El PSC, más que un club
Un partido en crisis dramática y abierta parece que ha accedido a gobernar con Colau por lo mismo que en LLeida gobierna con C´s, en Tarragona con PP, y en Girona apoya a CDC. Por supervivencia
Guillem Martínez Barcelona , 18/05/2016
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En Comú ganó las municipales en Barcelona. Pero por los pelos. De hecho, tal vez llegó a formar gobierno municipal por la crisis política peninsular y la consiguiente sensibilidad social resultante que, en varios episodios y en diversas instituciones en todo el Estado, ha impedido que diversos partidos con culturas comunes se pongan de acuerdo para liderar una institución. Quizás esa misma crisis ha posibilitado que En Comú haya ido tirando un año, dificultosamente, con apoyos --y en ocasiones, todo lo contrario-- puntuales de PSC, ERC o CUP. Durante un año ha gobernado Barcelona con el menor número de concejales en democracia, expuesto a la moción de censura y, si bien ha podido colar puntos de vista y políticas, lo ha hecho con menos nitidez y potencia que la que ofrece obtener una victoria electoral cachas. No ha sido ningún secreto que, en todo este tiempo, En Comú ha buscado una relación estable, que reste estrés al asunto, y que impida situaciones como la reciente y dificultosa aprobación de los presupuestos. Quizás, el socio natural era la CUP, un partido que, durante el proceso de fundación de En Comú, estuvo en conversaciones para entrar en su confluencia. No sólo no fue posible, sino que el resultado final, o la particular cultura política de la CUP Barcelona --no hay una CUP, hay tantas como municipios-- ha separado a ambas formaciones de una forma, se diría, extrema. ERC, que coqueteó con entrar en el gobierno, parece supeditar la política municipal a la electoral general, y al póquer personal de Alfred Bosch --el líder municipal de ERC--, que parece prepararse para disputar el liderato del partido a Junqueras, por lo que evita el papel de político subalterno en un consistorio de coalición. Finalmente, el socio resultante ha sido PSC.
El PSC, un partido en crisis dramática y abierta, parece que ha accedido a gobernar con Colau por lo mismo que en LLeida gobierna con C´s, en Tarragona con PP, y en Girona apoya a CDC. Por supervivencia, ese instinto que guía a los animales y partidos heridos hacia una segunda oportunidad, o hacia la muerte. Un partido de poder necesita, en fin, el poder para estar vivo. Para pagarse a sí mismo. El PSC, en ese sentido, obtiene tres áreas de gobierno, y algunas alcaldías de distrito. Para todo ello, si bien ha rechazado que sus cargos cobren lo especificado en el Código Ético de En Comú, ha aceptado otros aspectos del código. Como que sus cargos dimitirán en caso de verse envueltos en un caso judicial. Lo que es, por cierto, el caso de Collboni, el líder municipal del PSC, imputado, investigado, o como se llame esta mañana, en un caso de tráfico de influencias. La voluntad del PSC por entrar en el gobierno de Barcelona ha sido, en todo caso, efectiva, hasta el punto de retirar a su candidato para llevar Cultura, ante el malestar que provocaba en las bases de En Comú, que podrían dificultar el pacto --no hay que olvidar que el pacto deberá ser refrendado por las bases de ambos partidos; se cree que no habrá ningún problema en el pack PSC, y se supone que las reticencias serán superadas en En Comú--.
Instituciones locales como la Cámara, o el Gremio de Hoteleros, han celebrado con suspiros la incorporación del PSC, que el propio PSC interpreta, por lo que me dicen chicos PSC, como a) un respiro, b) la oportunidad de volver al poder, su nicho natural y c), la posibilidad de modular las políticas y la cultura de En Comú. De hecho, este pacto hubiera sido imposible a inicios de legislatura. Su solo planteamiento ilustra cierta modulación de culturas y políticas en En Comú, una formación que, en todo este año, parece haber descubierto que el tiempo institucional es más lento de lo esperado, y que las instituciones poseen una ideología, sustentada, precisamente en su lentitud. Por su parte, En Comú aduce que está al límite biológico de esfuerzo, por lo que necesita compartir áreas. No teme un abrazo del oso por parte del PSC, sino que confía, incluso en que suceda lo contrario con un partido calificado como "del Régimen" por sus bases.
El pacto, que no hace feliz a nadie en En Comú, parece estar más asumido en los cargos electos que en los cargos liberados y que, respectivamente, en las bases. Quizás la piedra clave de su contradicción es que un movimiento nacido para prolongar una crisis política ha buscado una solución política para buscar su propia estabilidad política. Si el pacto repercute antes en la estabilidad que en las políticas emitidas será un jalón importante para lo nuevo en todo el Estado.
En Comú ganó las municipales en Barcelona. Pero por los pelos. De hecho, tal vez llegó a formar gobierno municipal por la crisis política peninsular y la consiguiente sensibilidad social resultante que, en varios episodios y en diversas instituciones en todo el Estado, ha impedido que diversos partidos...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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