En la imagen de arriba, Alberto Garzón, candidato de una fuerza exiliada a la Siberia de los porcentajes por todas las encuestas, repite en la calle para quienes se quedaron sin poder escucharle el mitin que acaba de dar en el interior del Teatro La Latina tras reventar el aforo. No es la primera vez que le ocurre en esta campaña ni es el único candidato al que le pasa. Algo se mueve. Algo está sucediendo en este país de cuarenta años de dictadura y otros cuarenta de bipartidismo. Algo está pasando desde hace tiempo en un país que se sienta frente al televisor los sábados por la noche y no encuentra a Belén Esteban, ni la noche de fiesta de José Luis Moreno, sino debates, a veces Estebanianos, pero debates sobre el día a día de la nueva política. Algo está pasando en un país que introdujo en su vocabulario por la puerta grande y sin pedir permiso a la RAE mediática conceptos que poco tiempo atrás sonaban a comuna hippy como transparencia, regeneración o bien común, palabras que entraron por una grieta de la España oficial un buen día de hace cuatro años, cogiendo por sorpresa a los dos gigantes oxidados, que no sabían si cerrar las grietas o dejárselas largas.

Algo está pasando en un país acostumbrado a elegir entre el caldo gallina blanca y el gallina negra, que de repente y como si tal cosa despierta una mañana con sus dos principales ciudades gobernadas por una jueza sin carnet de partido y una activista que hasta hace poco era detenida por la policía que ahora la escolta. Algo pasa en un país en el que Silvia sube a Lavapiés a tomarse unas cervezas y cuando baja de nuevo a Arganzuela lo hace con el voto cambiado después del mitin en la mesa de un par de amigos y estimaciones de escaños apuntadas en una servilleta. No tenemos un dictador que al morir haga que Arias Navarro nos dé la señal del comienzo de la nueva transición, pero algo está pasando en este país, algo que no vemos pero podemos oler. Decía el otro día Iñaki Gabilondo que estamos viviendo entre bostezos una época que algún día contaremos con emoción y lo define muy bien. Huele a yo estuve ahí.