1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Estaréis todos muertos, menos yo

Si ENCE continúa en las Rías Baixas hasta 2073, ninguno de los pontevedreses que ha visto nacer la fábrica de pasta de papel estará para verla morir. Rajoy, con el Gobierno en funciones, ha prorrogado la concesión 60 años

Rodrigo Cota (Luzes) Pontevedra , 11/05/2016

<p>La papelera Ence, en las Rías Baixas.</p>

La papelera Ence, en las Rías Baixas.

Felipe Carnotto

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Alfonso Pérez Nieva fue cronista, poeta, novelista y ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes entre 1923 y 1925. Poco antes, en 1920, publicaba Por las Rías Bajas: (notas de viaje por Galicia), obra cuyo título hace innecesaria una descripción. Allí se refiere a la Isla de Tambo: "¡Lástima que la mole de la Isla de Tambo corte la visual y destruya lo que de otra suerte resultaría una bahía magnífica! Yo no sé si semejante monte aportará a la rada ventajas, abrigándola en ciertos sitios, pero a los ojos les roba la perspectiva de la costa de enfrente. ¡Y véase lo que son las cosas! La naturaleza ha hecho de ese cerro indiscreto e importuno un estorbo…".

Tres años antes de ser nombrado ministro de Bellas Artes, a Pérez Nieva le estorbaba la Isla de Tambo. La naturaleza, creía el hombre, había cometido un error negándole ese espacio al mar. Todos estaremos de acuerdo, sin mayor problema, en que la opinión de Gómez Nieva es una colosal estupidez. La isla se sitúa a tiro de piedra de Pontevedra, de Poio y de Marín. Y ahí, en el lugar de Praceres (Placeres), justo en el centro de los tres municipios, se construyó la factoría de Celulosas, hoy ENCE, dedicada a la producción de pasta de papel. Y no se hizo en la costa, lo que ya sería un crimen: se hizo en un territorio robado al mar. Si hay algún lugar donde poner tierra en el mar carece de todo sentido es en una ría gallega. La naturaleza de la que tanto se quejaba el ministro Pérez Nieva dotó a Galicia del equilibrio perfecto entre mar y tierra. Aquí, en las Rías Baixas, mar y tierra conviven y se reparten los espacios de un modo tan equitativo que sobre un plano no se sabe si es el mar el que entra en la tierra o la tierra la que entra en el mar. 

Quitar espacio al mar para poner una autovía o montar una fábrica (las dos cosas se hicieron en Lourizán) es tan absurdo como quitar de ahí la Isla de Tambo para entregársela al mar. Es el mayor error que se ha cometido en Pontevedra desde que, allá por 1397, nuestro vecino Gómez Domao salió a batallar contra Pere Niño, conde de Buelda, y el conde le dividió el cráneo en dos mitades. Hoy, incluso los más firmes defensores de la permanencia de la factoría reconocen públicamente que la localización es nefasta. La pregunta es obvia: si la localización es nefasta, ¿por qué se amplía la prórroga durante otras seis décadas? Nadie lo tiene demasiado claro. Sabemos el cómo, el cuándo, el dónde y el quién, pero el porqué hai que roelo (grito de guerra del Pontevedra Club de Fútbol).

La lista de agravios de los vecinos de los alrededores es interminable. La empresa, pública en un principio, fue construida a finales de los cincuenta e inaugurada por Franco en 1963. La concesión de los terrenos tenía vigencia hasta 2018. A finales de los 90 se privatizó el 49% y en 2001 el otro 51%. A precio de ganga, precisamente porque la fábrica de Pontevedra tenía fecha de caducidad. Los nuevos accionistas hicieron el negocio de su vida. Y los vecinos “solamente” teníamos que esperar hasta 2018 para vernos al fin libres de esa porcallada invasora, arrogante, maloliente, contaminante y antiestética. O contaminante, invasora, antiestética, maloliente y arrogante. Póngalo usted en el orden que prefiera, que tanto tiene.

En los casi 60 años que llevamos soportando ese enjendro, ENCE no le ha devuelto a Pontevedra ni un céntimo de todo lo que le ha arrebatado. El complejo industrial, que incluye a Elnosa, una fábrica de cloro, tiene un pasado a la altura del rechazo que generó. Por décadas llenó la ría de mercurio y de muchos otros productos asquerosos y ni siquiera dio las gracias. Y ahora, con otros 60 años por delante, promete inversiones que apenas alcanzan los beneficios obtenidos en 2015. Inversiones como esa que llaman “el nuevo ciclo del agua”, con el que ahorrarán en agua; y una central de biomasa, con la que ahorrarán energía. Es decir, que invertirán en reducir costes para aumentar sus beneficios. A continuación dedicarán una parte pequeña a lo que llaman “integración paisajística”. Lo de la integración paisajística es una estupidez con la que pretenden que ENCE sea hermosa, como si eso fuera posible. Es decir, que pase usted por ahí y diga: “Dios mío, qué fábrica tan primorosa! Una pena no tener una junto a mi casa! Yo ya propuse una vez el único método posible para que ENCE se integre en el paisaje: cambiar el paisaje para integrarlo en ENCE. Cubrir la ría de hormigón y llenarla de fábricas. No hay otro modo. 

Después está el olor. Se ha reducido, es verdad. Antes apestaba en kilómetros a la redonda todos los días y a menudo. Hoy la pestilencia se aprecia siempre en las proximidades de la fábrica y en Pontevedra según lo decida el viento.  No hay otra ciudad en el mundo donde cada uno de los vecinos sean capaces de saber adónde va el viento sin salir de casa. Uno está tranquilamente siguiendo un debate de 13TV, sin meterse con nadie, y sabe si el viento viene hacia aquí o hacia Marín.  "Que se jodan los de Marín", pensamos los pontevedreses cuando el humo va hacia allí, que es exactamente lo mismo que piensan de nosotros los de Marín cuando el viento los utiliza como diana. 

En Salcedo, en un lugar que limita con la parroquia de Lourizán, encontró el Padre Sarmiento el primer miliario de los varios que aparecieron en Pontevedra, a escasos metros del actual complejo de ENCE. Por allí se encontraron los vestigios de los que fue un enclave romano, probablemente una villa. Ahí se encuentra buena parte de los orígenes de la ciudad de Pontevedra y de nuestros antepasados, que ya vivían entonces de lo que siempre vivimos los gallegos: del campo y del mar, dos sectores que nunca habían competido hasta el surgimiento de ENCE, casi veinte siglos después. Hoy nos quieren hacer creer que la solución al futuro de la comarca es ENCE. Pues no, meus reises. La ría de Pontevedra ya estaba allí. Llevaba ahí toda la vida, y seguirá ahí hasta el final de los tiempos. La ría no depende de ENCE, pero si la prórroga se consuma, ENCE estará en Pontevedra durante más de un siglo. Eso no es demasiado relevante en términos históricos, ni mucho menos en términos geológicos. Lo es para todas las generaciones de pontevedreses que aguantamos la presencia de la fábrica. Si la empresa continúa ahí hasta 2073, ninguno de los pontevedreses que ha visto nacer a ENCE estará para verla morir. Eso es grave. Vamos enterrando a nuestros abuelos, a nuestros padres, a nuestros suegros, a nuestras parejas. Nos duele. Incluso lamentamos el entierro de algún cuñado, pero moriremos todos nosotros, con mi única excepción, y ENCE seguirá allí.  

Los defensores de ENCE sólo tienen un argumento: los puestos de trabajo, algo más de 300 empleos directos. Incluso ese argumento es falso. Ni siquiera es necesario entrar en el eterno debate sobre los empleos que la presencia del mamotreto destruye en otros sectores como el marisquero o el turístico. Basta con echar cuentas en la propia ENCE. En los años setenta y ochenta el número de trabajadores superaba los 900. Desde entonces se perdieron unos 600 puestos de trabajo. Es la diferencia entre crear empleo y destruirlo. 

Hace unos años se hablaba de traslado entre los defensores de la fábrica: una opción que parecía razonable. Si el principal problema es la localización, decían, pongámosla en otro sitio. Fue una ingenuidad. ENCE estuvo en eso del traslado.  La razón es que un traslado no es como la mudanza de una casa. Significa construir otra fábrica en otro sitio, y eso no es rentable, dijeron. La factoría sólo es rentable donde está, dijeron. Es decir, invertir en una nueva fábrica requeriría una inversión tan alta que no valdría la pena, dijeron. O sea, dijeron que ENCE sólo vale la pena donde está, lo que significa que en Galicia no compensa montar una fábrica de pasta de papel. Esto último lo digo yo. Lo que compensa es mantener la que tenemos. Una carallada de negocio. Si una compañía que genera unos beneficios de 50 millones al año no puede pagarse una fábrica nueva tras 60 años ocupando unos terrenos gratuitos, que cierre de una vez. Lo que yo creo, lo que creemos decenas de miles de personas, es que hay algo que no cuadra y que es la voracidad de sus accionistas la que hizo imposible el traslado. 

En aquella época, una persona muy próxima a los dirigentes me hizo una confesión terrible: "Si de verdad cierran ENCE y hay que hacer una fábrica nueva, ¿por qué se tendría que hacer en los alrededores de Pontevedra? Los accionistas acordarían ponerla en Brasil, en Polonia o en cualquier otro sitio donde regalen terrenos y la mano de obra sea mucho más barata". Esa es la filosofía: ENCE no le debe nada a Pontevedra ni a sus trabajadores. 

