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En la pasada legislatura, o legislatura precox--desapareció, zas, en los prolegómenos; algo, por lo común, poco épico--, fue imposible alcanzar un pacto gubernamental de izquierdas. PSOE argumentó que ello se debió a la cosa referéndum catalán. Es posible que no sea sólo por eso. Pero, lo importante, el caso de la cosa, es que para explicar esa imposibilidad, se recurrió al marco "Unidad Nacional". Lo que indica que el marco "Unidad Nacional" es importante. Es, tal vez, el marco de todos los marcos. El más autosuficiente. El más descomunal. ¿Qué diablos es? ¿Por qué lo defendió el PSOE de la pasada legislatura hasta el punto de jugarse, todo apunta a ello, su existencia? ¿Por qué se presenta como algo tan importante y a defender --como en las pelis españolas de los 40's-- con, literalmente, la vida?
Se podría entender que "Unidad Nacional" es equivalente al concepto "Unidad Territorial". Pero no lo es. El concepto "Unidad Territorial" no ha existido mucho por aquí abajo. De haber existido, hubiera generado una depresión absoluta, pues España es, de hecho, el país europeo que más territorio ha perdido desde que empezó a formularse como Estado. En el XVII pierde, por ejemplo, una amplia franja de territorio históricamente aragonés --la actual Catalunya Nord--. Ese mismo siglo, con la marcha de Portugal echando leches, España pierde, incluso, la posibilidad de ser una "Unidad Territorial" Peninsular --hoy, si se fijan, La Península son cuatro entidades estatales diferenciadas; muchas como para calificar a España, una de ellas, como "Unidad"; demasiadas como para no calificar la Unidad Española como fracaso histórico--. En el XVIII, España pierde, en la Guerra de Sucesión, todo el monto de territorio europeo. De paso, para que UK abandone el territorio, se le entregan dos territorios históricamente españoles, como Menorca o Gibraltar. No problem system. En el XIX, y en dos grandes etapas, se pierde todo el territorio americano y asiático. En el XX, y en pleno franquismo, se pierden las últimas posesiones africanas, algunas de ellas bajo esa forma, tan territorialmente española, como la provincia. Todo esto indica que el concepto "Unidad Territorial", muy laxo, no tiene nada que ver con el concepto "Unidad Nacional", místico, sacrosanto, un marco al que aludir para explicar un fracaso como el de la anterior legislatura. Lo que indica que "Unidad Nacional" no transcurre en el territorio, esa cosa cambiante a lo largo de los siglos.
La "Unidad Nacional", ese misterio, no es un concepto muy viejo. No puede existir antes del concepto nación, que empieza a nacer, tímidamente, en el XVIII. Nación, a su vez, no es territorio. No es tampoco, en su origen, algo que aluda a la cultura, o la lengua, o la idiosincrasia de una entidad política. En origen, alude a la sociedad real. Es decir, a la no Real. La nación es la sociedad, exceptuando al poder monárquico. Por eso mismo, el palabro nación tuvo serios problemas genéricos para existir por aquí abajo. Se utiliza en la Guerra de la Independencia, pero se le jubila con el absolutismo posterior. Posteriormente, es una palabra más vinculada al liberalismo, si no a la revolución, como atestigua su utilización en conceptos como Milicia Nacional, guardias locales de voluntarios revolucionarios que, de una forma u otra, existen a lo largo del XIX, en cada brote revolucionario. Fueron importantes. Metáfora: la bandera de la Milicia Nacional de Madrid era una tricolor, que con el tiempo acabó siendo admitida como la bandera republicana española. La última vez que existieron Milicias Nacionales fue en el ciclo revolucionario de 1868, que transcurre tras la primera revolución democrática española. Defendían la nación. Lo no-Real. En esta época, por cierto, a través de un republicanismo explícito, de corte federal. El federalismo, a su vez, era una novedad política, que cuajó con fuerza por aquí abajo. Con muy pocos meses de diferencia, fue formulado en Francia, por Proudhon, y en España por Pi i Margall. Cuando nace, no lo hace para garantizar diversas entidades nacionales --lo dicho, no están formuladas; el concepto nación, nacido para identificar a la sociedad civil, aún no significa netamente una identidad--, sino para garantizar la existencia de un Estado no autoritario ni vertical, a través de la división de la Soberanía --hasta hace poco, una calidad que detentaba el soberano y, por extensión, el Estado--, en tres unidades, que se la repartían y la ejercían. A saber: el Estado Federal, el Estado federado y el municipio.
Toda esta lógica democrática desapareció tras un golpe de Estado y la I Restauración, un paréntesis muy largo, que dura hasta 1931. La Restauración, ojo al dato, ya utiliza, a tope, el concepto "Unidad Nacional". Donde nación ya es una identidad cultural, que también formula la Restauración. Es España, la nación española, una sola lengua, el castellano, y una sola cultura, la católica. ¿Qué es la "Unidad Nacional"? Supongo que una construcción defensiva de esa idea de nación, y también una respuesta al proceso democrático y federal que la Restauración vino a aplazar. Es decir, también es la defensa de que la Soberanía es indivisible. Pertenece al Estado. Jamás la cederá a un Estado federado y al Municipio. La defensa de ese concepto de nación monolingüe, católica y no democrática, pasa por ahí. Es la "Unidad Nacional". "Unidad Nacional" prima sobre "Unidad Territorial". Posiblemente, las grandes victorias militares locales, por ejemplo, han sido en el campo de la "Unidad Nacional", antes que en el de la "Unidad Territorial", donde nuestros militares se han cansado, literalmente, de perder. O, lo que es lo mismo, las grandes victorias han sido sobre la sociedad. En tanto que antidemocrático y reaccionario, el concepto "Unidad Nacional" está cargado de sangre y represión.
Anyway. Cuando un candidato de izquierdas habla de defensa de la "Unidad Nacional", de que la "Unidad Nacional" no es negociable, que jamás pondrá en riesgo la "Unidad Nacional", no se remite a un concepto milenario. Habla de un marco creado en la I Restauración, recreado en el Franquismo --curiosidad: el Franquismo recrea pocos mitos propios; la mayoría de sus mitos culturales y políticos vienen de la Restauración--, y adoptado, como animal de compañía, en la II Restauración/la Transi. Es decir, está jugando fuera de casa. O está asumiendo, sin saberlo, que su casa es otra a la prevista. Está asumiendo, en fin, una idea de nación y de soberanía del siglo XIX, nacida para aplazar un proceso democrático vigoroso, y utilizada, para lo mismo, en el siglo XX. Ni más ni menos.
En la pasada legislatura, o legislatura precox--desapareció, zas, en los prolegómenos; algo, por lo común, poco épico--, fue imposible alcanzar un pacto gubernamental de izquierdas. PSOE argumentó que ello se debió a la cosa referéndum catalán. Es posible que no sea sólo por eso. Pero, lo...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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