1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

Tribuna

Refugiados, inseguridad, magia

Cuando se pone el foco sobre un adversario tangible, la intensificación del miedo se hace más soportable que los miedos nebulosos de origen desconocido. Incluso puede convertirse, perversamente, en una experiencia satisfactoria

Zygmunt Bauman 30/12/2015

<p>Bucle.</p>

Bucle.

La Boca del Logo

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Necesitamos tu ayuda para realizar las obras en la Redacción que nos permitan seguir creciendo. Puedes hacer una donación libre aquí

----------------------------------------------------------------------------------------------------- 

El Diccionario Oxford Abreviado define “seguridad” como “la condición de ser protegido de o no ser expuesto a un peligro”; pero, al mismo tiempo, como “algo que crea seguridad; una protección, guardia, defensa”: esto significa que, como esos términos poco comunes (pero tampoco tan raros) que suponen / dan pistas / sugieren / implican, la seguridad es una unidad orgánica cosida para siempre a la condición de los medios requeridos para alcanzarla (una especie de unidad similar a la que, por ejemplo, sugiere el término "nobleza").

Dado que la condición a la que se refiere el término en particular es apreciada y anhelada de una forma intensa, profunda y hasta incuestionable por la mayoría de los usuarios del lenguaje, la aprobación y la mirada que le confiere el público recae del mismo modo sobre sus agentes o proveedores reconocidos, llamados también “seguridad”. Las herramientas asumen la gloria de la condición y comparten su indiscutible atractivo. Una vez producido este efecto, aparece un patrón de conducta totalmente predecible, como sucede en el ámbito de todos los reflejos condicionados. ¿Te sientes inseguro? Exige mejores servicios de seguridad pública para protegerte y/o compra más dispositivos de seguridad que tengan fama de evitar peligros. O bien: ¿La gente que te eligió para un alto cargo se queja de sentirse insuficientemente segura? Contrata / nombra más agentes de seguridad, permitiéndoles de paso que actúen con mayor libertad si lo consideran necesario –aunque las acciones que decidan llevar a cabo sean indeseables o directamente odiosas y repugnantes.

“Securitización Social”

Desconocido hasta ahora en el discurso sociopolítico, y todavía sin presencia en los diccionarios disponibles en las librerías, el término "securitización" ha aparecido hace poco en los debates con un sentido distinto al de “minimizar riesgos”, y ha sido rápidamente adoptado por el vocabulario mediático y político. Lo que este término importado está llamado a interpretar y explicar es la cada vez más frecuente reclasificación de algo como una instancia de "inseguridad", y enseguida, la transferencia casi automática de ese algo al dominio, la función y la supervisión de las fuerzas de seguridad. Sin ser por supuesto la causa de tal automatismo, la ambigüedad semántica mencionada más arriba lo hace sin duda más fácil.

Los reflejos condicionados pueden prescindir de argumentaciones largas y de persuasiones laboriosas: la autoridad del “das Man” de Heidegger y del “l’on” de Sartre ("así es como se hacen las cosas, ¿no?") los hace tan obvios y evidentes como prácticamente imperceptibles y difícilmente cuestionables. El reflejo condicionado sigue siendo el mismo, segura y cómodamente irreflexivo –siempre a la distancia de seguridad adecuada respecto de los focos de la lógica. Por eso los políticos recurren, con mucho gusto, a la ambigüedad del vocablo: al facilitarles la tarea y asegurarles a priori la aprobación popular, incluso aunque no produzca los efectos prometidos, ayuda a los políticos a convencer a los electores de que se toman sus reclamaciones en serio y de que actúan con presteza para cumplir el supuesto mandato que esas quejas exigen. 

Valga un ejemplo –improvisado--, extraído de los recientes titulares de prensa. Según escribía el Huffington Post poco después de los ataques terroristas en París,

El presidente François Hollande declaró el estado de emergencia en Francia y el cierre de fronteras tras el aluvión de ataques del viernes noche en París (…) “Es horrible”, dijo Hollande en un breve comunicado leído en televisión, donde anunció que el consejo de ministros se había cancelado.


“El estado de emergencia será declarado”, dijo. “La segunda medida que se tomará será el cierre de las fronteras”, añadió. “Tenemos que asegurarnos de que nadie entra para cometer ningún ataque, y al mismo tiempo que los que han cometido estos crímenes sean arrestados si intentan salir del país”, añadió.

The Financial Times informó de la misma reacción del presidente bajo un titular sin rodeos: “Holland´s Post-Paris Power Grab” (Hollande agarra el poder tras los ataques de París), 

“El presidente Hollande declaró el estado de emergencia inmediatamente después de los ataques del 13 de Noviembre. Esto permitirá a la policía derribar puertas y registrar viviendas sin necesidad de una orden judicial, así como disolver reuniones y asambleas, e imponer toques de queda. La orden también permitirá el despliegue de tropas militares en las calles del país”.

Las visiones de puertas derribadas, de enjambres de policías uniformados disolviendo reuniones y entrando en las casas sin pedir permiso a sus ocupantes, de soldados patrullando las calles a plena luz del día –todo eso crea una impresión poderosa de que la determinación del Gobierno es ir al fondo del asunto, al “corazón del problema” y así aliviar, o directamente eliminar, los dolores de inseguridad que aquejan a sus ciudadanos.

Funciones latentes y manifiestas

Este tipo de declaración de intenciones con resolución es, por usar la memorable diferenciación conceptual de Robert Merton, su función “manifiesta”. Su función “latente” es, en todo caso, casi la opuesta: promover y suavizar el proceso de “securitizar” la plétora de preocupaciones y malestares económicos y sociales de la gente, que nacen del ambiente de inseguridad generado por la fragilidad y desmembración (fissiparousness) de su condición existencial. Las visiones mencionadas más arriba, al fin y al cabo, sirven para garantizar la creación del ambiente de estado de emergencia, del enemigo a las puertas –del país y también de nuestra propia casa, lo que nos sitúa ante un peligro mortal; y sirve también para atrincherar firmemente a los de “arriba” en su papel de escudo providencial, conjurando así el peligro que se cierne sobre todos nosotros.

El hecho de que la función manifiesta de las visiones haya sido puesta en escena con éxito, es, por decirlo suavemente, una cuestión debatible. Pero no hay dudas de que las visiones han sido brillantemente relevadas de su función latente. Los efectos producidos por la exhibición pública de músculo del Jefe del Estado (y a la vez, de los órganos de seguridad que dirige) fueron no solo más veloces sino también más eficaces que todos los intentos previos del presidente, que hasta ese momento era, según las encuestas, el mandatario menos popular de Francia desde 1945.

Poco más de dos semanas después, Natalie Ilsley resumió esos efectos con una frase que lo dijo todo: “Después de París, la popularidad de Hollande alcanza su nivel más alto en tres años”.

"Un sondeo realizado el martes revela una subida de 20 puntos sin precedentes, subiendo hasta un 35% en Diciembre –un nivel que no se había visto desde diciembre de 2012. Según el periódico francés Le Figaro, los resultados del sondeo de la agencia TNS Sofres señalan que un 35% de los franceses confía en Hollande para dar respuesta a los ataques reivindicados por el Estado Islámico, lo que supone una subida de 13 puntos desde agosto. (…) Otro sondeo publicado el martes por Ifop-Fiducial en Paris Match y Sue Radio revelan una subida espectacular del apoyo a Hollande. Según la opinión de 983 ciudadanos franceses, el apoyo a Hollande crece desde el 28% en noviembre al 50% en diciembre.

El sentimiento generalizado de inseguridad vital es un hecho evidente: una auténtica desgracia para nuestra sociedad, que se enorgullece, a través de los labios de sus líderes políticos, de la progresiva desregulación de los mercados laborales y de la flexibilización del empleo, aunque al final sea perjudicial pues acrecienta la fragilidad de la posición social y la inestabilidad de las identidades socialmente reconocidas, así como aumenta de forma imparable el precariado (una nueva categoría social, definida por Guy Standing como las arenas movedizas en las que estamos obligados a movernos).

Contra lo que muchos creen, la inseguridad no es solo un producto para políticos en busca de réditos electorales o para los medios de comunicación que obtienen beneficios emitiendo programas alarmistas; la verdad es que esa inseguridad real, demasiado real, construida alrededor del malestar existencial de cada vez más sectores de la población, es agua bendita para el molino de los políticos. La inseguridad está en el proceso de ser convertida en el sujeto principal –quizá incluso en la razón suprema- que moldea el actual ejercicio del poder.

Los gobiernos siembran ansiedad

Los gobiernos no están interesados en aliviar la ansiedad de los ciudadanos. Están interesados, al revés, en reforzar la ansiedad que producen la incertidumbre por el futuro y el constante y ubicuo sentimiento de inseguridad –demostrando que la raíz de esa inseguridad puede estar anclada a los entornos que ofrecen fotografías de ministros exhibiendo músculo para esconder de nuestra vista que en realidad se sienten sobrepasados por una tarea para la que son demasiados débiles. La securitización es un truco de magia, calculado para lograr justamente ese efecto: consiste en trasladar la ansiedad causada por los problemas que los gobiernos no son capaces de manejar (o que no están dispuestos a intentar manejar) hacia aquellos problemas que permiten a los gobiernos ser vistos, cada día y en millones de pantallas, abordándolos vorazmente y (a veces) con éxito.

En la primera clase de problemas entran factores esenciales para la condición humana, como la disponibilidad de empleos de calidad, la solvencia y estabilidad del estatus social, la protección efectiva contra la degradación social o la impunidad ante las denegaciones de dignidad –todos esos elementos de seguridad y bienestar que los gobiernos, que antes prometían pleno empleo y seguridad social universal, son ahora incapaces de mencionar, por no hablar ya de intentar cumplir. 

El segundo tipo de problemas, la lucha contra los terroristas que conspiran contra la seguridad de las personas y sus bienes mas preciados, se adhiere y adapta fácilmente al primer truco: y esto es así en mayor medida porque puede alimentar o sostener la legitimación del poder y el esfuerzo para obtener votos durante un largo periodo de tiempo; después de todo, la victoria final en esa batalla sigue siendo una perspectiva lejana y (altamente) dudosa.

El lacónico pero irresistible eslogan de Viktor Orbán “todos los terroristas son inmigrantes” proporciona la clave más atinada para que la lucha de los gobiernos por su propia supervivencia sea efectiva –y lo es más gracias a la sugerencia implícita y camuflada en la simetría de la conexión (y por tanto en el solapamiento de las dos categorías conectadas). Ese tipo de argumentación desafía la lógica –pero la fe no necesita de lógica para convertir y manipular las mentes; al contrario, su poder gana espacio a medida que la lógica pierde crédito. A los oídos de los gobiernos que quieren vendernos contra todo pronóstico una razón de ser seriamente escorada, casi hundida, (la frase de Orbán) debe sonar como la sirena del barco de salvamento que emerge de la niebla densa e impenetrable que oscurecía el horizonte de la lucha por sobrevivir.

