1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

Tribuna

Discurso, política y transversalidad: leyendo a Errejón

La crisis económica, el agotamiento del proyecto hegemónico del 78 y la pérdida de legitimidad de las élites tradicionales han abierto una ventana de oportunidad en el tablero político. El mejor síntoma fue el 15M

18/05/2016

La Boca del Logo

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

La publicación del último artículo de Íñigo Errejón, Podemos a mitad de camino, ha abierto un profundo debate sobre algunas de las claves teóricas que explican la estrategia y el proyecto político de Podemos. Entre otros, le han respondido directamente Brais Fernández y Emmanuel Rodríguez, Juan Domingo Sánchez Estop, Gabriel Flores y Javier García Garriga. Antes que nada, es de encomiar la proliferación y calado de estas discusiones, que señalan claramente qué bloque histórico mantiene en la actualidad un debate vivo en nuestro país. Contrasta con cierta fosilización teórica de las viejas maquinarias, que funcionan hoy casi sin pensar, movidas prácticamente por el instinto de supervivencia, así como con la agonía intelectual de unas élites agotadas, incapaces de señalar y movilizar con la misma legitimidad que hace cinco años.

Con el espíritu de mantener viva la discusión y con el pleno convencimiento de que la mejor defensa para la guerra cultural que se avecina –“el carril largo”– es justamente la reflexión en común, añadimos una intervención más a la polémica. Resulta imposible responder a todas las críticas a Podemos a mitad de camino, tanto por su diversidad, como por su número, pero sí que podemos identificar un cierto denominador común, del cual se derivan hasta las desavenencias más mínimas. Las repetidas referencias a “la esfera discursiva” –en tanto que separada de otras esferas de la vida o de la “realidad” misma– dibujan un hilo conductor que atraviesa a todos los autores mencionados y que choca frontalmente con el principal presupuesto teórico de Errejón. 

1. Discurso: más que palabras 

Sucede a menudo en la historia de los movimientos emancipadores que una determinada teoría política es discutida filosóficamente antes de ser puesta en práctica. Este fue el caso, en gran medida, del marxismo y el anarquismo en España durante la segunda mitad del siglo XIX, no así con la Teoría del Discurso actualmente. Por culpa de unos tiempos acelerados, parece que los planteamientos de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe han aterrizado políticamente en nuestro país mucho antes de que estos pudieran haber sido debatidos filosóficamente. Esto ha contribuido a asociarlos indefectiblemente con la práctica política de Podemos, aunque también ha prevenido que fueran entendidos y juzgados en toda su dimensión teórica.

Se ve claramente con la noción de discurso. Con este término no nos referimos a las notas que uno apunta en un papel antes de subir al atril para hablar en público, sino a una categoría filosófica. Con el concepto de “discurso”, Laclau y Mouffe quieren enfatizar que cualquier objeto o práctica tiene un significado, y que este no se da por sí mismo, sino en relación a otros dentro de una estructura de diferencias. El significado de ‘blanco’ solo puede entenderse en oposición al de ‘negro’, por ejemplo, pero este fenómeno no se reduce a casos puramente lingüísticos, sino también a los que nuestros críticos llamarían “materiales”. Ellos equiparan discurso con lenguaje, en oposición a la “realidad”, mientras que para nosotros no hay forma de conocer la “realidad” que no esté mediada por el lenguaje, y este es siempre fruto de una articulación discursiva.

Para poner un ejemplo, Emmanuel Rodríguez y Brais Fernández se preguntan: “si la batalla se concentra en la esfera discursiva y no se expande a otras esferas, ¿estamos ganando?”. El problema de este tipo de afirmaciones es la presunción de lo discursivo como una esfera independiente de lo social, y no como aquello que justamente lo constituye. No hay nada que se pueda nombrar que reciba su significado fuera de un discurso que le dé sentido, dentro de un complejo de diferencias y en oposición a otros elementos. Pero esto es justamente lo que Emmanuel Rodríguez y Brais Fernández ponen en cuestión cuando afirman que “la historia se empeña en mostrarnos, tercamente, que la construcción de esos sujetos, llamados políticos, ha requerido más que palabras y discursos”, a los que oponen, supuestamente, “protestas, revueltas, huelgas, insurrecciones”, etcétera. Dicha oposición es ficticia, pues no hay nada más discursivamente construido que los ejemplos mencionados de movilización, que siempre articulan identidades muy diferentes entre sí frente a un Otro señalado como culpable. 

