JAZZ
El don de Billy Higgins
Ayax Merino 4/05/2016
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El ínclito batería Billy Higgins nació el 11 de octubre de 1936 en Los Ángeles y falleció el 3 de mayo de 2001 en Inglewood, California, no muy lejos de donde vino al mundo, van a hacer ahora quince años.
Hombre afable, sonriente, amable, debió de ser muy buen tipo, pues todos lo que le conocieron hablan maravillas de él. Y eso es algo bastante infrecuente, la verdad. Por no decir que es un caso insólito que se da en muy contadas ocasiones.
Resulta curioso, o bien mirado tal vez no tanto, que empezase su carrera como batería de rhythm and blues dando golpes a los parches y los platillos junto a Bo Diddley, Jimmy Whiterspoon o Rosetta Tharpe, que está muy bien como comienzo.
Pronto, no obstante, cuando todavía era un chaval se adentró de lleno en el mundo del jazz y allá por 1953 fundó con el trompetista Don Cherry y el saxofonista James Clay el grupo The Jazz Messiahs, algo así como los mesías del jazz, que es un nombre asaz molón. Y no contento con eso algo más tarde tocó también con el saxofonista Lucky Thompson y en el grupo del bajista Red Mitchell. Lo que se dice un arranque fulgurante.
Por esos años llegó a Los Ángeles el saxofonista tejano Ornette Coleman. Entonces un completo desconocido, Ornette hizo muy buenas migas con Higgins y Cherry. Se conoce que tenían gustos comunes. Así que charla va y charla viene, empezaron a tocar juntos, a ver qué pasaba. Ya andaba entonces Ornette Coleman experimentando con afán, de exploración a la busca de tierras jamás antes holladas. Jubilosos, contentos, entusiasmados, Cherry y Higgins acompañaron de muy buena gana a Coleman en su iniciático viaje.
Nació así el cuarteto de Ornette Coleman. Pronto salió su primer disco y se armó la marimorena, un revuelo de aúpa. Estos jovenzuelos, como el que no quiere la cosa, acababan de dar a luz al bautizado como free jazz, el jazz libre. Empeñados estaban en arrancarle de cuajo al jazz todas sus ataduras, así rítmicas como armónicas, que querían volar a sus anchas por el cielo lejos del rastrero suelo habitado por los mortales, audaces chicuelos que quebraron en mil pedazos todas las convenciones con las que se encontraron, con inocente alegría, cual niños traviesos que rompen el juguete que ha caído en sus manos.
A Higgins le retiraron, por un asunto de drogas, la licencia para tocar en locales públicos. Y no le quedó más remedio que refugiarse en los estudios
Hay que poner la oreja, que así de primeras no es cosa fácil seguir a estos muchachos. Requiere de tiempo y paciencia. Al pronto puede parecer un simple caos, cada uno tirando por su lado, a su aire, una cacofonía. Y eso pasó, que muchos consideraron aquello un puro ruido. Pero estos atrevidos jovenzuelos siguieron sin desfallecer por la senda recién desbrozada.
Y a Nueva York que se marcharon, a conquistar con sus sonidos extraños la gran ciudad. Allí se les unió el bajista Charlie Haden y el cuarteto anduvo asombrando al mundo con sus osadías, Billy a la batería, claro.
Gracias al fantástico escaparate que supuso la irrupción desenfrenada del cuarteto de Ornette Coleman en el mundo del jazz, que estos chicos entraron por allí sin más miramientos atropellando con todo, Billy Higgins se forjó una excelente reputación. Y así, en 1960 trabajó con Thelonius Monk y con John Coltrane, ni más ni menos.
Pero la cosa se torció. Sí, pero torcida de veras. En 1961 a Higgins le retiraron, por un asunto de drogas, siempre las malhadadas drogas, la licencia para tocar en locales públicos. Y no le quedó más remedio, a la fuerza ahorcan, que refugiarse en los estudios de grabación hasta que escampara la tormenta.
En la Blue Note
Visto lo visto, no salió mal parado el hombre. No, nada de eso. Encontró colocación en la Blue Note, esa magnífica discográfica de jazz y allí esperó pacientemente a que saliera de nuevo el sol, alejadas las nubes por un viento propicio. Encerrado en un estudio, sí, alejado de los escenarios, cierto, pero eso no le impidió tocar la batería con los grandes músicos del momento. Con Desiderio el Largo, Dexter Gordon, por ejemplo. O con Hank Mobley y Donald Byrd. Y que tenía el don, Higgins, de estar en el sitio adecuado en el momento justo. Por ejemplo, en la grabación del primer disco de Herbie Hancock, una auténtica revelación. O en el fantástico disco que fue y es The Sidewinder, de Lee Morgan. Que este hombre no paraba de darle a la batería.
En 1966 se unió al pianista Cedar Walton, con el que trabajó mucho y bien durante largo tiempo. Infatigable, que parece que nunca tenía bastante, a principio de los 70 fundó con el trompetista Bill Hardman y el bajista Bill Lee la Brass Company.
En 1978 le dio el arrebato de volverse a su tierra y se plantó en Los Ángeles. Allí sacó varios discos como cabeza de cartel, con su nombre, como patrón. Lo que no le impidió, todo lo contrario, seguir tocando la batería como acompañante. De Milt Jackson, de Art Pepper o de Slide Hampton, entre otros muchos.
Sobrio, comedido, supo huir siempre de fáciles efectismos y tocó con casi todo el mundo
Excelente batería, dotado de una técnica fabulosa, es un placer oírle acariciar los parches con las baquetas. Sobrio, comedido, supo huir siempre de fáciles efectismos. Fue uno de los baterías más solicitados y tocó con casi todo el mundo. No me extraña.
En 1986 apareció en Round Midnigth, la película de Bertrand Tavernier protagonizada por Dexter Gordon. Y un año después volvió a tocar con Ornette Coleman y su cuarteto. Ya digo, que no paraba quieto. Y como se ve que se le antojaba poco lo que hacía, también se puso con ganas a la tarea de enseñar a los muchachos a tocar como Dios manda una batería, de profesor, a dar clases. Magistrales clases.
Pero su salud quebradiza empezó a darle disgustos. Años hacía que venía arrastrando una dolencia hepática que le traía a mal traer. Y en 1996 los médicos le trasplantaron el hígado, que el suyo, cascado del todo, ya no daba más de sí.
Y así siguió con lo suyo. Hasta que el hígado recibido también le falló. Murió cuando aún no había cumplido los 65 años.
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Este artículo puede escucharse también en el programa Jazz en el aire.
El ínclito batería Billy Higgins nació el 11 de octubre de 1936 en Los Ángeles y falleció el 3 de mayo de 2001 en Inglewood, California, no muy lejos de donde vino al mundo, van a hacer ahora quince años.
Hombre afable, sonriente, amable, debió de ser muy buen tipo, pues...
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