Análisis
La difícil sucesión de los presidentes del IBEX 35
La figura de César Alierta preocupaba especialmente en el mercado. Su renuncia a la presidencia de Telefónica abre el camino a un nuevo posicionamiento de la empresa y a una recuperación del precio de las acciones
Javier Santacruz Cano 30/03/2016
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Hace ya más de tres años, The Financial Times dedicó un demoledor suplemento de fin de semana al fallecido Emilio Botín, entonces presidente del Banco Santander. El rotativo dedicó más papel de lo habitual para subrayar lo que entendía como los tres principales problemas a los que se enfrentaba la entidad: la presión de los reguladores bancarios, la crisis económica en el sur de Europa y su sucesión al frente del banco.
Tanto la portada como el suplemento de este salmón europeo no sentaron nada bien ni a Botín ni a los entonces cuadros directivos del Santander. Sin embargo, tanto Botín padre como los que podían ser sus sucesores (entre los que se encontraba la actual presidenta Ana Patricia Botín) sabían perfectamente que el FT había puesto el dedo en la llaga y que lo que hacía el rotativo era a sacar a la luz algo que era desde hacía tiempo un secreto a voces.
En esa misma línea, el FT prosiguió analizando un buen número de compañías del IBEX 35, desempeñando un papel que podríamos denominar de “mensajero”. Las firmas más destacadas del diario recogían las principales preocupaciones que mostraban los banqueros y los gestores de los fondos en la City, entre las que figuraba, en orden prioritario, la elevada edad de los presidentes de las compañías del IBEX 35 y, en muchos casos, la falta de una sucesión clara.
Ante ese escenario, destacados gestores de fondos limitaron su exposición al IBEX 35 y ponderaron los activos de Bolsa española con un plus de riesgo. Mientras tanto, en España se prefirió matar al mensajero calificando de “temores infundados” las tesis de personas que se juegan miles de millones de sus clientes al día y que los medios económicos propagaban por todo el mundo, no sólo ya el FT.
Solamente hizo falta un año y medio para darse cuenta del acierto de esta apuesta. Tras la muerte de Emilio Botín, su posterior sucesión en la persona de su hija sólo fue posible gracias a las presiones de los grandes inversores, algunos de ellos colocados de una forma destacada en el accionariado del Santander y de Blackrock. Una sucesión no preparada, pero sí rápida, permitió ganar mucho dinero a los inversores mayoristas y una reconversión no traumática para la propia entidad y para el IBEX.
La experiencia del banco de Santander permitió vislumbrar las consecuencias del diseño de la estrategia de sucesión. Telefónica parece haber tomado nota. La renuncia de César Alierta, hecha pública el 29 de marzo, abre el camino a un nuevo posicionamiento del exmonopolio público y a una recuperación del precio de las acciones. El temor de que Alierta pudiera “quemar” a su sucesor, Álvarez-Pallete, prolongando durante más tiempo su presidencia de la teleco ha dañado el comportamiento de las acciones teniendo en cuenta dividendos (total return).
Evolución del precio de las acciones de Telefónica con dividendos. Visual Chart
La figura de Alierta preocupaba especialmente en el mercado porque, tras más de 15 años como presidente, la marca “Telefónica” se asociaba a la marca “Alierta”. Al margen de las bondades que eso pudiera representar, lo cierto es que no podían ocultar el problema de fondo: ¿qué pasará cuando el “cerebro” de la compañía se vaya? Una empresa es mucho más que su presidente o su consejo de administración. Pero este cambio de concepción es algo que está por hacer en España.
El “hecho biológico” en el caso de Botín y la renuncia en el caso de Alierta no solucionan el que sigue siendo uno de los talones de Aquiles de las compañías de mayor capitalización en la Bolsa española: la sucesión en los consejos de administración y sus presidencias. El problema es aún mayor en las empresas familiares o en las que las familias fundadoras mantienen una importante participación.
El sector bancario y el de la construcción se presentan como los próximos objetivos en lo que a riesgo de gestión se refiere. La mayoría de los presidentes de las compañías del IBEX 35 superan la edad de jubilación y, en muchos casos, no cuentan con una clara sucesión. El problema no reside tanto en la edad avanzada de sus presidentes sino en la falta de líderes por debajo de ellos (no necesariamente el consejero delegado, por ejemplo) que permitan un cambio rápido y no traumático.
El mayor enemigo del dinero es la incertidumbre, traducida en cambio de las reglas de juego a mitad de partido o bandazos de un lado a otro sin un horizonte claro. Sin embargo, para el inversor mayoritario que tiene paciencia y es capaz de gestionar el riesgo, las presiones para provocar cambios directivos en compañías fuertes pueden reportar frutos abundantes. Ahí está Carlos Slim con Realia o FCC y es lo que les terminará pasando en otras como OHL (Villar Mir está por encima de los ochenta años).
En el sector bancario, las cosas no son diferentes. La constante “quema” de sucesores ha provocado que sus presidentes sigan asentados en el poder con avanzada edad y sin un claro recambio, al menos, conocido y confiable por el mercado. Ocurre lo mismo en el sector energético, donde los únicos sucesores en los consejos provienen de la política. Así podríamos seguir en orden alfabético en los 35 del IBEX, donde hay pocas excepciones que siguen confirmando la regla.
Hace ya más de tres años, The Financial Times dedicó un demoledor suplemento de fin de semana al fallecido Emilio Botín, entonces presidente del Banco Santander. El rotativo dedicó más papel de lo habitual...
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Javier Santacruz Cano
Es economista y socio de China Capital.
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