Algo parecido hace Juan Domingo Sánchez Estop al contraponer un discurso supuestamente “teológico” a otro “materialista”, en clara consonancia con la distinción de Althusser entre ciencia e ideología, esta última entendida como “ilusión”. Pero la oposición entre realidad y discurso es un falso dilema, como ya hemos dicho antes, porque no hay forma de aprehender la realidad que no sea a través del lenguaje. Por eso en política nunca se descubre nada, no se desvela una identidad que ya existía de antemano en una esfera pretendidamente “objetiva” como la economía, sino que se construye a partir de las materias primas que se encuentran a disposición en una situación concreta. El 15M, por ejemplo, no fue la expresión de un consenso que ya existía en la sociedad, sino la articulación –que bien podría haber sido de otra manera– de dolores y demandas muy diferentes entre sí en un conjunto más o menos unitario. 

La afirmación, por parte de Errejón, de que “el discurso no es mero ropaje” no tiene nada que ver con negar la existencia del mundo que nos rodea cuando cerramos los ojos. Para utilizar un ejemplo que propone Laclau mismo: si se produce un terremoto, este suceso es algo que ocurre aquí y ahora al margen de nuestra voluntad y, sin embargo, no es para nosotros al margen de su inscripción dentro de un discurso concreto. El hecho de que sea significado como el resultado de la ira de Dios o como un fenómeno meteorológico es una lucha política que produce consecuencias sociales. En el mismo sentido, una ‘piedra’ puede ser entendida como un proyectil de uso bélico, un ladrillo para construir una casa, un marcador de estatus social o un descubrimiento arqueológico, pero los significados o identidades que adopte ese trozo de materia dependen de un discurso concreto y del contexto general que otorga significado o ser al objeto. Por eso la identidad tiene un carácter relacional (se es en relación a algo) y el sentido social de cualquier objeto o práctica depende del contexto social en el que se inscribe.

No es de extrañar, entonces, que Laclau se refiera a veces a su teoría del discurso como un “materialismo radical”, pues fue Marx el primero en disociar la cosa-en-sí de su sentido en un contexto concreto. Nótese la semblanza de nuestros ejemplos con lo que dice en una carta a Annenkov de 1846: “la máquina tiene tanto de categoría económica como el buey que tira del arado. La aplicación actual de las máquinas es una de las relaciones de nuestro régimen económico presente, pero el modo de explotar las máquinas es una cosa totalmente distinta de las propias máquinas. La pólvora continúa siendo pólvora, ya se emplee para causar heridas, o bien para restañarlas”.

Wittgenstein cuenta que un día, paseando por Cambridge, se paró a observar a dos obreros que estaban construyendo un pequeño muro. Uno de ellos nombraba el ladrillo o herramienta que necesitaba y luego su ayudante se lo pasaba en el orden indicado. Este ejemplo tan sencillo le sirvió a Wittgenstein para captar la envergadura del lenguaje: no solo nombra la realidad (‘bloque’, ‘pilar’, ‘losa’), sino que además, al expresar deseos, reparte posiciones, construye identidades (‘obrero’, ‘ayudante’), y determina la práctica material de los sujetos hasta el punto que resulta difícil discernir donde acaba el “juego del lenguaje” y donde empieza la construcción del muro, de tan indisociablemente entrelazados que se encuentran estos dos momentos. La línea entre lo lingüístico y lo no-lingüístico se difumina y se afirma en su lugar la materialidad de todo discurso. Por eso, al referirnos al discurso como categoría general, nos referimos al horizonte que estructura la realidad como tal.

2. Lo político: otra vuelta de tuerca a la “última instancia”

Otra crítica, ligada con el malentendido acerca de a qué nos referimos por discurso, tiene que ver con la concepción de lo político. A menudo se confunde lo que la Teoría del Discurso llama “primacía de lo político” con la “autonomía de lo político”, cuando en realidad se trata de dos cuestiones diferentes. Afirmar la primacía de lo político (lo que es lo mismo que otorgarle un papel ontológico) significa reconocer el rol constitutivo del momento político. Sin embargo, cuando nos referimos a lo político no partimos de una visión geográfica de lo social, en la que podríamos dibujar un mapa y dividir las diferentes estructuras que componen de antemano el todo y esquematizar las relaciones que se producen entre instancias separadas entre sí. Por el contrario, lo político es la dimensión de conflicto que existe en las relaciones humanas en su conjunto y que, como consecuencia, instituye, funda, crea lo social. La política, entonces, no puede sino referirse al intento de domesticar lo político, organizando la conflictividad inherente a la existencia humana de una manera concreta.  