Orban et Orbi

Para el autor de ese eslogan, las ganancias fueron inmediatas y el desembolso se limitó a una valla de cuatro metros de alto y 177 kilómetros de largo en la frontera con Serbia. Cuando, en diciembre, los húngaros respondieron a la encuesta de Medián-HVG sobre las palabras que les vienen a la cabeza al oír el término “miedo”, más gente (el 23%) respondió terrorismo que enfermedad, crimen o pobreza. El sentimiento general de seguridad había caído considerablemente: “Los encuestados indican sus impresiones sobre un número de frases y marcan la intensidad de esos sentimientos en una escala del 0 al 100. Por ejemplo, “los inmigrantes suponen un riesgo para la salud de la población nativa “ (77 sobre 100), “los inmigrantes aumentan sustancialmente el riesgo de un ataque terrorista” (77), “los que cruzan ilegalmente las fronteras tendrán que cumplir una pena de cárcel” (69). La frase “la inmigración puede tener un efecto beneficioso en Hungría porque podría mejorar los problemas demográficos e incrementar la mano de obra” concitó poco entusiasmo (24)”. Como se esperaba, la valla de Orbán resultó enormemente popular. Mientras en septiembre la aprobaba un 68% de la población, ahora “el 87% de la población apoya la solución de Viktor Orbán al problema migratorio” –y por tanto, por delegación, digámoslo claro, al inquietante fantasma de la inseguridad.

 

Podemos arriesgarnos a aventurar que cuando se pone el foco sobre un adversario especifico, visible y tangible, la intensificación del miedo se hace, de alguna forma, más soportable que los miedos dispersos y nebulosos de origen desconocido. Incluso puede convertirse, perversamente, en una experiencia satisfactoria: una vez hemos decidido que nos ponemos a la tarea, adquirimos, lo queramos o no, un interés particular por su grandiosidad. Cuanto más impresionante e indomable parezca, más orgullosos y halagados tenderemos a sentirnos. Cuanto más poderoso e intrigante el enemigo, más alto el estatus heroico de aquellos que le declaran la guerra. No es coincidencia que una mayoría absoluta de los encuestados húngaros estuviera de acuerdo con esta afirmación: “Algunas fuerzas extranjeras anónimas están detrás de la inmigración masiva”.

Llamar a las armas a una nación contra un enemigo identificado (como sugiere Carl Schmitt) concede una ventaja añadida a los políticos que buscan votos: la intención es despertar la autoestima de la nación y ganarse así la gratitud de la misma –o al menos de la (creciente, o susceptible de crecer) parte de la nación herida por el daño, la erosión o la ruptura de la identificación y el amor propio, y por tanto, conceder una ansiada recompensa (aunque sea pequeña porque es acumulativa y, como tal, despersonalizada) a la pérdida de dignidad personal. 

Por último, las políticas de “securitización” ayudan a reprimir nuestros espasmos de consciencia como espectadores de las víctimas; 'adiaforizan' el problema de los emigrantes (los exime, esto es, de evaluación moral), y coloca a esas víctimas, una vez que han sido incluidas ante la opinión publica en la categoría de “potenciales” terroristas, fuera del ámbito de la responsabilidad moral –y por encima del contexto de compasión y el impulso de empatía. Sabiéndolo o no, mucha gente se siente eximida de responsabilidad por el destino de los desdichados, así como del deber moral que de otra forma atormentaría, inevitablemente, a los espectadores. Y mucha gente se siente agradecida, sabiéndolo o no, por ese alivio.

La falsa culpa de las víctimas 

Como escribió Christopher Catrambone hace unos días en The Guardian,

Después de los ataques en París y el alarmismo político que les siguió, hemos empezado, otra vez, a poner en peligro a esas gentes. La tragedia humana de las masas que  escapan del terrorismo por el mar se está minimizando con acusaciones vitriólicas, la construcción de muros, y el miedo de que estos refugiados vengan a matarnos. Muchos están simplemente escapando de guerras en Oriente Medio. Pero incluso cuando están atrapados entre el enfado europeo y la violencia que les echó de sus países, los refugiados siguen surcando los peligrosos mares”.

Catrambone no es un alarmista, él conoce el destino de la gente que está en el lado receptor de la securitización mejor que nosotros, ya que es miembro de Moas (Estación de Ayuda en Alta Mar para los Refugiados, por sus siglas en Inglés). Según las estadísticas recopiladas por esta ONG de búsqueda y rescate, “el ahogamiento de hombres, mujeres y niños que escapan de la guerra, de la pobreza y de la opresiónes un hecho diario: desde agosto del 2014, Moas ha rescatado al menos a 12.000 personas del agua”.

