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No ha habido suerte. A unos le gustaban los callos con garbanzos y otros los preferían con espinacas, unos defendían la unidad de destino en lo universal de la tortilla de patatas y otros se habían pasado al rollito de primavera. Es difícil ponerse de acuerdo con uno que se niega a probar la empanada casera o pringar un poco de pan en la salsa de los pimientos del piquillo rellenos de bacalao.
Así que vamos de nuevo a votar. En las próximas elecciones de junio los partidos políticos lo tienen muy fácil para conseguir el voto de este “gastrólogo glotón” ya que, como humilde votante, sólo pido cosas que tienen que ver con la comida. Dejo las grandes demandas utópicas para otros, los grandes principios de transformación democrática para ideólogos más ambiciosos, las revoluciones pendientes para los votantes más emprendedores.
Esto es lo que les pido. Un sencillo, asequible y breve decálogo:
1. Que la Cultura Gastronómica sea una asignatura importante en el curriculum de la educación obligatoria ya que sólo a través de la educación se puede frenar y reducir el actual incremento de la obesidad y el sobrepeso entre la población infantil en España que ahora está en torno al 28% de los niños y es el origen de graves enfermedades. Los niños gordos serán adultos enfermos.
2. Que comer en España sea un derecho humano. Tomar medidas para que nadie tenga que ir a un comedor social o un banco de alimentos o rebuscar comida en los cubos de basura de los supermercados. Renta Básica Universal, por ejemplo. Salvo si te parece bien salir a la calle y ver a las personas alimentándose de basura, mendigando o dependiendo de caridades diversas.
3. Que se incentive el consumo de alimentos producidos con agricultura ecológica y ganadería extensiva en los comedores públicos. Por ejemplo, que en los comedores escolares o en los hospitales se valore en las adjudicaciones de las contratas que dos días o más a la semana se cocinen los alimentos con productos ecológicos. España es el más importante productor de alimentos ecológicos de Europa, así estimularemos aún más este sector económico sostenible.
4. Que no se firme el TTIP y ningún tratado comercial en el que se quieran cambiar los principios europeos de caución en la seguridad alimentaria o se bajen los niveles de tolerancia legal en el uso de engordantes y hormonas para el ganado, pesticidas y transgénicos en la agricultura o colorantes y conservantes en los alimentos procesados. El TTIP reducirá la calidad de los alimentos y destruirá una parte importante del sector agrícola y ganadero español. Nadie quiere eso.
5. Que el agua sea un derecho humano y que a ninguna persona se le pueda cortar el suministro por impago cuando sus condiciones económicas sean precarias. Hay que definir un suministro mínimo de litros por persona que deberán suministrar las gestoras públicas o privadas. El agua en nuestro país es un bien público. No es propiedad de ninguna empresa.
6. El gasto destinado a la alimentación de la renta familiar disponible es apenas del 14%. Nos gastamos poco en comer y comemos productos de menos calidad porque la mayoría de la renta familiar se destina a hipotecas, recibos del hogar y combustibles. Es necesario rebajar el gasto de esas partidas para que las familias dispongan de más renta para gastar en comer mejor. Una de las razones de este bajo gasto en alimentación fue también la burbuja inmobiliaria y los precios de oligopolio de las grandes empresas de suministro de energía que esquilmaron la economía de miles de familias y agravaron la crisis financiera mundial.
7. Apoyo, facilidades legales y supervisión de la seguridad alimentaria al pequeño agricultor y ganadero para facilitar la venta directa de sus productos al consumidor evitando intermediarios que no aportan valor a la cadena comercial. Desarrollar un “Internet logístico” para hacer más eficientes y baratos los intercambios de estas mercancías entre productores y consumidores.
8. Apoyo a las pequeñas explotaciones ganaderas ecológicas o extensivas y las queserías artesanas o los llamados quesos de pastor para que puedan vender sus productos directamente al consumidor bajo una supervisión veterinaria pública.
9. Incentivar y educar al ciudadano sobre el consumo de alimentos de temporada, de proximidad y de comercio justo propiciando que los precios de estos alimentos sean competitivos. Nadie quiere que los alimentos que comemos hayan sido producidos por mano de obra esclava o el trabajo infantil.
10. Fomentar y legislar sobre los horarios laborales para que comer y cenar en casa, cocinar los alimentos con tiempo suficiente, comer con los hijos sea posible y se convierta en lo habitual y no en un acto social extraordinario. Conciliar también para comer mejor.
La comida es algo muy serio. Podría seguir, pero creo que con estos diez puntos es suficiente para esta legislatura por venir. Votaré con gusto a quien defienda la mayoría de este decálogo en su programa electoral, sea quien sea. No le hago ascos a ningún guisote. Creo que no pido mucho, solo lo que pediría cualquier glotón libertino.
Notas:
Encuesta Nacional de Salud. Personas de entre 0 y 14 años. Exceso de peso del 27.8% (el 18,3% es debido al sobrepeso y el 9,6% a la obesidad).
INE. Gastos por hogar/año: vivienda, agua, electricidad y combustibles supusieron el 32,4% del presupuesto total del hogar (no está aquí el gasto en hipoteca). Alimentos y bebidas no alcohólicas, el 14,9% del presupuesto del hogar.
Fundación Dieta Mediterránea. La nueva pirámide de la alimentación recomienda en su base: “Cocinar, comer en familia y con tiempo”. Luego viene todo eso de las frutas, verduras y etcétera que ya sabíamos.
No ha habido suerte. A unos le gustaban los callos con garbanzos y otros los preferían con espinacas, unos defendían la unidad de destino en lo universal de la tortilla de patatas y otros se habían pasado al rollito de primavera. Es difícil ponerse de acuerdo con uno que se niega a probar la...
Autor >
Ramón J. Soria
Sociólogo y antropólogo experto en alimentación; sobre todo, curioso, nómada y escritor de novelas. Busquen “los dientes del corazón” y muerdan.
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