JAZZ
La baronesa Nica, la puta de los negros
Ayax Merino 9/03/2016
Kathleen Annie Pannonica Rothschild
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Kathleen Annie Pannonica Rothschild de Koenigswarter, ahí es nada, a ver quién es el guapo que suelta toda esa retahíla de un tirón y sin trastabillarse, Pannonica, la baronesa Nica (1913-1988). Una Rothschild, así es, una señorita pudiente, muy pudiente, de una de las familias más adineradas del mundo, adinerada de verdad, parné a espuertas, que se crió como se crían los ricos, en una mansión de inmensos jardines atendida por una legión de solícitos sirvientes.
Cuentan, dicen, que Pannonica es el nombre de una polilla y que a su padre, entomólogo en sus ratos libres, que parece que eran muchos, le cayó en gracia ponérselo a la criatura. Un tipo, además de entomólogo y millonario, atormentado y de perturbada razón que acabó por degollarse. Suicidio, el de su padre, que dejó una profunda huella en el alma de la entonces joven Nica.
Una señorita rica, muy rica, que año a año creció como crece todo el mundo, ya sea rico o pobre, en eso la naturaleza no hace distingos; bueno, un poco, los ricos suelen crecer más y mejor. Y se hizo mujer y se casó. Con un barón. El barón Jules de Koenigswarter. Una boda por todo lo alto, una de esas bodas que salen en las revistas del corazón y esas cosas. Corría el año de gracia de 1935.
Y la joven pareja de recién casados se instaló en París. Coches, aviones, velocidad, un puro frenesí ¡La vida es bella! Pero, ahí en París, tuvo Nica la ocasión de escuchar a los músicos americanos que venían a Europa de gira. Y descubrió el jazz.
Y el mundo envuelto en llamas se derrumbó. La II Guerra Mundial. Y en 1940, mientras los alemanes se internaban en Francia y avanzaban hacia París, la baronesa Nica puso pies en polvorosa y se las ingenió para llegar con sus hijos al Reino Unido de la Gran Bretaña, que no era cosa de quedarse esperando mano sobre mano a que llegasen esos aviesos teutones, que no es que mirasen precisamente con buenos ojos a una judía como ella.
Y ya en Londres se enroló en las huestes de la Francia Libre para luchar contra los nazis junto a su marido el barón. Rumores hay de que se subió a algún que otro avión para pilotarlo en alguna que otra peligrosa misión. Como los hay, rumores, de que estuvo una buena temporada haciendo de espía para los aliados ¿Quién lo sabe? Puede ser. Lo cierto es que esos años anduvo por África e Italia.
Todo termina y al fin terminó la guerra. Y la familia Koenigswarter regresó de nuevo a París. Y el barón entró en el cuerpo diplomático. Empieza entonces una vida de boato, de elegantes recepciones y fiestas. Primero África, después Noruega, más tarde México. Lujo y oropel. Pero Nica languidecía. La baronesa se aburría.
Comienzan entonces sus viajes a Nueva York. Un avión y listo, en un santiamén se plantaba allí dejando a su marido e hijos en la suntuosa embajada. De garito en garito, de club en club, Nica se pasaba de claro en claro la noche entera escuchando toda la música que en aquel momento se hacía en la capital del jazz. Cuentan que en una de esas escapadas suyas el pianista Teddy Wilson le puso en el tocadiscos Round Midnight. de Monk. Y la baronesa quedó deslumbrada, fascinada por esa música sin igual, distinta, única.
Y entonces un buen día la baronesa lo mandó todo lindamente al carajo. Abandonó la dulce vida regalada, los palacios, la alta sociedad. Dejó a su marido y se fue a vivir a Nueva York, a la Quinta Avenida. A seguir su camino.
Años cincuenta. Con su flamante coche paseábase por la noche la baronesa por las calles de Harlem vestida con lujosas ropas de alta costura, un cigarrillo con boquilla prendido en sus labios. Pero Nica no se conformó con ser una pasiva espectadora, Nica quería estar en el meollo y se las apañó para que esos hombres a los que tanto admiraba la adoptaran como camarada haciéndola una de los suyos, una más de la tribu. Pronto Nica conoció a todos los músicos que pululaban por las calles de Nueva York. Y a todos los protegió y ayudó. Cuando venían mal dadas arrimaba el hombro y les sacaba del apuro, les daba dinero, les buscaba alojamiento, lo que hiciese falta. Un ángel de la guarda, no es de extrañar que se ganara su cariño.
Amiga fue de Barry Harris, Sonny Rollins, Miles Davis, Horace Silver o Bud Powell, entre otros muchos. En lenguas anda que tuvo líos con varios de ellos. Sin ir más lejos, hay quien asegura que fue amante del gran batería Art Blakey. Ni lo sé ni me importa, allá cada cual.
¡Un escándalo! ¡Una vergüenza! Una blanca de buena familia rodeada siempre de músicos de jazz, acompañada por sus negros amigos los músicos de jazz. Y para colmo dicen que se refocila con ellos, que los mete en su cama, que con los negros fornica ¡Algo intolerable! Esa es una puta de los negros. Así es como la llamaban los blancos ofendidos en su pudor, puta de los negros.
Una noche de 1955 Charlie Parker buscó cobijo en el apartamento de la baronesa. Y allí el gran Bird falleció. Esa fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de la dirección santamente indignada del hotel. A la calle, señora baronesa, haga el favor de mudarse, hemos aguantado sus continuas fiestas con los negros, las visitas constantes de sus amigos negros, pero esto pasa ya de castaño oscuro, un negro muerto en nuestro hotel es inaceptable, entiéndalo. Y la baronesa se mudó, claro.
Dicen que a Thelonious Monk lo conoció en París en 1954, ciudad a la que viajó la baronesa sólo para tener la oportunidad de escuchar al gran pianista, ya que en Nueva York le estaba vedado tocar porque le habían retirado la licencia por un asunto de drogas, unos porros que parece que andaba Monk fumándose con su amigo Bud Powell. Se conocieron, sí, y sus vidas quedaron irremisiblemente entrelazadas. Treinta años, hasta la muerte de Monk. Se da por hecho que fueron amantes. No lo sé ni me importa, allá cada cual, ya lo he dicho. Sé, eso sí, que la baronesa sentía devoción por Monk y que Monk la adoraba ¿Es menester saber algo más?
Kathleen Annie Pannonica Rothschild de Koenigswarter, ahí es nada, a ver quién es el guapo que suelta toda esa retahíla de un tirón y sin trastabillarse, Pannonica, la baronesa Nica (1913-1988). Una Rothschild, así es, una señorita pudiente, muy pudiente, de una de las familias más adineradas del...
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