En estos últimos quince años, o poco más, la ciudad de Pontevedra emprendió una reforma urbanística premiada en Bruselas, en Dubái, en Nueva York o en Beijing. El modelo de ciudad de Pontevedra es estudiado hoy en ciudades de todo el mundo que lo quieren copiar. Se ha eliminado casi todo el tráfico rodado para quitar espacio a los coches y devolvérselo a los peatones. Hemos conseguido liberarnos de bocinazos, de motores y de vecinos esperando su turno para cruzar una calle cuando los señores coches lo tuvieran a bien. Hoy, los niños van solos al colegio y juegan en la calle. La mayor parte del centro urbano es peatonal. Fue un trabajo en el que se implicaron casi todos los sectores de la ciudad. Si nunca merecimos tener al lado esa fábrica, hoy menos que nunca, porque hicimos un gran esfuerzo para convertir Pontevedra en un lugar ejemplar y porque se nos dijo que nuestra paciencia debía durar hasta 2018. Después nos veríamos libres de ENCE para siempre. 

El anuncio de la prórroga hasta 2073 dolió, por todo lo dicho anteriormente y por mucho más. El hecho fue humillante para los pontevedreses. Cuando Rajoy llegó al poder muchos pensaron que, como pontevedrés de adopción, haría algo para nosotros. Después, mientras pasaba el tiempo y comprendiendo que eso no iba a suceder, incluso sus incondicionales empezaron a rezar para que por lo menos nos dejase como estábamos. Ese deseo parecía a punto de cumplirse después de las últimas elecciones. Como presidente en funciones ya no podía hacer nada por Pontevedra, ni bueno ni malo, y eso era bueno. Pero no. Rajoy conoce el problema desde que pisó por primera vez la ciudad en 1970, cuando ENCE tenía 12 años y él 15, y creció con ENCE como cualquier otro vecino. Por tanto, se le imaginaba una opinión, ya sea a favor o en contra. Pese a ello, y ahí está lo grave, o lo heroico, Rajoy jamás había intervenido en el eterno debate ENCE-sí, ENCE-no hasta que su gobierno en funciones acordó ampliar la concesión hasta 2073.  Nadie en Pontevedra escuchó jamás a Mariano Rajoy en sus cuatro décadas de actividad política hablar de ENCE. Hizo campañas para ser concejal, para ser diputado autonómico y estatal y hasta para presidir el Gobierno de España. Fue presidente de la Diputación de Pontevedra y vicepresidente de la Xunta, fue ministro de casi todo, presumió de pontevedrés y durante todos esos cargos y todos esos años se las apañó para no decir “ENCE”, algo que solamente consiguió él de entre todos los políticos que pasaron por aquí. Y de repente, cuando ya estábamos convencidos de que el tema le importaba un carallo, lo que ya era grave, nos demostró que sí que le interesaba. Tanto que, ante la perspectiva de abandonar la presidencia, acordó prestar un primer y último servicio a su ciudad: dejarnos ahí la fábrica, y no durante diez o quince años. Un pontevedrés que esté hoy por la veintena tendrá ochenta años en 2073. En mi caso, pasaré del siglo de vida, o esa es mi intención. No pienso morir hasta que esta prórroga termine y llegue la siguiente. Voy a sobrevivir a dos prórrogas, acaso a tres o cuatro.  En cuanto a usted, compañero o compañera, estará muerto o muerta si Dios así lo decide. En sesenta años le da tiempo a morir a mucha gente. De todos los pontevedreses que hoy estamos vivos apenas quedaremos los justos para montar un partido de veteranos agonizantes.  

Este texto se ha publicado en el revista Luzes.

Alfonso Pérez Nieva fue cronista, poeta, novelista y ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes entre 1923 y 1925. Poco antes, en 1920, publicaba Por las Rías Bajas: (notas de viaje por Galicia), obra cuyo título hace innecesaria una descripción. Allí se refiere a la Isla de Tambo:...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Rodrigo Cota (Luzes)

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. CarmenK

    No hay nada mas absurdo que echarle tierra al mar en las Rías Bajas gallegas. Nada mas cierto y sin embargo no para de hacerse desde hace décadas, al menos en lo que yo conozco, en Vilagarcía. Los "pecheos" (rellenos) son un escandalo que mosquea a todo dios, pero no dejan de hacerse porque se ve que ganarle terreno al mar es un buen negocio. El litoral de esta ciudad se ha destrozado a conciencia y la playa de La Concha /Compostela es, paradógicamente, un verdadero terrario. Donde antes los jardines lindaban con el mar ahora éste lo han llevado a mas ver (con prismáticos) pecheo tras pecheo. Un desastre, esta pulsión de empujar el mar como si no se le pudiera ni ver, vamos como si se le tuviera tirria o algo parecido.

    Hace 7 años 10 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí