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El obispo que creó un grupo de oración con su secretaria (2.0)
La relación entre el Prelado de Mallorca y una dama de alta alcurnia alarma a Roma y paraliza el litigio por un convento
Raquel Agüeros Palma de Mallorca , 20/03/2016
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Martes, 29 de marzo de 2016
La primavera del obispo Salinas
Monseñor Salinas consiguió hacerse la foto con los reyes Felipe, Letizia y Sofía. No tenía nada a su favor, excepto una cosa.
Las andanzas del obispo con la que fue su secretaria pusieron a Javier Salinas en las portadas de los periódicos baleares en el puente de diciembre. Pero la llegada de las elecciones generales y la Navidad embalsamaron una historia de verano que congeló en otoño el marido de la amiga del prelado. Como de telenovela pero sin guión.
Aparentemente deshecho el grupo de dos, el obispo se recluyó en su hogar de Valencia hasta que no tuvo más remedio que partirse el jeto. La muerte y resurrección de Cristo 2016 le exigían dar la cara. Sobre todo en la Diócesis.
No le ha ido mal.
El Domingo de Resurrección, Monseñor Salinas esperó en la entrada de la Catedral de Palma al Jefe del Estado, el rey Felipe VI, a Letizia Ortiz y a Sofía de Grecia. Por si fuera poco, en la foto también posaron la heredera Leonor, princesa de Asturias y su hermana Sofía, infanta a secas.
Al obispo la jugada le salió de diez. Sobresaliente rayando la matrícula si no fuera por Cristina de Borbón y esposo, ex duques de Palma, ex miembros oficiales de la Familia Real, ex normales reales. Exiliados en Ginebra. Ex tantas cosas. Acusados en el Caso Nóos. Juzgados por el populacho. El marido en paro. El sueldo de la mujer en el congelador. Y Monseñor Salinas aplaudiendo, de fondo.
Mallorca es condición para reinar. Ir a misa también. En un estado laico y aconfesional como España, no hace falta comulgar.
Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin obligaron a los reyes a oír misa pascual. En un país sin gobierno, con la hija de un rey en el banquillo en la ciudad que le regaló un título y con un jefe del Estado apoyando a un amigo poco ejemplar, es menos arriesgado hacer lo de siempre que no hacerlo. En Mallorca no perdonarán a la infanta, por muy inocente que sea. Jamás.
Lo del obispo, en comparación, es un chascarrillo de taberna que divierte a muchos y escandaliza a otros tantos, pero poco más. Con el país hecho rebujito y unas posibles elecciones que inauguren el verano, hasta el más flaco se agarra a la rama del árbol más débil como si fuera una prolongación de su tronco.
Javier Salinas gana tiempo y aparenta fortaleza mientras se autoconcede perdón cristiano. Obviando que los tiempos de la Iglesia se miden en siglos.
Martes 22 de marzo.
El obispo que creó un grupo de oración con su secretaria.
El obispo Javier Salinas abrió el portón de su casa, en el centro histórico de Palma, antes de la medianoche. Iba cómodo, con un chandal azul oscuro. Sonia Valenzuela, su secretaria de relaciones institucionales, atravesó el umbral de la residencia al volante de su discreto utilitario.
No era la primera vez que los muros del palacio episcopal acogían a la pareja. Tampoco era la primera vez que el obispo de Mallorca, valenciano, de 68 años, recibía en su casa, al oscurecer, a su protegida espiritual, Sonia Valenzuela Van Mook-Chaves, de 52 años, una señora bien de Sevilla, madre de tres hijos, militante del PP y exdirectora general de Educación en el ayuntamiento de Palma, profesora asociada de Economía en la Universitat de les Illes Balears, hija de la marquesa de Albercón, afincada en la isla después de casarse con un hombre de rancio abolengo mallorquín: Mariano de España.
Hay gente que nace con el nombre artístico incrustado en su ADN. Al señor De España le olía a cuerno cada vez que su creyente esposa salía de Pastoritx, la inmensa finca que compartían en Valldemossa. No era para menos. Cuentan en el pueblo de La Cartuja que, hace ya un tiempo, Sonia Valenzuela unió su fe a la de otro director espiritual. Un cura de medio pelo sin fuerza en el obispado que tuvo que hacer las maletas "voluntariamente" antes de salir a gorrazos de la isla.
El 8 de diciembre de 2015, día de la Inmaculada Concepción, el Diario de Mallorca publicó en portada el siguiente titular: "El Vaticano llama al obispo de Mallorca a consulta urgente y sopesa su traslado". Los periodistas Matías Vallés y Mateu Ferrer ampliaban, en la página 2, que el jefe de la Iglesia Católica en Mallorca había estado cuatro días en la Santa Sede, dando cuentas ante la Curia vaticana "por un conflicto que contravenía su ministerio episcopal". Había que leer entre líneas para comprender la "conexión laica" y la "documentación existente" al respecto.
Esa misma noche, Javier Salinas respondió comunicado mediante. Bajo la cruz del sello del Obispado de Mallorca, Monseñor Salinas afirmaba que su viaje a Roma se debió a asuntos de "índole patrimonial". Y añadía, en tercera persona: "El Prelado no tiene consciencia de haber actuado en contra de la Doctrina de la Iglesia Católica".
Al día siguiente, la Cadena COPE Mallorca conversó con el obispo. Monseñor Salinas se paseó cómodamente por las ondas, jugando en casa y con el árbitro a favor. Pero ya no había manera de parar la historia.
Fue una semana trepidante. La historia del obispo y su secretaria compitió con la campaña electoral del 20D. El periódico Última Hora se sumó a la noticia poniendo nombre y apellidos a la mujer que compartía con Salinas algo más que las horas de trabajo.
Mariano de España, marido de la secretaria del obispo, había acudido un mes antes a hablar con el jefe de la Iglesia en Mallorca. Sonia Valenzuela había decidido separarse de él, tras 25 años de matrimonio. El señor De España estaba convencido de que la razón de la separación era la relación “impropia” que mantenía su mujer con el obispo, que había llegado a Palma desde Ibiza en 2012.
Pero no se quedó ahí. El aristócrata denunció al obispo ante el representante del Vaticano en Madrid, el nuncio Renzo Frattini, por interferir en su matrimonio. La queja aportaba fotos y mensajes de la pareja de fieles. Hablando en cristiano: contrató detectives para seguirles. Al Nuncio le quemó la denuncia en las manos y la envió echando virutas al Vaticano. El clero mallorquín no se enteró de la vaina, ni de la denuncia ni del viaje a Roma.
En ningún momento se habló de sexo, ni de pasión, ni de pecado carnal. Pero sí de amor, de sentimiento y compromiso. "El obispo y su colaboradora intercambiaron alianzas con sus nombres grabados", publicó Diario de Mallorca. El obispo, desafiando los preceptos eclesiásticos, se había puesto la alianza al lado del anillo episcopal. Una declaración de intenciones más allá de la razón.
Terminaba una semana para olvidar y el obispo ni siquiera había mandado un mensaje a los suyos, al clero mallorquín, dividido en grupúsculos tras el escándalo por las denuncias de abusos sexuales contra el prior del Monasterio de Lluc y los párrocos de Selva y Sa Pobla, y sacudido por la fuerza que ejerce el lobby gay en la iglesia de Mallorca.
Además, estaba el asunto patrimonial.
La Iglesia mallorquina es dueña de medio centro histórico de Palma. Y Mariano de España es inspector de la Comisión de Patrimonio Artístico del Consell de Mallorca, una especie de Diputación provincial, similar a los Cabildos canarios. Independientemente del tipo de relación entre el obispo y su secretaria, está en litigio la venta de un convento que quieren convertir en hotel y que todavía no está resuelta. Las monjas del Monasterio de Sant Jeroni y la diócesis están a la gresca por ese cachito de suelo tan valioso en el cogollo de Palma de Mallorca. Cuando se desveló la relación entre Monseñor Salinas y Sonia Valenzuela, las partes interesadas en el negocio lo dejaron estar.
La congregación de las Jerónimas se instaló en el Convento de Santa Elisabet, Bien de interés Cultural, alrededor de 1480. Sin embargo, desde hace un tiempo, el Obispado de Mallorca reclama la propiedad del Monasterio, que alcanzaría un elevado precio de mercado. A finales de 2015 el Consell de Mallorca dio luz verde para trasladar los bienes del Convento de Santa Elisabet al Monasterio de Sant Bartomeu, en Inca. El asunto, a día de hoy, no se ha resuelto.
Habían pasado cuatro días desde las primeras noticias. Así que a Monseñor Salinas no le quedó más remedio que explicarse ante los suyos. El viernes 11 de diciembre, a las diez de la mañana, se reunió con el Colegio de Consultores y el Consejo Presbiterial. El obispo llegó a la reunión en el asiento del copiloto de un coche de gama baja y con el tiempo justo. Bajó del vehículo hablando por el móvil, como cuando los famosos se quieren escaquear de los periodistas. En las escaleras de acceso al Seminari Nou del Pont d´Inca le esperaban varios equipos de televisión. Después de dar los buenos días y de hacerle una pregunta de rigor, entraron a saco.
- Monseñor, ¿está usted enamorado?- preguntó una periodistilla.
- No- respondió, tajante, el obispo- ¿A usted qué le parece?- acertó a reaccionar Monseñor.
Al obispo le pilló por sorpresa. No había valorado la posibilidad de responder abiertamente a preguntas de ese calado. El obispo cantó La Traviata en doce minutos angustiosos para él. Respondió a todo sin que le temblara la voz. No demostró debilidad ante el trago que seguramente estaba pasando. Ni tampoco midió la repercusión que iban a tener sus palabras. El error que cometió Salinas fue contestar. Para los medios, las respuestas del obispo fueron una bendición. Para él, un laberinto del que oficialmente todavía no ha salido. Este 20 de marzo, domingo de Ramos, el obispo reapareció en la Catedral: "Sería bueno que al llegar a casa releyérais de nuevo la Pasión de Jesús, que camina tot sol, tot sol, camino de la muerte", dijo monseñor Salinas, para terminar recordando que "sin el perdón y la misericordia la Justicia no es Justicia".
El obispo mintió en la entrevista de la COPE. Y también en el comunicado que lanzó como respuesta a la primera publicación. Lo confirmó él mismo en esa confesión improvisada ante la prensa. Monseñor Salinas admitió que en su viaje a Roma sí tuvo que dar explicaciones ante la Santa Sede sobre temas personales.
- ¿Quién cree que está detrás de todo esto?
- Él- contestó monseñor, refiriéndose a Mariano de España, el marido de su pupila espiritual.
- ¿Es cierto que Sonia Valenzuela y usted se intercambiaron alianzas con sus nombres grabados?
- En las alianzas ponía "Caminantes"- respondió Salinas.
Según su respuesta, Caminantes era el nombre de un grupo de oración que habían creado un mes antes de encargar los anillos.
- ¿Y cuánta gente formaba parte de ese grupo de oración?
- Dos, ella y yo.
Aquello fue gloria bendita, como cuando te comes un tocino de cielo y lo vas despegando del paladar mientras lo saboreas a cámara superlenta. A la salida de la reunión, el obispo Salinas se escurrió de la prensa como pudo, pero antes de marcharse quiso reforzar su posición con una frase de manual: "Sigo siendo el obispo de Mallorca".
Algunos sacerdotes que habían estado en el cónclave salieron por patas. Otros mostraron su apoyo público al jefe. Y otros se marcharon tranquilos, pero sin hacer declaraciones. Un par de ellos, fuera de cámara, admitieron lo penoso de la situación.
Con la Navidad por medio se decidió que lo mejor sería esperar a que la cosa se calmase. Fuentes cercanas al Vaticano confirmaron que la fama de Salinas en Roma es la de un hombre frívolo, engatusado por las altas esferas, el dinero y las fiestas regadas de licor.
¿Resurrección?
El domingo 27 de marzo es un día grande en Palma. No por la celebración de la Resurrección del Señor, sino por la asistencia de los Reyes de España a la Misa de Pascua en la catedral. En esta situación sería hasta aplaudido un merde de Letizia por tener que besar el anillo que rozó la alianza del grupo de dos. El obispo de Mallorca ha creado un género. Cuando le jubilen debería registrar la marca Grupo De Dos. Así, cada vez que alguien imprima esa expresión para anunciar algo, él podría pillar cacho. Una salida digna después de tanta migaza, siempre indigesta.
Cuando saltó la historia, los hijos de la pareja se posicionaron a favor de su madre. Los padres estaban en trámites de separación pero seguían compartiendo casa. Vivir bajo el mismo techo en una finca así es como cuando los reyes Juan Carlos y Sofía compartían el palacio de la Zarzuela. No es necesario cruzarse por los pasillos. La separación todavía no está firmada. A día de hoy Sonia Valenzuela y Mariano de España comparten casa. Ninguno de los dos ha vuelto a aparecer por Valdemossa.
La intimidad del obispo es suya. De momento nadie puede demostrar que Monseñor Salinas se haya saltado a la torera las normas que exigen su cargo. Ni siquiera el video que les grabaron, en el que se ve la secuencia completa de la llegada de Valenzuela al palacio episcopal. La fotografías son capturas del material que la agencia de detectives entregó a Mariano De España después de varios días de seguimiento. Un informe de 80 páginas más la parte audiovisual. En él están registradas llamadas de madrugada de Sonia Valenzuela al obispo, y mensajes de texto en los que se dirige al prelado como "Javi" o "Angelito".
Seguramente el obispo pecó de dejadez. Durante unos meses aparcó la dirección del clero de Mallorca y se amparó en el báculo y la mitra para explicar cuestiones estrictamente personales. Salinas tampoco será capaz de poner orden en la Iglesia de Mallorca. Su antecesor, el también valenciano Monseñor Murgui, tiró la toalla después de 9 años al frente de la diócesis mallorquina, cómoda durante los años del obispado de Teodoro Úbeda, otro valenciano que supo ganarse la confianza del clero. O por lo menos el apoyo.
El que también ha trabajado a Roma es el obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Juan Segura, al que algunos ya sitúan en Mallorca cuando monseñor Salinas haga la mudanza definitiva a Valencia, su tierra, en la que vive, extraoficialmente desterrado, desde Navidad.
En su momento, lo de Isla de la Calma para referirse a Mallorca tenía sentido. Incluso tenía un punto transgresor.
Pero ya.
¡Por Dios!
Martes, 29 de marzo de 2016
La primavera del obispo Salinas
Monseñor Salinas consiguió hacerse la foto con los reyes Felipe, Letizia y Sofía. No tenía nada a su favor, excepto una cosa.
Las andanzas del obispo...
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Raquel Agüeros
Raquel Agüeros. Persona. Periodista. Autónoma. Nació navarra y voló del nido. Lleva 17 años picando, casi siempre en televisión y radio. Escribir es su espina clavada. Vive en Mallorca.
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