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--Pues así. Es que te lo estoy contando y no me lo creo.
--Pero habéis estado juntos un tiempo, ¿no?
--¡Cuatro años, cuatro! Menos mal que ya se acaba. En menos de dos semanas me dan la separación.
--Hija, con lo ilusionada que estabas cuando te casaste con él...
--Ya. Es que me cogió en el momento en que me encontraba más débil. Yo, en aquel tiempo, estaba muy enamorada de José Luis. Teníamos problemas, como todos, pero los afrontábamos. Todo se vino abajo cuando empezó a verse con aquella mujer alemana y les cogí aquella carta. Ese fue el final entre nosotros. Cambió, era otro, se comportaba de una manera tan diferente a como él era... Y mira que estaba enamorada, pero es que se convirtió en otro hombre... En ese momento llegó Mariano, que ya llevaba tiempo rondándome. Me lo puso todo tan de color de rosa... Me prometió que cuidaría de mí y de mis hijos, que miraría por su salud y por su educación. Que iba a volver a ser feliz. Total, que me ilusioné tanto que nos casamos. Por la iglesia, porque él es muy de curas y eso.
--¿Y qué pasó?
--Mira, fue casarnos y, al día siguiente, no te exagero, de lo que me prometió empezó a hacer todo lo contrario. Todo fue un camelo, una mentira. Solo me quería por lo que tengo; sólo buscaba su interés --tú sabes, dinero no, pero tengo mis cositas--. Enseguida se compró una tele de plasma. Eso y y leer el periódico ese de fútbol que leen en los bares. Eso es lo que hacía. De cuidar de mí y de mis hijos, nada. Todo lo contrario. Decía que yo había estado viviendo por encima de mis posibilidades y que había que apretarse el cinturón. Mis hijos acabaron como pudieron lo que estaban estudiando y se tuvieron que ir a trabajar fuera. Ahora vienen, por navidad. Que, por cierto, me encuentro con que, como han cambiado las leyes, no están cubiertos por la seguridad social por haber estado tanto tiempo fuera, mira tú...
--¿Pero en ningún momento le plantaste y le dijiste cuatro cosas?
--¿Que no? ¡Claro! Y ahí fue cuando empezó a ponerse violento. Yo, claro, viendo cómo había cambiado y lo mal que estábamos empecé a quejarme, hasta que un día me levantó la mano, lo que no me pasaba desde que me obligaron a casarme, jovencísima, ¡y durante tantos años! con aquel pedazo de... me voy a callar. Y ya no paró de reprimirme violentamente, así que lo denuncié por malos tratos.
--Uy, uy, uy...
--Bueno, pero tú no sabes lo más grande. ¿Te puedes creer que, ahora que sabe que el 20 de diciembre se acaba todo, está todo suave? ¡Incluso cocinando! ¡Él!, pidiéndome que vuelva a confiar y prometiéndome que está vez si, que esta vez va a cumplir. Vamos, de poca vergüenza. Además, como desde que nuestra relación se enfrió hay varios muchachos muy monos --y más jóvenes que él-- que están rondándome... ¡Vamos, que me estoy volviendo a ilusionar, mira! ¡Seré tonta!
--Pues así. Es que te lo estoy contando y no me lo creo.
--Pero habéis estado juntos un tiempo, ¿no?
--¡Cuatro años, cuatro! Menos mal que ya se acaba. En menos de dos semanas me dan la separación.
--Hija, con lo ilusionada que estabas cuando te...
Autor >
Pedripol
Apasionado del humor, una herramienta increíblemente potente, y del lenguaje. Jugar con ambos para hacer crítica, sátira política o humor sin más me apasiona. Mucho de ese juego lo apoyo en viñetas. ¡Y me encanta compartirlo con la gente!
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