La agonía del mediapunta
Gracias
Emilio Muñoz 25/05/2016
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Gracias. Mejor decirlo al principio. Mejor que la primera palabra escrita sea gracias, que sea lo primero que alguien lea, no fuera a ser que pueda confundirse el objetivo de lo que viene a continuación. Vaya por delante que este ejercicio de agradecimiento quiere uno hacerlo hoy, con la gloria al alcance de la mano pero con la incertidumbre natural de citas tan grandes como la de Milán. Uno lo quiere hacer a unas horas del choque porque cree que es de justicia y porque no quiere que, borracho de triunfo o lamentando lo que pudo haber sido y no fue, algún despistado pudiera pensar que el sentimiento es otro. Lo que a uno le brota del interior es agradecimiento, más cosas también, pero sobre todo agradecimiento.
Gracias de nuevo para comenzar este párrafo. Gracias por los nervios que nos estáis haciendo pasar. Gracias por estos dedos en los que ya no quedan uñas. Gracias por hacer que el orgullo con el que uno pasea por su vida los colores rojo y blanco sea incluso un poco mayor. Gracias por hacernos gozar con lo que algunos califican de fútbol feo. Gracias por conseguir que a nuestros ojos sea arrebatador. Gracias por el fútbol directo y por el de orfebrería forjada al primer toque. Gracias por abrigarnos cuando el frío del invierno y la humedad del río aprietan. Gracias por no defraudar. Gracias por los planes que tuvimos que cancelar para estar a vuestro lado. Gracias por los fines de semana de emoción y los martes y miércoles de pasión. Gracias por el estallido de júbilo tras la tanda de penales que finiquitó Juanfran. Gracias por Barcelona y por Munich. Gracias por la trayectoria en Champions, en Liga y en Copa, aunque ésta última fuera breve. Gracias por los partidos en los que parecéis venir ganados de casa, por los partidos reñidos y hasta por las derrotas. Nunca agachásteis la cabeza ante ellas. Jamás dejasteis de merecer llevar la sagrada camiseta rojiblanca. Gracias por demostrar que un equipo pesa más que toneladas de individualidades dispersas. Gracias por todos estos años manteniendo al Atleti en el sitio que nunca debió dejar, ese sitio que es nuestro por historia y tradición.
Gracias una vez más. Gracias a Jan, por sus paradas imposibles y esa tranquilidad que es capaz de transmitir bajo el fuego enemigo. Gracias a Miguel Ángel, por asumir con impecable elegancia su situación. Gracias a Juanfran, por ser la persona que es y por las autopistas de ida y vuelta que dibuja en la banda derecha. Gracias a Filipe, por volver y hacer que su excelsa zurda nos hiciera olvidar cualquier paréntesis. Gracias a Stefan, por esa sobriedad que tan bien combina con esa cara de villano de película de James Bond. Gracias a Lucas, el hijo de Jean François, por todo el maravilloso presente con aroma de futuro que nos promete cada vez que salta al campo. Gracias Jose María, por jugarse la cara, la cabeza y el honor, si es necesario, para tapar un disparo a bocajarro. Gracias a Jesús, por no fallar cuando se le necesita. Gracias a Diego, por demostrar cada día que tiene metido este veneno muy dentro y por esas arrancadas, plenas de jerarquía, en las que juraríamos que le crece el bigote a medida que avanza metros hacia el campo contrario.
Gracias ante todo. Gracias a Tiago, por sus lecciones del primer tercio de temporada, por su sacrificio en el dolor y por retornar a tiempo. Gracias a Jorge, por ser el más reputado arqueólogo de los últimos pases y ser capaz de mezclar a la perfección la potencia de un panzer alemán con la sutilidad de un artesano latino. Gracias a Matías, por su paciencia y humildad a la hora de aprender. Gracias a Thomas, por llenar encuentros desesperanzados de ilusión y frescura. Gracias a Óliver, por poner el objetivo común por encima de todo en un año complicado. Gracias a Augusto, por parecer que lleva trienios a nuestro lado. Gracias a Saúl, por su despliegue, su potencia y por un gol que recordaremos hasta el día en que nos vayamos al otro barrio. Gracias a Gabriel, por la infinita capacidad de sus pulmones, por los kilómetros recorridos y porque a la hora de representarnos no se puede pedir más a un capitán. Gracias a Yannick, por sus gambeteos y esa sensación de invencibilidad que transmite a campo abierto. Gracias a Luciano, por aquel tanto con la espinilla. Gracias a Ángel, por revolucionar los partidos que exigen un levantamiento y por esos controles orientados de otro planeta. Gracias a Antoine, por su capacidad de convertir en gol cualquier traza de oportunidad y por hacernos dudar de si hay jugadores que corren con el botón de turbo de la consola apretado. Gracias a Fernando, por lo de ahora pero especialmente por lo de aquellos años. Gracias por dejarnos ser testigos de tu renacimiento, por ser uno de nosotros y por conducirte por la vida como te conduces.
Gracias. Mejor decirlo al principio. Mejor que la primera palabra escrita sea gracias, que sea lo primero que alguien lea, no fuera a ser que pueda confundirse el objetivo de lo que viene a continuación. Vaya por delante que este ejercicio de agradecimiento quiere uno hacerlo hoy, con la gloria al alcance de la...
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