Los campos de refugiados vuelven a Europa
Dinamarca recluye a los hombres solteros en tiendas de campaña. Las ONG recuerdan que hay 150.000 casas vacías
Kathrine Storgaard Carlsen Næstved (Dinamarca) , 3/02/2016
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Cuando a medianoche se despierta de sus pesadillas y ve la bandera danesa de papel que hay colocada encima de su cama, Mohamed Ali Saidi se relaja un momento. Hace 11 meses logró escapar del sótano en Afganistán en el que los talibanes le torturaron durante días con el objetivo de obtener información sobre la empresa norteamericana para la que trabajaba. Después de huir, dejó inmediatamente Mazar-i Sharif, su ciudad natal en el norte de Afganistán, junto con su esposa y el padre de ella. Su destino fue Dinamarca.
“Los talibanes están cogiendo fuerza en la provincia, me quieren matar por haber trabajado para The Task Force for Business and Stability Operations. Tuvimos que irnos. Mis compañeros de trabajo americanos me habían contado que Dinamarca es uno de los países más democráticos y pacíficos del mundo. Después de llegar aquí ya no tengo que temer las amenazas de muerte. Pero no sé hasta cuándo aguantaré vivir bajo estas condiciones,” cuenta Mohamed Ali Saidi, de 26 años. Está sentado en una cama apoyándose contra el lienzo de la tienda de campaña en un campamento en la ciudad danesa Næstved. La tienda, que comparte con otros siete hombres, ha sido su casa desde el 9 de enero.
Forman parte del creciente número de hombres solteros que están viviendo en uno de los cuatro campamentos que han sido construidos para solicitantes de asilo en Dinamarca durante los últimos meses a raíz del aumento de migrantes y refugiados que llegan al país. Fue en noviembre de 2015, al mismo tiempo que el Gobierno minoritario del Partido Liberal, de centroderecha, presentaba 33 propuestas de medidas de asilo, algunas de ellas muy criticadas, como confiscar dinero y objetos de valor a los refugiados para costear su estancia o limitar la reagrupación familiar, cuando también declaró que iba a construir campamentos para los solicitantes de asilo.
En cuanto los primeros copos de nieve empezaron a caer, un mes después, se mudaron los primeros hombres solteros al primer campamento situado en Thisted, una ciudad en el norte de Dinamarca. Entre los solicitantes de asilo, sólo a los hombres solteros les instalan en tiendas de campaña. Las familias y niños no acompañados son alojados en casas.
La construcción de los campamentos ha levantado fuertes críticas entre políticos opositores al Gobierno, Cruz Roja, Amnistía Internacional y otras ONG que trabajan por los derechos humanos, la acogida e integración de migrantes y refugiados en Dinamarca.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas danés y la asociación empresarial de la construcción Dansk Byggeri, hay más de 150.000 casas vacías en el país. Los críticos opinan que es absurdo, indignante y costoso construir tiendas de campaña cuando hay tantas viviendas desocupadas.
Dinamarca recibió en 2015 a 21.000 solicitantes de asilo, un tercio más que en 2014. Una cifra inferior, sin embargo, a la del resto de países escandinavos, sobre todo, Suecia, que con 163.000 peticionarios presenta la más alta tasa per cápita de la Unión Europea. Este año se espera la llegada de cerca de 25.000 refugiados.
El Ejecutivo danés afirma que levanta los campos de tiendas de campaña para asegurarse de que habrá alojamientos suficientes para los muchos migrantes y refugiados que están llegando y también para que Dinamarca "no parezca un destino atractivo".
”Tenemos muchas plazas vacías, y aun así se ha decidido alojar a la gente en campos en pleno invierno a pesar de que esté nevando. No tiene sentido, a no ser que sea para para espantar y disuadir a la gente,” ha declarado Anders Ladekarl, secretario general de Cruz Roja en Dinamarca, al periódico BT, refiriéndose también a las demás medidas polémicas.