La imposibilidad de acabar con lo político, es decir, de construir una sociedad sin conflicto en la que lo único que sea necesario sea la mera administración de lo existente, es justamente lo que deja abierta la ventana de producir cambios y, por tanto, de otras formas de configurar la vida social. Decir eso no es equiparable a afirmar que lo político es una esfera entre otras que está dotada de autonomía. Lo político, en este sentido, atraviesa la existencia humana como tal y, por tanto, no es un plano relegado a una instancia separada. Politizar no es otra cosa que convertir una diferencia en la sede de un conflicto, y esto puede producirse en cualquier ámbito de la vida, no sólo en uno separado de los demás. Un desahucio, por ejemplo, no implica necesariamente, inmediatamente, directamente, un conflicto político; solo se da el caso si este es entendido dentro de una articulación discursiva que sea, además, política: que señale un culpable de este dolor, que construya un relato sobre por qué ha sucedido y que fije una meta concreta acerca de cómo cambiarlo. De ahí la enorme labor de un movimiento social como la PAH, que no expresa meramente un conflicto ya dado, sino que lo construye, incorporando a la agenda política de este país un tema antes percibido como no-político. 

Por tanto, si toda configuración social consiste en la agregación de elementos heterogéneos para la conformación de un orden, lo político es lo que da cuenta de su contingencia, es decir, de que podría haber sido de otra manera. Esto significa que la economía no es una “esfera” separada de las condiciones que la hacen posible. Juan Domingo Sánchez Estop no escapa tampoco a esta crítica pese a afirmar –aun con toda la sofisticación teórica que añade Althusser– que “la sociedad es un todo complejo, una estructura de estructuras en la cual la economía determina “en última instancia” todas las demás instancias y el todo, pero la economía como tal no existe: es causa inmanente en el sentido en que solo existe como sobredeterminada por todas las demás instancias”. Pero el problema que Althusser deja sin responder es que, o bien la economía determina en última instancia, o bien la economía está sobredeterminada por las demás instancias, lo que es lógico es que estas dos proposiciones son contradictorias y excluyentes entre sí. De hecho, nosotros pensamos que lo relevante no es la presunta interacción entre instancias o esferas que ya están de antemano plenamente constituidas en la sociedad, sino la imbricación y sus relaciones contingentes que impiden que se cierren como objetos totalmente separados. Lo político es la garantía de que esto sea así. Por eso, el origen de una configuración social, sea cual sea, es siempre político en el sentido en el que lo hemos definido. Lo político, en definitiva, es aquello que impide en última instancia el cierre y la constitución plena de la sociedad, así como, a su vez, lo que justamente la constituye de forma precaria.

3. Transversalidad: promesas incumplidas

En España la crisis económica de 2008, sumada al agotamiento del proyecto hegemónico del 78 y la pérdida de legitimidad de las élites tradicionales, abrió una ventana de oportunidad que permitiría patear el tablero político. El mejor síntoma fue el 15M, del que ahora celebramos su quinto aniversario. Debemos recordar que, de todas las fronteras políticas que podrían haber sido trazadas para aglutinar la desafección latente, fue la división entre élites y pueblo (“no somos mercancía en manos de políticos y banqueros”), así como el intento de re-significar la palabra “democracia” (“lo llaman democracia y no lo es”, “no nos representan”, “democracia real ya”), la clave que mostró la hoja de ruta a seguir para la construcción de una nueva mayoría social en nuestro país. 

En las críticas a la noción de discurso de Errejón se puede leer entre líneas que esta es vista como un experimento de laboratorio, como un ejercicio puramente voluntarista. Pero, en realidad, la construcción de un discurso de mayorías tiene más que ver con saber escuchar. Y fue el 15M el primero en reconocer que no se trata de izquierda o derecha, sino de arriba y abajo. La posibilidad de interpelar a diferentes sujetos que, en otras circunstancias, no se habrían sentido identificados con el cambio es una oportunidad que solo aparece en el contexto excepcional que atravesamos. Sin embargo, una apuesta hegemónica no puede nunca constituir una ruptura absoluta con lo existente porque no hacemos política en el vacío. Así, quizá convendría matizar cuando Emmanuel Rodríguez y Brais Fernández afirman que “el 15M no fue un movimiento de continuidad con la cultura de su momento, sino de ruptura práctica con la misma”. De hecho, el debate entre reforma y ruptura es ficticio, porque ninguna fuerza puede hacer tabula rasa con el pasado nada más llegar al poder. 

