Parlament de Cataluña, 2 de marzo de 2016. Cualquier lector mínimamente informado se preguntará qué tipo de relevancia puede tener la Cámara catalana en un día tan políticamente importante --o no-- a nivel nacional. Mientras todos los focos, cámaras y bolígrafos estaban dirigidos hacia Madrid, algunos castigados (lean aquí “de guardia”) deambulaban por los pasillos del Parlament repasando el orden del día una y otra vez esperando encontrar algún punto notable dentro de la decena previstos. ¡Qué diablos! Esto es un parlamento autonómico que se reivindica soberano. Ahí está la relevancia: poco importa lo que pase en España ya que Cataluña es una nación en procés de... En fin, ya saben.

En realidad, el Parlament (lean aquí “la mayoría indepe”) hubiera podido demostrar, como pretende, su ruptura con “el país vecino”. Pero esta mañana no quiso. Esta mañana, el Parlamento catalán (diputados, periodistas e incluso trabajadores) estaba tan pendiente de Madrid como el resto de España. Esta mañana, los catalanes más rupturistas no estaban en Barcelona sino en el Congreso de los Diputados. Mientras, en Madrid, Joan Tardà aseguraba que no iban a reclamar más el referéndum porque, según él, los catalanes “aspiran a proclamar la república catalana prontamente”, el presidente catalán lo reclamaba... en la Cámara catalana. El mundo al revés... ¿o será ésta la verdadera desconexión entre Barcelona y Madrid?

Todos los líderes políticos catalanes hicieron al menos una alusión a Madrid, al Congreso y a la (no) investidura a lo largo de la sesión de control. Empezando por el mismísimo president Puigdemont, quien publicaba este miércoles una columna de opinión en el diario The Guardian titulada “El vacío de liderato en España daña a Cataluña y Europa - y debe terminar”.

Aprovechando sus turnos de respuesta, Puigdemont reiteró en catalán lo que desarrollaba en inglés en dicha columna. Para él, no tener gobierno central daña a Cataluña y evidencia la muerte de la opción de la tercera vía. Para resumir el artículo: Sánchez debería o bien aceptar el referéndum impuesto por Iglesias en una coalición PSOE/Ciudadanos/Podemos, o bien aceptar el referéndum impuesto por Iglesias (sic) en una coalición PSOE/Podemos con el apoyo de los 17 diputados independentistas catalanes. Mientras tanto, Puigdemont asegura que Cataluña seguirá tirando con su hoja de ruta y estará dispuesta a dialogar cuando haya nuevo gobierno en Madrid.

Para quien escuchaba la retransmisión en directo del Congreso, estas declaraciones en Barcelona podían resultar bastante divertidas. Como la de Lluís Rabell, de Catalunya Sí que es Pot, defendiendo un pacto PSOE/Podemos como “mejor opción” para Cataluña, o la del socialista Miquel Iceta, quien esperaba que “la izquierda de verdad y la derecha de siempre no voten juntos” al mismo tiempo que Pablo Iglesias cargaba duramente contra Sánchez... Sincronización perfecta. Desconexión máxima.

Una vez comentada la actualidad española, tocaba hacer un poco de política local. Hasta aquí, todo normal. Pero hoy fue también el día de la primera derrota de la gran coalición independentista en la cámara catalana. El pleno aprobó admitir a trámite una ley impulsada por el grupo socialista para recuperar la gestión pública de Aigües del Ter Llobregat (ATLL) y nadie votó a favor de la enmienda a la totalidad propuesta por JxSí que quería paralizar la proposición socialista, ni siquiera la CUP, su gran aliada en esta legislatura.

13h. Después de una declaración institucional sobre las personas desaparecidas sin causa aparente (no vean aquí ninguna alusión política), es hora de almorzar. Los diputados de JxSí aprovechan para tragar, además de su comida, esta primera ruptura de la unidad de voto independentista. ¿Y ahora? La previsión de la tarde deja pocas esperanzas sobre un probable acontecimiento relevante: una interpelación sobre la huelga de TMB durante el MWC, otra sobre la ya famosa Conselleria d’Afers Exteriors, una declaración de solidaridad con los refugiados saharauis y una última interpelación sobre la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales. Yuhu.

Después de dos horas de pausa, los diputados vuelven a la cámara (tanto en Barcelona como en Madrid). Esta vez, el tono de los independentistas de JxSí parecía endurecerse y contrasta con las propuestas de diálogo de la mañana. Raül Romeva, primero, al defenderse frente a los ataques de Ciudadanos y del PP catalán sobre la legalidad de su cargo en ‘Afers Exteriors’; la consellera de Empleo, Dolors Bassa, más tarde, asegurando que no tiene nada que negociar con Madrid sino que irá “a buscar lo que nos toca”. Dura vida la de los indepes que ya se alinean con el discurso de Tardà de la mañana... Casi. Al mismo tiempo, en el Congreso, Francesc Homs (Democràcia i Llibertat, la marca de CDC en Madrid) suavizaba el independentismo de su partido y lo pintaba de soberanista. Contraste evidente. Mundos paralelos.

A medida que avanzaba la tarde, los periodistas de la sala de prensa iban abandonando sus posiciones, se quejaban del aburrimiento y algunos pocos se animaban a investigar si la diputada de la CUP Anna Gabriel había llamado “subnormal” a un diputado del PP como denunció su portavoz Enric Millo, o si había soltado “esto no es normal” mientras hablaban de Arnaldo Otegi. Misterio absoluto a pesar de las varias llamadas y confidencias entre compañeros que compartían fuentes.

18h30. La sesión se levanta. Mañana más (de lo mismo). Queda tiempo a los diputados catalanes para conectarse con Madrid y ver el resultado (esperado) de la votación de investidura de Pedro Sánchez. Seguramente será la primera conexión real del día entre las dos ciudades.