Catrambone alerta y proclama:

La Unión Europea prevé que tres millones de refugiados e inmigrantes llegarán a su territorio hasta el 2017. Esto tendrá un impacto positivo que estimulará la economía. Básicamente esto es por lo que la gente está viniendo, seguirá viniendo y no se le puede impedir que venga a Europa. Buscan las mismas cosas que todos queremos: algo mejor. La realidad es que esta gente contribuirá, y no quitará, nada a nuestra economía. Si, será difícil al principio, pero ellos se están convirtiendo en parte del futuro de Europa, nos guste o no”.

Un comentario más. La “securitización”, además de ser desalmada, insufrible, socialmente ciega, así como carente de fundamento e intencionalmente engañosa, puede ser un arma para los reclutadores de terroristas “genuinos” (tan distintos de los falsamente acusados). “Un nuevo estudio llevado a cabo por la consultoría de inteligencia Soufan Group proporciona el dato de que aproximadamente 5.000 soldados de origen europeo” han sido reclutados por Daesh hasta el momento. Como afirma Pierre Baussand, de Social Platform, “solo dos de los atacantes de París han sido identificados como residentes no europeos. ¿Quiénes son esos jóvenes que dejan Europa para unirse a la cohorte de terroristas y planean volver después de haber recibido entrenamiento terrorista?”.

La respuesta bien argumentada de Baussand es que “la mayoría de los occidentales convertidos al Daesh proceden de situaciones desfavorecidas. Un estudio reciente del Pew Research Center afirma que ‘los millennials europeos han sufrido desproporcionadamente los recientes problemas económicos en sus países […] Frente a este reto, los jóvenes europeos normalmente se consideran víctimas de su destino’. Este desempoderamiento generalizado de la sociedad explica de alguna manera la atracción por el sentimiento de importancia y control que Daesh instila en sus acólitos”. “Más que ceder a lo reaccionario, la retórica desinformada y populista de las organizaciones de extrema derecha afirma que todos los inmigrantes son terroristas”, advierte Baussand, "pero nuestros líderes tienen que (…) rechazar las posturas del ‘nosotros contra ellos’ y la explosión de islamofobia. Esto solo ayuda al Daesh, que usa este tipo de narrativas como arma de reclutamiento.”

Recordándonos que “la exclusión social es el mayor puntal de la radicalización de jóvenes musulmanes en la Unión Europea”, y repitiendo, como Jean-Claude Juncker, que “los que organizan estos ataques y los que los perpetran son exactamente aquellos de los que los refugiados escapan y no al contrario”, Baussand concluye: “Mientras que no hay dudas sobre el papel que la comunidad musulmana debe jugar para erradicar la radicalización, solo el conjunto de la sociedad puede abordar esta amenaza común para todos (…) Más que librar una guerra contra el Daesh en Siria y en Irak, las mayores armas que Occidente puede blandir contra el terrorismo deben ser el gasto social, la inclusión social, y la integración en nuestro territorio”. 

Esta es, yo creo, una conclusión que requiere nuestra continua y cercana atención, y una acción urgente –y también determinada.

________________________________________________________________

Traducción: Adriana M. Andrade.

Este artículo se publicó el 22 de diciembre en Social Europe, con el título Floating Insecurity Searching for an Anchor.

Necesitamos tu ayuda para realizar las obras en la Redacción que nos permitan seguir creciendo. Puedes hacer una donación libre aquí

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Zygmunt Bauman

Zygmunt Bauman es profesor emérito de la Universidad de Leeds y uno de los sociólogos europeos más ilustres. Es autor de Modernidad Líquida (Fondo de Cultura Económica, 2002), entre otros 

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí