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“Disculpen las molestias, esto es una nueva Transición en España”, bromeaba Pablo Iglesias el domingo 3 de enero, cuando la marabunta de periodistas impedía el normal tránsito de los viandantes frente a la sede de Podemos en Madrid. En unos minutos iba a comenzar el primer Consejo Ciudadano tras las elecciones del 20 de diciembre.
El problema es que para esta Segunda Transición --fundamentada, según Iglesias, en una voluntad mayoritaria de cambio “mucho más amplia que la vivida hace 40 años” y que presumiblemente se apoyaría en el impulso y las propuestas que Podemos lleve al primer Parlamento del postbipartidismo-- las cuentas de momento no cuadran. Si el cielo no va a conquistarse por asalto --al menos no en el primero-- y la confluencia --la que ha habido, que no es toda-- no basta, a Podemos no le queda otra vía que la seducción. Primero para Garzón “y su gente”, pero aun con ellos, las cuentas tampoco salen.
Atendiendo a la división realizada por Iglesias --un Bloque de la Restauración, inmovilista, neoliberal y merkeliano, del que hace cómplice a la Corona y en el que participan inequívocamente PP y Ciudadanos-- Podemos quedaría en débil minoría. A no ser que… ¡bingo!: el PSOE atienda a sus principios más primigenios (las siglas, pero las importantes, las dos de enmedio) y se abra hacia una coalición a la portuguesa.
No sorprende, entonces, que el líder de Podemos buscara acercarse al PSOE en su informe al Consejo Ciudadano. Concretamente, dijo, a “los sectores más sensatos” del Partido Socialista --“a los que, por desgracia, parece que no les dejan abrir la boca en las últimas semanas”-- para que se postulen en el pulso que se vive en Ferraz.
De forma sutil, Iglesias se refirió a la crisis de liderazgo del PSOE pidiendo interlocutores, omitiendo a Pedro Sánchez --ni una sola mención al candidato socialista en toda la ponencia, una hora de profesor de Somosaguas-- y sí haciéndolo, y en repetidas ocasiones, para encuadrar a Susana Díaz, Emiliano García-Page o Guillermo Fernández Vara en el bloque inmovilista.
¿Quiénes son esos sectores “sensatos” para Iglesias? Aquellos que comparten el descontento por la deriva neoliberal del PSOE (el Zapatero troikista de 2010-2011, la pinza con el PP en Europa, el artículo 135, las puertas giratorias, etcétera). ¿Pero tienen un peso significativo esos sectores “sensatos” en Ferraz? ¿Tienen fuerza suficiente como para forzar en el PSOE un giro a la izquierda y construir una alternativa real a la derecha?
Realmente, el discurso de Iglesias ante sus compañeros --y los medios que lo seguían vía plasma-- se dirigía a los votantes que habían vuelto a confiar en el PSOE. Y ante ellos presentó razones para aspirar al liderazgo de la oposición, pero también a liderar la socialdemocracia española.
Su principal baza es la cercanía que demuestra el PSOE ante el PP. “Hay dos PSOE. Uno que está con el PP y otro que quiere avanzar”, esgrimió Iglesias. Los titubeos del Partido Socialista ponen a Podemos en bandeja el alinear a ese PSOE en el bloque de la Restauración. Ningún planteamiento táctico podría justificar un Gobierno de la derecha. Hasta ahora, el único argumento esgrimido ha sido el se rompe España. Más madera para alinearlo como búnker.
En este sentido, Iglesias pidió al PSOE que recupere “lo mejor de su tradición como fuerza política que durante mucho tiempo asumía el papel de vehicular la unidad de nuestro país en torno a diferentes expresiones de diversidad”. Destacó al papel que jugaba el PSOE (para recordar implícitamente que ese papel ya no lo juega. Y recordó a los socialistas --que antes ganaban las elecciones generales en Cataluña y en País Vasco-- que las “torpezas” a la hora de tratar la plurinacionalidad de España --y alinearse con “los sectores más intransigentes del inmovilismo”-- le han descartado para ese rol.
Pero aunque esto les separe, esto no exime a ambos partidos de alcanzar acuerdos de carácter social que, por otra parte, Iglesias ha anunciado que se priorizarán por encima de la cuestión territorial. Los primeros pasos de la hoja de ruta con la que entrarán los diputados de Podemos en el Parlamento se basan en dos puntos: uno, la proposición no de ley con medidas urgentes para atender a la situación de emergencia social; y dos, la derogación de tres leyes (o conjunto leyes): la Ley Mordaza, la LOMCE y las dos últimas reformas laborales (Zapatero & Rajoy Feat. Troika o viceversa 2011-2012). Si bien la primera de las propuestas queda a expensas de la formación de un Gobierno, el PSOE no se ha pronunciado al respecto. Sobre la derogación de leyes, tampoco. Otra vez, deberán posicionarse, y en el caso de la reforma laboral de Zapatero, enfrentarse a fantasmas del pasado más próximo.
Pero hay más. Podemos ha sido el primero en anunciar propuestas concretas, e Iglesias aseguró que no renunciarán a la posibilidad de formar gobierno y asumir el liderazgo y el diálogo “frente a la parálisis que padecen los que señalan todo el tiempo líneas rojas”. “A lo mejor nos toca a nosotros ser los impulsores de una nueva transición”, dijo Iglesias.
Otra cuestión es la siguiente. ¿Quiere Podemos llegar a un gran acuerdo social con el PSOE, es decir, con Pedro Sánchez? ¿O prefiere esperar a que el líder asediado sucumba en las fauces de La Sultana y sus barones? Eso explicaría la deliberada marginación de Sánchez en su discurso y que más que cortejar al PSOE, Iglesias prefiriera cortejar a sus votantes.
“Disculpen las molestias, esto es una nueva Transición en España”, bromeaba Pablo Iglesias el domingo 3 de enero, cuando la marabunta de periodistas impedía el normal tránsito de los viandantes frente a la sede de Podemos en Madrid. En unos minutos iba a comenzar el primer Consejo Ciudadano tras las elecciones...
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