Pero, además, nuestros críticos no parecen percibir que una parte significativa del 15M no solo tenía que ver con el empobrecimiento y la desigualdad, sino con la quiebra de expectativas creadas por el propio Régimen del 78. En este sentido, el 15M tenía un componente mínimamente “conservador” que no impugnaba el todo, sino que se inscribía dentro del discurso de su época para darle la vuelta: el problema no era que las promesas fueran falsas, sino que no se habían cumplido. Esta es, de hecho, una diferencia fundamental entre el marxismo y el posmarxismo que nosotros defendemos: para el primero, un conflicto se da cuando dos bandos, con una identidad plenamente constituida, defienden sus intereses a ultranza, mientras que para nosotros es al revés, solo emerge un antagonismo cuando un sujeto bloquea la posibilidad de otro de alcanzar lo que desea ser

Así, cuando Errejón habla de transversalidad no quiere decir, en palabras de Emmanuel Rodríguez y Brais Fernández, que “no hay clases, ni sujetos sociales, sólo el viejo problema de la toma del Estado”. Al contrario, la tarea política fundamental de Podemos es construir un sujeto político, un “pueblo”, y en realidad el Estado o las elecciones son una mediación (que no un “medio”) para conseguir ese fin. Pensamos que de lo que da cuenta con mayor precisión nuestra época es la contingencia de la existencia de los diferentes sujetos sociales, precisamente, por su proliferación. No se niega, por tanto, la existencia de dichos sujetos, sino que se afirma que su existencia es un fruto político y no consecuencia del despliegue de una esencia en una esfera que funciona como una variable independiente de la historia. Lo único que hace Errejón en su artículo es reconocer que hoy en día las identidades no están tan fijas como antaño --si es que alguna vez lo estuvieron--. Esto hace, por una parte, más difícil su articulación en un conjunto unitario pero, por otra parte, la convierte en imprescindible si no queremos desintegrarnos en una infinidad de identidades atomizadas y renunciar al sueño de vivir en común.

Adrià Porta Caballé y Luis Jiménez son miembros de la Secretaría Política y del Área de Discurso de Podemos.

La publicación del último artículo de Íñigo Errejón, Podemos a mitad de camino, ha abierto un profundo debate sobre algunas de las claves teóricas que explican la...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

4 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Isidro Padilla

    Estoy muy de acuerdo con @Blanca, es un escrito para doctorados y éstos no son los que tiene deben leer estos artículos. En cuanto a @lumpen lo ha clavado de un solo y certero golpe. Felicidades a los dos.

    Hace 7 años 2 meses

  2. Pepe Grilo

    ¡Bavo por @lumpen!

    Hace 8 años 6 meses

  3. Blanca

    Este artículo, ¿no podría ser simplificado sin eludir su esencia para que los no intelectuales lo podamos asumir?

    Hace 8 años 6 meses

  4. lumpen

    Cuando Wittgenstein, un hombre que trabaja con palabras, papeles y tinta, pasea tranquilamente por Cambridge y se detiene a mirar a los trabajadores de una obra de construcción, lo que ve es un diálogo dando lugar a un muro, todo encaja en su ontología previa perfectamente articulada. Si esa misma obra de construcción es observada por otro obrero, lo que ve es un conjunto de materiales y herramientas, ve las técnicas utilizadas, piensa si son las más adecuadas o si se deberían utilizar otras, se pregunta para quien trabajan sus colegas, bajo qué condiciones, cuanto les pagan, si podrían contratarle a él. La diferencia es que Wittgenstein no piensa como si fuese a ponerse a hacer el muro, porque lo único que concibe hacer es hablar del muro. Sin embargo, los callos en las manos y el desgaste físico del trabajo de construcción no necesitan de articulación lingüística para afectar al trabajador, aparecen solos. El paradigma lingüístico es una consecuencia lógica de la ideología propia de una élite intelectual que trabaja principalmente con palabras, y en torno a ellas construye su concepción del mundo. Sería absurdo negar que el lenguaje es transversal a toda interacción humana, pero cuidado con reducir la totalidad a uno de sus aspectos, porque se corre el riesgo de pensar que la construcción de creencias es lo mismo que la construcción de realidades. El nominalismo es teología. Aunque es posible que no pretenda ser más que eso, un grupo de nuevos escolásticos construyendo una religión cívica desde su monasterio académico y mediático, con la comodidad que da la certeza de que no necesitarán poner un solo ladrillo en su vida. Espero que si llegan a gobernar, al menos se dignen a consultar a los obreros qué piensan sobre la construcción de muros, porque ellos son los que saben de qué trata realmente el tema aunque no cobren por hablar de ello.

    Hace 8 años 6 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí