Globos de Oro. Alejandro G. Iñárritu y Leonardo DiCaprio, protagonistas de la gala. Mejor director y mejor actor por The Revenant, El Renacido, que se estrena en España el próximo 5 de febrero. Iñárritu recoge su premio y nombra a DiCaprio héroe de la película. “Leo, you’re the guy”, le dice. Turno de Leo, que sube al estrado y le devuelve el saludo al director dándole las gracias por permitirle formar parte del viaje: “I’ve never had an experience like this in my entire life”. Mientras, nos preguntamos: ¿Es esa experiencia sin igual en la vida de DiCaprio la que le llevará por fin a ganar el Oscar?

En El Renacido Iñárritu reniega del western, pero se sitúa en las Montañas Rocosas para hablar de los orígenes de América. Una tierra inhóspita que ya desde el inicio de la cinta propicia el enfrentamiento: las flechas de los indios frente a las pistolas de unos cazadores de pieles. La violencia de la secuencia abre las puertas a más de dos horas de crueldad camufladas entre el inconfundible estilo del director mexicano, que explora el horror con tanto detalle como delicadeza.

Probablemente el momento de mayor violencia tenga lugar cuando DiCaprio, encarnado en el papel de Hugh Glass, sufre el ataque de un enorme oso. La escena es brutal. Glass va recibiendo uno tras otro los zarpazos del oso mientras grita de dolor y se desangra. Al mismo tiempo, desde el otro lado de la pantalla, usted, en su regocijo cinematográfico, lo anima a levantarse y seguir: “Por el amor de Dios, ¡acaba con ese maldito animal!”. La agonía pasa a convivir con el personaje, que es abandonado por sus compañeros. Empieza la supervivencia.

La enajenación de DiCaprio conduce un relato en el que Iñárritu aprovecha para introducir pasajes de delirio e introspección, que no hacen sino realzar la transitoriedad entre el dolor físico y emocional que sufre el personaje. Tras matar al oso y quedar herido de muerte, el actor lleva a cabo un papel de auténtica transformación, reviviendo en la naturaleza y convirtiéndose a sí mismo en esa bestia que ha dejado atrás, luchando y alimentándose como ella.

El Renacido mide muy bien sus tiempos. El acompañamiento sonoro de Bryce Dessner, Carsten Nicolai y Ryuichi Sakamoto se funde en la belleza de los lugares en los que está rodado el largometraje, plasmados a través del trabajo de fotografía de Emmanuel Lubezki. La película llega incluso a detenerse por segundos para contemplar lo que hay a su alrededor. Instantes de calma en los que la acción toma aire y nos deja ver más allá de la batalla que se está librando.

El paisaje es lo único que permanece inalterado en el carrusel de sangre y deceso de El Renacido, especialmente incidente en la población indígena. “Nos lo habéis quitado todo. ¡Todo! La tierra, los animales”, dice el jefe de la tribu india a un grupo de soldados franceses. La solemnidad y la tristeza de sus palabras terminan de dar el toque gélido a una historia que da tanta humanidad a los americanos nativos como a sus invasores.

Una humanidad de la que Iñárritu y DiCaprio pueden sacar pecho. Puede que El Renacido no sea la película más trepidante del año, ni la más interesante de cara a convertirse en uno de esos hitos del cine. Sí es una prueba de valor y amor por el medio en el que trabajan y, posiblemente, la mayor escenificación hasta la fecha del talento de ambos.

Quizá la pregunta que tengamos que hacernos no sea entonces si El Renacido dará o no el Oscar a DiCaprio. Quizá la pregunta sea si el actor será capaz de volver a hacer un papel tan merecedor de la estatuilla.