TESTIMONIO
La Morada vive
Crónica del desalojo del Centro Social Okupado y Autogestionado de Chamberí, en Madrid, y de la detención de una treintena de personas de 16 a 70 años
Amelia Alvarado 22/04/2016
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Ayer, como todos los miércoles, tenía preparada la bolsa del mercadona-carrefour para recoger las verduras de mi grupo de consumo, en el que compras verdura sin intermediarios, directamente de la huerta, un lujazo de los que ya quedan pocos. Es una de las “peligrosísimas” actividades que se desarrollaban (qué pena) en el Centro Social Okupado y Autogestionado La Morada del barrio de Chamberí de Madrid.
Hasta el año 2011, La Morada era un espacio que llevaba más de 10 años vacío, abandonado y sucio. Pertenecía a la familia López Brea, dueños de un imperio inmobiliario. Las vecinas del barrio, al calor del 15M, consideraron que eso era un desperdicio al que había que poner fin, y en septiembre de ese mismo año se decidió okupar el espacio (es importante la k de okupación).
Durante todo este tiempo allí nos hemos estado reuniendo colectivos de todo Madrid, y ha servido de centro de acogida a muchos otros de todo el Estado o del extranjero. De hecho recuerdo un grupo de alemanes que vinieron a España a aprender sobre nuestra transición desde el punto de vista antifascista, su gobierno les subvencionaba el estudio de la memoria histórica de otros países. ¡Qué envidia! Recientemente también participaban en el espacio los colectivos que se reunían en el antiguo Patio Maravillas, también desalojado hace un tiempo.
Al principio era caótico, nos escribían decenas de colectivos pidiendo espacio para reunirse, sobre todo en invierno, y había que tener “a punto” las salas (Minuesa, Casablanca… todas con nombres de okupas) y habilitar lo necesario para llevar a cabo las actividades. Poco a poco la cosa fue rodando, como cuando te compras (imagino) un terreno en el campo y vas construyendo tu hogar; tienes que conseguir luz, agua, poner la huerta, fabricar muebles (o pedirlos o encontrarlos...), y llenarlo de vida, de risas y de lágrimas, que también las hubo. Mucho curro, sí, pero creo que ha sido una de las cosas más bonitas, enriquecedoras y empoderantes que he vivido.
En el C.S.O La Morada se han gestado acciones de la coordinadora de vivienda de Madrid, el 25S Rodea el Congreso, Tribunal Ciudadano de Justicia, Antirracistas Chamberí... y nos lo hemos pasado en grande bailando swing, salsa, break dance, con grupos de teatro, cine club y catas de vino (es Chamberí, que no se nos olvide). Teníamos una sala enorme en la planta de abajo que también usábamos para hacer fiestas (siempre hasta las 00h, por los vecinos) para recaudar dinero para cajas de resistencia (multas, normalmente) de otros colectivos. Pero ayer lo mandaron todo a la mierda. Ayer, sin saber por qué quieren acabar con algo así, la policía desalojó ese espacio tan necesario para una ciudad como Madrid.
Llevábamos meses inmersas en un proceso judicial algo complicado. La propiedad pasó de los López Brea al Banco Santander, y ahora estaba en manos de la inmobiliaria Inmo Glacial, más concretamente de su dueño, Ignacio Moreno. Este había demandado a los “okupantes” y solicitado el desalojo del centro, pero los jueces le pararon los pies no solo denegándolo sino archivando el procedimiento. Como es legítimo, el propietario recurrió esta decisión, y la causa se encuentra actualmente pendiente de que la Audiencia Provincial de Madrid confirme o no el archivo.
Ayer, D. Ignacio Moreno, pasándose por el arco del triunfo la desestimación de desalojo, decidió mandar a tres señores de Prosegur, que reventaron nuestro humilde FAC, y se atrincheraron en la sala más cercana a la puerta.
La respuesta de los colectivos fue unánime, había que ir a La Morada, defender el espacio, pedir explicaciones, llamar a los juzgados, abogada… lo que fuera para no perderlo. Los “caballeros prosegur” decían que les había acompañado la policía, ésta lo negaba, en los juzgados no tenían noticia del desalojo... así estuvimos un par de horas. Hubo un cambio de turno entre vigilantes y, con la puerta abierta, muchas entraron al centro (nuestro centro) a intentar que siguiera funcionando con normalidad. El problema es que la normalidad es complicada cuando la calle está tomada por la policía.
Su normalidad es diferente de la nuestra, eso es obvio, y ayer consistió en ponernos de cara a la pared a las que estábamos en la calle junto a la puerta del centro, cachearnos un par de veces a cada una, y sin mediar palabra, salvo órdenes de “no te muevas”, “de cara a la pared”, “no habléis”, proceder a detenernos. Después, con el apoyo de tropecientos (innecesarios pero vistosos) operativos más, con mazas y arietes, reventaron la puerta del centro y detuvieron también a las que estaban dentro.
Nunca he tardado menos en llegar desde Chamberí hasta Moratalaz, pero tampoco tengo un coche con luces azules en el techo. Allí, todo normal; huellas, objetos personales en bolsas, espera larga de cara a la pared (eso les gusta), poner el teléfono de persona de confianza, nombre de abogado... y leerte los cargos, que no sé por qué eran diferentes para cada uno, habiendo estado todas en el mismo lugar. Supongo que iban tirando un dado en el que en cada cara había un delito y lo que salía te lo imputaban. Bingo policial lo llaman, creo. Recuerdo que me pregunté qué sería lo que les estaba pasando por la cabeza a los policías al ver a 32 personas tan dispares detenidas. Un rango de edad de 16 a 70 años, con todas las “pintas” imaginables.
Decidieron no bajarnos a calabozos, cosa que agradecí, y después de declarar --o no declarar, nunca se declara en comisaría-- a la 1 ya estábamos todos fuera (desde las 16h que llegamos a La Morada). En la puerta, mucha gente esperando bajo la lluvia, animando, y gritando “¡10, 100, 1.000 centros sociales! ¡Libertad, libertad detenidas por luchar!”.
No sabemos cómo acabará esto, es probable que haya juicio, o no, soy incapaz de meterme en la mente de policías y jueces. Pero me quedo con el apoyo de la gente, muchos amigos “de los buenos”, el amor incondicional a los centros sociales como algo imprescindible para el desarrollo de ciudades y barrios, y con ellos de las personas que las habitan. Y es que, como decía Barricada en una canción: “Cuando se aprende a llorar por algo, también se aprende a defenderlo”.
Ayer, como todos los miércoles, tenía preparada la bolsa del mercadona-carrefour para recoger las verduras de mi grupo de consumo, en el que compras verdura sin intermediarios, directamente de la huerta, un lujazo de los que ya quedan pocos. Es una de las “peligrosísimas” actividades que se...
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