El miedo es tendencia en 2016. Va en serio. Esta vez no es el predicado de Noam Chomsky ni cualquier otro sujeto anti. Esta vez es la elección de uno de los grandes grupos multinacionales de comunicación, Havas, que desde su división de relaciones públicas saca un informe anual sobre lo que se va a llevar. Y el miedo, el desasosiego, es lo que manda este año.

“Nos hemos vuelto más miedosos e inquietos ante las amenazas inminentes —cito el texto—, ya sea mantener a salvo a nuestros hijos, la adicción a la tecnología, el cambio climático o cientos de preocupaciones más”. Además, en la introducción del documento se explica que todo esto pasa porque vivimos en un mundo de chaladura, una locura de la que se aprovechan personajes como —lo dice Havas, insisto, no yo— Donald Trump.

Al mismo tiempo, la marca que define el marketing del siglo XX trata de adaptarse al XXI con una nueva estrategia con la que quiere volver a su esencia. Coca Cola ahora va de “siente el sabor”; Coca Cola ya no vende felicidad. Vaya.

Se pone uno a pensar y se da cuenta de que nuestra vida es como un paseo sobre una pasarela entre dos fuerzas que se repelen entre sí pero que se necesitan y, en cualquier caso, nos atraen: la felicidad y el miedo. La felicidad es todo lo que nos suelen ofrecer los mensajes publicitarios pero también lo que comparten nuestros amigos por redes sociales y lo que pasa al final de los telefilmes de sobremesa. El miedo es lo que amenaza esa felicidad que presuntamente tenemos a nuestra disposición: el terrorismo internacional, la Troika y, ahora, un diputado con rastas.

Según el CIS, el 84% de los españoles declara haber sido feliz en 2015. Según esta otra encuesta, sólo el 4,5% de los españoles quiere un gobierno de PP y PSOE. Quiere esto decir que somos muy capaces de disfrutar la vida con Rajoycismo y todo, pero también que preferimos no repetir. Sin embargo, los medios de comunicación tradicionales insisten de forma unánime en decirnos que todo lo que no sea ese gobierno (más la suma de Ciudadanos) sería el Apocalipsis.

¿Habrán leído los que controlan esos medios el informe de Havas y estarán aplicándonos la moda del miedo? No sé. Igual tan sólo están transmitiendo su propio miedo. No sólo el de perder poder, influencia y dinero, también el que provoca el hacerse viejo y empezar a no comprender los cambios del presente.

De confusión, miedo y cambios está lleno el estupendo mosaico periodístico que es El fin del Homo sovieticus, de Svetlana Alexievitch. Lo digo porque, mientras se decide el tema de los pactos o de las elecciones, hay tiempo para leer un buen libro. Por eso y porque siempre queda muy bien acabar con un entrecomillado. Ahí va el de una de las personas entrevistadas por  Alexievitch: “El miedo es lo único que pervive del pasado (…). Leí en algún lugar que el miedo es una forma de amor. Creo que lo dijo Stalin”.