Política #pop
La comodidad del ridículo
Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera, han confirmado su participación en el último salto mortal de Telecinco. Los candidatos serán entrevistados por un grupo de niños de 5 a 12 años
Manuel Gare 25/05/2016
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La cuenta de Twitter de Izquierda Unida ha dejado de ser la cuenta oficial de un partido político para convertirse en una cuenta parodia. GIFs, emoticonos y chistes en cada tuit para dar cuenta de un renovado espíritu izquierdista en el que el buen rollo es lo primero. Es desconcertante. Tuits en los que se lee algo como “qué shippeo preferís entre Alberto Garzón y Pablo Iglesias”, ciertamente, son desconcertantes.
No son los únicos. Todos los partidos se han ido apuntando poco a poco a la tendencia del colegueo y el cachondeo por delante del debate y las propuestas. Es normal: poco importa ya el programa del PP, del PSOE, de Unidos Podemos o de Ciudadanos. Es demasiado tarde para hablar de programa, de ideologías e incluso del y tú más.
A nadie se le escapan ya las similitudes entre programas, las preferencias personales y políticas de representantes y partidos, ni el teatrillo al que estamos abocados otra vez. Lo que sí parece importar al elector, y lo único que puede condicionar su voto a estas alturas de la película, es lo que sus candidatos hagan de aquí al próximo 26 de junio.
Dos datos del último CIS —ese barómetro al que ni a usted ni a mí nos han invitado nunca a participar—. Uno: el 36% de los electores decidió su voto durante la campaña. Y dos: un 78,4% de la población volvería a votar lo mismo tras los resultados del 20D.
Trump se paseó por los programas de Kimmel y Fallon, y llegó a presentar Saturday Night Live. En España tomamos nota de estas cosas
Cogiendo los datos con pinzas, lo que parece claro es que el margen de cambio en los resultados de las próximas elecciones no es demasiado grande, más allá de qué mayoría será la que se ponga de acuerdo para formar gobierno.
Esto nos lleva a la espiral subversiva de la política pop. La política del espectáculo que ha hecho que Donald Trump acabe siendo el candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos. La banalización extrema. Trump se paseó por los programas de Jimmy Kimmel y Jimmy Fallon, y llegó a presentar Saturday Night Live. No puedes ser tan malo si apareces en tres de los más importantes late shows del país para que hagan bromas sobre ti.
En España tomamos nota de estas cosas. Telecinco ha anunciado que un grupo de niños de entre 5 y 12 años entrevistará a los candidatos a las generales en un programa con el formato de Tengo una pregunta para usted. Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera ya han confirmado su participación en una apuesta que desde la cadena califican como “una prueba quizás más dura que la del debate televisivo”.
Segunda vuelta, formato girado
Ana Rosa Quintana tomará las riendas de un coloquio, a base de “preguntas no pactadas”, del que todos los candidatos han querido formar parte. Mariano, el primero. Su mediocridad como político, unida a su escasez dialéctica, juegan por primera vez a su favor frente a unos adversarios demasiado acostumbrados a hablar midiendo al milímetro sus palabras. La densidad de Pablo. La condescendencia de Pedro. El decálogo de Albert.
Telecinco se frota las manos. Las audiencias se huelen a distancia. Los anunciantes, también. Los políticos y sus comunicadores preparan su principal baza para las elecciones de junio. El gran espectáculo que les permitirá conquistar los corazones del electorado, de hacerles llegar su verdadero mensaje y de abrirse como personas.
Y llegará el día. Los community managers de los partidos harán repaso de sus candidatos y colarán algún meme del programa en Twitter. Las redacciones del país permanecerán atentas a cada pregunta, a cada respuesta: el titular está ahí, a punto de salir. Un niño hará una pregunta graciosísima. Ana Rosa se reirá como si fuera la primera vez que aparece en televisión. Volverá a ser una niña.
Cuando quieras quedamos para jugar al baloncesto. Dile a tu padre que voy a seguir trabajando para que un día me vote lleno de ilusión
Los candidatos responderán con una sonrisa enorme. Bromearán entre ellos. “Cuando quieras quedamos para jugar al baloncesto”. Talante. Cosas de niños. “Pues dile a tu padre que voy a seguir trabajando para que un día me vote lleno de ilusión”. Corte para publicidad. “He trabajado muy duro estos cuatro años para que niños como tú o mi hijo tengan un futuro lleno de oportunidades laborales”. Alguien se recoloca la corbata. “No quiero que mi hija tenga que elegir entre ser o dejar de ser española”.
Un montón de frases. Un montón de buenos recuerdos. “Me lo he pasado genial”, coinciden todos en las entrevistas de los días siguientes. Las elecciones, durante unos días, pasan a un segundo plano. A quién le importan las elecciones. Los problemas sociales y económicos desaparecen. Podemos respirar. España va mejor que nunca.
La política pop se desprende del pop: ya no le hace falta. Política, a secas, que abraza al ridículo. Se siente cómoda ahí. Nadie la juzga, porque es un medio en el que se puede hacer cualquier cosa. Incluso ir a que te entreviste Pablo Motos. Porque cuando se trata de hacer el ridículo, todo lo demás no importa. Se pierde toda razón de ser. Todo fundamento. Todo por lo que llevamos sin gobierno desde diciembre: un programa de preguntas de niños a políticos. La espera valía la pena.
La cuenta de Twitter de Izquierda Unida ha dejado de ser la cuenta oficial de un partido político para convertirse en una cuenta parodia. GIFs, emoticonos y chistes en cada tuit para dar cuenta de un renovado espíritu izquierdista en el que...
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Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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