La agonía del mediapunta
Mis héroes
Emilio Muñoz 30/05/2016
La afición del Atlético de Madrid, antes del inicio de la final de la Champions League antes del Real Madrid.
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Mis héroes fallan penaltis, pero no por ello dejan de ser mis héroes. Mis héroes se acercan destrozados a pedir perdón cuando nunca exigieron agradecimiento. Mis héroes no poseen superpoderes, sino una infinita capacidad de sufrimiento. Mis héroes conocen las sombras oscuras de la derrota y, aun así, vuelven a intentar llevar la luz a esos rincones. Mis héroes lloran sobre un césped regado previamente con su sudor y con su esfuerzo y tú, roto por dentro, sacas fuerzas de donde no crees que las haya para hacerles saber que hoy y siempre estarás a su lado. Mis héroes son humanos. Mortales. Terrenales y divinos a la vez. No hay héroes como los míos.
Mis héroes son de Fuenlabrada, de Leganés o del barrio de Vallecas. Mis héroes son también de Crevillente y hasta hay alguno que decidió nacer más lejos, tal vez en Uruguay. Mis héroes son héroes más allá de un lanzamiento con más o menos fortuna, de unos primeros minutos en los que la tensión les superó o de no haber liquidado al rival cuando más tocado estaba. Mis héroes alimentan las vitrinas de valores más que de títulos. Mis héroes no se retuercen en el suelo haciendo creer que les falta la respiración tras un balonazo en el brazo. Mis héroes prefieren enseñar las cicatrices antes que los abdominales. Así son mis héroes.
Mis héroes se dejan la vida, la voz y la cartera en un viaje hacia un sueño. Mis héroes no se achantan ante diecinueve horas de carretera. Mis héroes lloran en una esquina de un bar o en la soledad imponente de sus casas. Mis héroes no son capaces de dormir y le dan vueltas una y otra vez a ciertos lances, creyendo que se puede cambiar lo inamovible con el poder de los deseos. Mis héroes tienen un vacío en el estómago difícil de describir. Mis héroes, pese a todo, se reponen y vuelven a lucir la camiseta rojiblanca al día siguiente, más orgullosos que nunca. Mis héroes salen a tomar el aperitivo, bajan al parque con los niños o se reúnen con la familia y los demás les miran con admiración. Mis héroes sangran a borbotones por una herida que tardará en curar, pero siguen viviendo. Mis héroes son ustedes.
Mis héroes visten de negro riguroso. Mis héroes nos han dado todo. Nos hicieron creer. Mis héroes resucitaron muertos que pedían un entierro digno y los hicieron campeones. Mis héroes parecen tocados, nunca hundidos. Mis héroes nos han enseñado que si se cree y se trabaja, se puede. Mis héroes conjugan el verbo fracasar desde la autoexigencia y en caliente. Mis héroes deben saber que no habría mayor derrota que su ausencia. Mis héroes no nos dejarían huérfanos y perdidos en medio de una tempestad. Mis héroes se han ganado el derecho de tomarse el tiempo que quieran para pensar. Mis héroes deben restañar las heridas y volver a tener fe. Mis héroes son de otra pasta. Tener a mis héroes al lado es una inmensa fortuna.
Mis héroes caen y se levantan inmediatamente. Mis héroes volverán. Mis héroes deben saber que lo importante es el camino y no la meta. Mis héroes no son los más guapos aunque lo sean. Mis héroes eran gruñones, tenían las patillas demasiado anchas y no tenían en cuenta las modas a la hora de cambiar la montura de unas gafas a través de las cuales miraba la vida en rojiblanco. Mis héroes tenían bigote y se sumaban al ataque sin ánimo de hacer prisioneros. Mis héroes cayeron en Bruselas, en Lisboa y en Milán pero no los cambiaría por nada del mundo. Creo firmemente en que no elegí a mis héroes, fueron mis héroes los que me eligieron a mí. Mis héroes visten una camiseta a rayas rojas y blancas. Más allá de cualquier resultado, de las victorias más dulces y las más amargas derrotas que pudieran darse, mis héroes son del Atleti.
Mis héroes fallan penaltis, pero no por ello dejan de ser mis héroes. Mis héroes se acercan destrozados a pedir perdón cuando nunca exigieron agradecimiento. Mis héroes no poseen superpoderes, sino una infinita capacidad de sufrimiento. Mis héroes conocen las sombras oscuras de la derrota y, aun así, vuelven a...
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