Johanne Schmidt Nielsen, líder de la rojiverde Lista Unitaria –la cuarta fuerza parlamentaria--, acusa al Gobierno de hacer política simbólica para "atemorizar" a los solicitantes de asilo y aislarlos en la pobreza. ”Es tan cruel que dejemos ahora mismo a los refugiados vivir en tiendas de campaña. Y no es porque nos falten edificios vacíos. El Gobierno solamente ha instalado a los refugiados en tiendas de campaña para molestarles. Espera que el frío y las tiendas de campaña les disuadan. No lo aguanto,” escribió hace poco en su muro de Facebook.
Pero, según la ministra de Integración, Inger Støjberg, los campamentos son una solución excelente. “Las tiendas de campaña, bien calientes y equipadas, son del mismo tipo de las que duermen los enviados de la ONU en zonas de desastre”, ha explicado a varios medios.
La nueva política danesa sobre el tema incluye medidas polémicas como confiscar dinero y objetos de valor a los refugiados para costear su estancia y limitar la reagrupación familiar. Quienes reciban asilo temporal deben esperar tres años para solicitar la reagrupación familiar, en vez de uno como había sido hasta ahora.
La ley, una propuesta del Gobierno Liberal en minoría y aprobada por 81 votos a favor, 27 en contra y una abstención, contó con el respaldo de sus tres aliados de centroderecha y del Partido Socialdemócrata, primera fuerza opositora, que suman casi tres cuartos de la Cámara.
A Mohamed Ali Saídi no le apetece criticar al Gobierno danés. Está agradecido por el tratamiento recibido en el campamento, donde él y los otros 265 solicitantes de asilo procedentes de 18 países diferentes, que actualmente viven allí, tienen acceso a baños y duchas instalados en remolques, tres comidas al día, una clínica de salud, una sala con mesas de pimpón y billar y enseñanza de danés en una escuela fuera del campamento tres veces a la semana. Pero como la mayoría, no sabe hasta cuándo aguantará dormir en una tienda.
“No entiendo por qué tengo que vivir en una tienda de campaña cuando hay casas vacías. En Afganistán tenía un trabajo digno y vivía en una casa digna. Tuve que dejar mi país para no perder la vida. No vengo aquí para pedir dinero, quiero trabajar. En esa tienda me siento como un animal. En Afganistán sólo los animales viven en tiendas de campaña. No hay ventanas, nos duele la cabeza por las corrientes de aire y es difícil dormir con el ruido de ocho hombres en un espacio como este,” dice.
Lo peor de todo es, sin embargo, que su mujer ya no está con él. No la ha visto desde que las autoridades lo arrestaron en Irán durante tres meses por una razón que sigue sin conocer. Cuando le dejaron salir de la cárcel, pasó dos meses buscándola. Ahora lleva siete meses sin verla. Espera encontrarla en Dinamarca, pero teme que haya muerto al cruzar el Mediterráneo, entre Turquía y Grecia.
“Lloro de desesperación y tristeza cada noche. No sé lo que me va a pasar mentalmente si me tengo que quedar aquí. No puedo quedarme en una tienda de campaña esperando durante meses.”
Hasta ahora 30 voluntarios de la ciudad de Næstved han venido al campamento para ofrecer comida, ropa y otros tipos de ayuda y para invitarles a participar en actividades deportivas y culturales. Hace unos días una banda de músicos marroquíes vino a tocar voluntariamente en el campamento. A Henning Kristensen, uno de los asistentes que trabajan en el campamento, le alegra. “Es muy importante que algún evento les pueda alegrar y distraer”.
Cuando a medianoche se despierta de sus pesadillas y ve la bandera danesa de papel que hay colocada encima de su cama, Mohamed Ali Saidi se relaja un momento. Hace 11 meses logró escapar del sótano en Afganistán en el que los talibanes le torturaron durante días con el objetivo de obtener información...
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Kathrine Storgaard Carlsen
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