su éxito indica el éxito profesional del procesismo, esa escuela léxica, esa manera de elaborar política en los medios --y, snif, en ningún otro sitio más--. Supone, de pasada, el éxito del charnego --esa cosa que antes sólo existía en la literatura, ahora existe también en la política, otra esfera irreal--. Será divertido --opción inglesa para decir que es muy posible que no lo sea-- ver cómo evoluciona el charneguismo en política, máxime si se piensa que el charneguismo no es una identidad, no es una lengua, no es un origen. Es, precísamente --al menos fue así en literatura--, rebeldía y ausencia de identidad, dos puntazos penalizados en la política española.
EN COMÚ PODEM, LA SORPRESA. En Comú Podem es una doble sorpresa. Su existencia ha supuesto un cambio vital en Podemos, que, zas, ha abandonado VistalegreZzzz y ha optado por la descentralización y la confluencia con cacharros extraños, en la tradición democrática local del siglo XIX --desde entonces, snif, no ha habido otra--. Y por la ruptura, palabro que había desaparecido un tanto del discurso. La otra sorpresa es la que está vertebrando la formulación catalana de la cosa en esta campaña, a través de actos sin el staff de Podemos --al contrario que en las autonómicas--, y con tecnología local, y en los que se percibe cierto desbordamiento. En los actos brilla con luz propia Xavier Domènech, cabeza de lista, historiador. Un hombre familiarizado con el republicanismo federal de Pi i Margall, aquella vía al Estado propio no por criterios nacionales o identitarios, sino democráticos, por pura desconfianza ante un Estado unitario y fuerte. La formación apuesta por un vocabulario diferenciado, que parece comerse con patatas las descripciones del Régimen --PP, PSC, C's y CDC-- y las Procesistas --ERC y, otra vez, CDC--, por una descripción de la crisis que no aparece ni en los medios ni en las instituciones. Y por una agenda de ruptura, por fin formalizada. Esta misma semana, Pablo Iglesias ha sacado articulete en El País explicando la cosa en 5 puntos: 1) ampliación de las vías de participación democráticas, 2) refundación de la justicia, 3) reformulación de lo que es corrupción, 4) ampliación de derechos sociales y su garantía en Constitución, y 5) plurinacionalidad y derecho efectivo a decidir, es decir, referéndums claros y vinculantes. La agenda no difiere mucho de la que formuló el 15-M. Las encuestas hablan ya de victoria de En Comú Podem en votos. Algunas sitúan a ERC como ganadora en escaños.
Empieza a ser un lugar común oír que la sensación es que la campaña en Catalunya está siendo menos intensa que en el resto del Estado. Si se fijan, ahora que me fijo, lo importante de esta frase es el palabro sensación. Lo que nos lleva al peligroso mundo de las sensaciones. Es decir, del humo. Como ya sabrán, en...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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