Es sólo rock and roll pero nos gusta. El estribillo canta algunos de los últimos movimientos en el tablero. Me quedo sólo con algunos detalles, excluyendo del asunto a Rita Barberá. En primer lugar, un síntoma ibérico. Bruce Springsteen vende en tres horas el aforo de su próxima visita. Hace tiempo que The Boss suda la camiseta en el Bernabéu más que Cristiano y James. Debe ser por esas tres horas eternas que la gente paga por ver al chico de New Jersey lucir ese brazo en alto de demócrata de New Jersey. Aunque a mí dejó de interesarme después de Nebraska, entiendo que los estadios sin él tiritarían de frío.

En este caso supongo que Florentino medió para que el Barca de Piqué y la consulta no pisara el césped el mismo día contra el Sevilla en la final copera. El rock y el fútbol son hermanos y al enemigo ni agua. Sin ir más lejos los Rolling Stones van a vender su franquicia a Cuba a la explanada del Che y de Martí para festejar el final del embargo. Es sólo rock and roll, pero nos gusta. Además yo pagaría por verles en Cuba como una secuela más de Piratas del Caribe. Y si tocan She was hot aquellas mulatas del Vedado darán lo mejor de sí, qué coño. La cosa está de pinga. Días de fiesta en La Habana con unos soneros de la quinta del Cuarteto Patria para izar la bandera pirata, la del contrabando, la del dinero de la jubilación, la de los nuevos tiempos Wi-Fi y Satisfaction a tope. Nos alegramos: después del papa Francisco, los Stones, no está mal, compañeros poetas.

Con el caso Guardiola me queda el regusto de un mal Hamlet, que los hay en los teatros. Aquella bombilla que se encendía hace años como la lámpara de Aladino en el Camp Nou, que nos regaló un trienio liberal de arte y ensayo, que nos hizo soñar con algo bonito y esférico, resulta que tras su paso por la roñosa Baviera enfila su vocación a Manchester, pero no a Old Trafford, que todavía le disculparíamos en honor a la leyenda, sino al lado citizen que de inglés sólo tiene las manos de Joe Hart en la puerta y la bocaza de Liam Gallagher en la grada. ¿Qué le pasa a este chico que habla idiomas y lee a David Trueba?

Si ya lo del Bayern Munich  fue de traca (que nos perdone Balldoví) lo de los citizens es un golpe bajo y retrospectivo a sus inconsolables seguidores. En Alemania, muy puestos en estos asuntos de la mente, la prensa se pregunta si está loco o si es un genio. Mal asunto después de tres campañas en las que ha despedido al cuerpo médico y no se habla con Beckenbauer y ser campeón de la Bundesliga tampoco cura en absoluto la melancolía. El dinero, aunque sea de los Emiratos, no da la felicidad, Pep, y eso tú que has aprendido en poco tiempo la lengua de Goethe, deberías saberlo, príncipe de Santpedor y Dinamarca.

Hablando de dinero, me gustaría ver por el ojo de la cerradura la reunión entre Junqueras y De Guindos en El Prat, ese entremés cervantino no deberíamos perderlo por nada del mundo. ¿O es que como decía aquél la gente de dinero no tiene ideología? Me preocupa mucho quién retirará la arena de las vías del AVE a La Meca. La alta velocidad y el desierto son la metáfora de España. Hay que limpiarse los ojos de arena. Me pasa mucho estos días, tengo los ojos llenos de arena. Y cuando están limpios, vuelvo a ver a Rajoy y a Florentino. Hay cosas que no cambian, dinosaurios que no se marchan, episodios nacionales que habrá que empaquetar antes de vender. ¿O es que ya está todo vendido?