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Puede que la respuesta a esta pregunta importe a pocos, a poquísimos ya. Es la consecuencia de lo que se percibe como una permanente lucha por el poder dentro de la candidatura madrileña. Al fin y al cabo se trata de un ayuntamiento que ya en demasiadas ocasiones (véanse los casos Zapata, Maestre, titiriteros y los distintos amagos de operaciones urbanísticas) viene destacando por su inanidad, tanto frente a los ataques reiterados de la nueva y vieja derecha como en lo que se refiere al cumplimiento de su programa. Lo último: la renuncia a la remunicipalización de la recogida de basuras, un contrato de más de 150 millones que servirá para seguir dando aire a las grandes constructoras con serios problemas de liquidez.
Sea como sea, no es fácil determinar lo que ocurre en el gobierno municipal madrileño: demasiados actores, demasiados intereses cruzados. De un lado, está la veterana alcaldesa, que no ha dejado día sin perdón para declarar “lo bonito que sería un pacto de Podemos con el PSOE”. Hace poco nos daba también a conocer que sigue muy atentamente lo que ocurre en Barcelona, pero no tanto para considerar los logros políticos de ese ayuntamiento, como para ver “lo bonito” que será su pacto con el PSC.
De otro lado está Podemos, que lleva también semanas sometido a ataques externos, autosabotajes, filtraciones y toda clase de pifias. Hace apenas unos días conocíamos su intención de convocar una Asamblea Municipal con el fin de elaborar una nueva hoja de ruta y hacer balance. Con el plácet de su secretario general, Jesús Montero, líder veterano de la organización post-carrillista llamada Juventudes Comunistas y que ha pasado su vida dando saltos de burocracia en burocracia, el manifiesto de llamamiento a la asamblea listaba entre sus intenciones: “Consolidar el gobierno del cambio”, impulsar un “movimiento municipalista” “basado en la participación” y “el empoderamiento”, y recuperar a los círculos para que “tomen un papel protagonista”. Sorpresa: quien ha sido experto en el vaciamiento de su propia organización —comparen la asistencia a los círculos de hoy y hace año y medio— y en la guerra fratricida con su supuesto compañero de viaje, Ganemos Madrid, propugna recuperar Ahora Madrid, trabajar por el “municipalismo” y construir movimiento. ¿Será que el Atila podemita está dispuesto a dar un giro de 180 grados?
No nos adelantemos. Aunque el llamamiento a la asamblea habla de la construcción de Ahora Madrid, Montero ha sido calculadamente ambiguo en posteriores declaraciones, en las que hablaba de mantener este partido en estado “durmiente” de cara a las siguientes elecciones, ¡nada menos que en 2019! También conocíamos por su boca que Podemos estaría por aceptar una entrada del PSOE en el Ayuntamiento, eso sí, siempre que los concejales más próximos a la formación se mantuvieran en sus puestos. ¿En qué consistirían si no los pactos? ¿En acuerdos de programa político?
Hay muchísima tela que cortar dentro de Podemos. Si se permite una nota para no iniciados: dentro del consejo municipal de Podemos Madrid se han reproducido las mismas tensiones que en Podemos Comunidad de Madrid. El sector más próximo a Errejón ha planteado sin ambages la oportunidad del pacto con el PSOE y la necesidad de construir Ahora Madrid como espacio organizativo con entidad propia. Pero el objeto en disputa entre las dos facciones de Podemos no es el control del consejo municipal de la ciudad, sino el mismo gobierno municipal, donde ambas posiciones tienen concejales afines y cierta cercanía a la alcaldesa.
Y además está Ganemos Madrid, plataforma compleja impulsada por algunos movimientos sociales de la ciudad y en la que participaron IU, Equo y otras formaciones políticas; sólo gracias a que estas tuvieron un papel secundario se logró que la iniciativa prosperara. La especialización de Ganemos ha sido hasta ahora la única propiamente política, centrada en la construcción de espacios de cierta densidad organizativa y en la defensa de este pliego “de recomendaciones” por el que la alcaldesa conoce el programa de Ahora Madrid. Nada extraño, por tanto, que sea considerado por unos y por otros como la mosca cojonera que convendría dejar atrás, aunque sea de un manotazo.
Ante al aluvión de declaraciones y en forma de respuesta, Ganemos Madrid lanzaba el 29 de marzo un comunicado en el que reafirmaba su compromiso con el municipalismo, pero siempre que este sea democrático. Conviene recalcar lo de “democrático”, porque tal palabra tiene implicaciones precisas, como la participación y decisión efectiva de los militantes y las asambleas que se reconocen en la formación, la rendición de cuentas de los cargos electos, el derecho a la representación y a la autonomía de las minorías, el respeto al programa decidido y comprometido en la campaña, y la apertura a las luchas y olas de movilización que en definitiva actúan como motores del ciclo político que abrió el 15M.
Por último y como guinda, pero ya dentro del género de la astracanada, conocíamos el 28 de marzo las declaraciones de Convocatoria por Madrid, particular pecio de la descomposición de IU, sólo posible en las condiciones excepcionales de fragmentación que vive la izquierda madrileña. El caso es que, tras declarar solemnemente su fidelidad a Ahora Madrid (en Convocatoria son especialistas en “fidelidad”) y a la “mejor alcaldesa” de la historia reciente de la ciudad, se deciden por abandonar Ganemos Madrid. Lo gracioso viene cuando se comprueba que lo que “dejan” es un espacio en el que formalmente nunca han estado, ya que su participación se produjo dentro de IU, que sigue en Ganemos; al tiempo que es oficioso que Convocatoria por Madrid es parte integrante de Podemos tras un par de esos muchos saltitos que se han producido desde IU hacia el barco podemita.
Otra nota para no iniciados: Convocatoria por Madrid es conocida en los ambientes palaciegos de la política institucional madrileña como los “tanios”, original diminutivo del nombre de su lideresa, Tania Sánchez Melero. Ciertamente, los “tanios” son seguramente la mejor agencia de empleo de la nueva política. Con una estimación de miembros activos que algunos consideran en 30 y otros en 40, han logrado un diputado en el Congreso, dos en las Asamblea de Madrid, otros dos concejales en el Ayuntamiento de la capital, amén de un puñado de sillones en algunos municipios del sur de Madrid. Añadan a los cargos electos su correspondiente paquete de asesores y obtendrán un índice de “logro laboral” superior al 50%. Ninguna otra familia, camarilla o fracción ha conseguido tanto con tan poco. No es poco el mérito.
No obstante, y más allá de este ajetreo, la cuestión está en interpretar lo que se juega en estos movimientos que tanto recuerdan al baile de la silla. Dos fuerzas, dos procesos se reconocen sin dificultad. De un lado, está la alcaldesa, que sin encomendarse más que a sí misma y a sus medios afines, busca estabilidad en forma de un doble pacto con el PSOE --estatal (con abstención o acuerdo) y local, dando entrada a los socialistas en el Gobierno municipal--, aunque sea contra todo lo que le ha llevado al cargo. De otro, se despliega la lucha por la marca “Ahora Madrid”, quizás lo único que pueda servir de contrapeso simbólico a la figura de la alcaldesa, cada vez más autónoma. Nótese bien, hablamos de estabilidad y de marcas políticas, no de política, no al menos directamente. Y es aquí donde aparecen los problemas y los límites de la llamada nueva política.
Durante dos años hemos visto nacer, crecer y luego decaer (aunque sólo sea por puro cansancio) ese discurso de la “ciudadanía”, que repetía que tal o cual partido son instrumentos de la “ciudadanía”, que la “ciudadanía” por fin toma las instituciones, que la “ciudadanía” tal y tal... La paradoja está en que esa ciudadanía sólo parece existir como un montón de votos y una masa espectadora expectante a la que se la interpela de forma monomaníaca para que mantenga su confianza en ese continuo hecho de rostros, connotaciones, símbolos y palabras. Justamente lo que compone una marca.
Siendo honestos, se debe reconocer que este discurso ya no es más que la retórica que acompaña al surgimiento de una nueva clase política. Buena parte de esa nueva clase compite hoy por tomar posiciones en la parrilla de salida de una particular carrera cuyo premio es Ahora Madrid. La pregunta es: ¿habrá suficiente público o este tipo de competiciones se ha convertido ya en un deporte minoritario? Normalmente, cuando la política se reduce a gestos y retórica suele volver a esa sala vacía que ocupa en su forma convencional. Quizás merezca la pena darles una última oportunidad. Pero estemos muy atentos, especialmente a todos aquellos que no nos hablan claramente y que no apoyen sus palabras con actuaciones concretísimas... Puede que estén agotando su último crédito.
Puede que la respuesta a esta pregunta importe a pocos, a poquísimos ya. Es la consecuencia de lo que se percibe como una permanente lucha por el poder dentro de la candidatura madrileña. Al fin y al cabo se trata de un ayuntamiento que ya en demasiadas ocasiones (véanse los casos Zapata, Maestre, titiriteros y...
Autor >
Emmanuel Rodríguez
Emmanuel Rodríguez es historiador, sociólogo y ensayista. Es editor de Traficantes de Sueños y miembro de la Fundación de los Comunes. Su último libro es '¿Por qué fracasó la democracia en España? La Transición y el régimen de 1978'. Es firmante del primer manifiesto de La Bancada.
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