Mi voto
La socialdemocracia está gobernando en coalición con la derecha en Europa. Hay que buscar otra cosa. Aún no existe, o carece de nombre. Es posible que sea lo Común
Guillem Martínez 25/06/2016
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Voto muy poco. Pero desde 2012 lo estoy haciendo como un poseso. Pertenezco a una tradición que no se toma muy en serio el voto. Es decir, no cree en él. El resultado de cada elección suele dar la razón a esa tradición. Votar no es una esencia sagrada. Por lo mismo, tampoco lo es no votar. Por eso, desde 2012 --desde que se inició el ciclo electoral del 15M, inaugurado con una abstención masiva, que llevó al poder al PP con la menor mayoría absoluta de la historia-- he votado todo lo que no había votado en mi vida anterior. Así, he votado, sucesivamente, CUP, Partido X, Barcelona en Comú, Catalunya Sí Que Es Pot y En Comú Podem. En algún paso, he participado íntimamente en la formación de alguna de esas opciones. En cada caso he hecho un articulete para explicar(me) mi voto. En general, considero higiénico que un medio o un periodista expliquen su voto y las razones de ese voto. En general, las arrugas del cerebro exhibidas en esos artículos pueden ayudar al lector a entender las entrelíneas de los artículos del pollo que firma esas líneas. La objetividad periodística, en fin, no es mucho más que eso. Anyway. En las elecciones de mañana voy a votar En Comú Podem. Se lo explico.
Desde 2012 se ha iniciado un doble proceso electoral. Se ha iniciado, por una parte, a) un proceso de demolición electoral del Régimen, con todas las letras. A la vez, b), se ha iniciado un proceso de creación de una nueva clase política, un proceso, sin duda, menos interesante. a) y b) van unidos, supongo que íntimamente. Es algo, por otra parte, natural en un Régimen cerrado y encorsetado en una proporción tan absoluta que, incluso, tenía cerrado su propio acceso a varias generaciones. Es, por ello, absolutamente normal que varias generaciones de nuevos políticos, que estaban obligados a realizar un periplo absurdo, barroco y una adaptación prolongada para acceder a la política, hayan realizado atajos. Hay que convivir con ello, e intentar describirlo, para que b) invalide a). La de b) es una descripción poco épica. Básicamente, es un proceso de sustitución. Ese tipo de sustituciones son una suerte de entrada de aire fresco. La entrada de aire fresco en una habitación, por otra parte, oscura y con aire viciado, acostumbra a crea unos segundos de bienestar.
No hay que olvidar, empero, que mientras se produce a), se produce b). No sabemos si a) tendrá éxito aún. Pero sí que lo tendrá, en fin, b). Supongo que, en todo este proceso simultáneo, habrá que ir presionando a b) para que a). Y supongo que ese proceso, a su vez, cada vez será menos amable. Pase lo que pase, en fin, sería deseable la formación de un nuevo tipo de elector, no creyente, carente de fe, poco disciplinado, rebelde, abstencionista si se tercia, que no sublime el voto, que sea consciente de que un político no nos representa --esa frase es una de las génesis del 15M--, que pida resultados concretos, que pase de la sonrisa en política, pero no de la sonrisa en la vida, ese negociado tan diferente y tan alejado de la política. Quizás para ello es necesario un nuevo tipo de partido, que dé cobertura política a las iniciativas no institucionales de la sociedad, a su vida. Ese partido aún no existe, pero las confluencias quizás son su 1.0. Los que dimos la brasa para una confluencia, para que Podemos no fuera sólo Podemos, no fuera un gran partido con un gran aparato, creo que debemos de seguir apostando por esa dirección. Aún no hay una razón firme para cambiar de opinión.
Respecto del proceso de demolición del Régimen, hay que constatar que se está produciendo. A la vez que su reconstrucción. Con la que está cayendo, con la que ha caído ya, sorprende que aún sigan en pie partidos cuya única función ha sido no evitar la que está cayendo, la que ha caído ya. Aunque cueste creerlo --bueno, con el PSOE ya no cuesta creerlo-- están desapareciendo. Desaparecerán del todo. Lo que no significa que desaparezcan todas sus funciones. No he leído el programa de En Comú. Soy periodista político, por lo que sé que los programas no existen. Son lógicas. Entiendo, por otra parte, que la lógica de En Comú ya estaba creada en 2011. Lo hicimos entre todos. Era la vertiente político-institucional del 15M --había/hay otras--. Recordemos: se trata de un proceso constituyente, que suponga la ampliación y efectivación de derechos fundamentales --la sanidad y la educación deben de volver a ser efectivas, pero también la vivienda, la energía, los alimentos--, la ampliación de las formas de participación y de la democracia, derecho a elegir la forma del Estado, derecho a la autodeterminación y la ruptura con dinámicas franquistas y posfranquistas, a través de la refundación, por ejemplo, de la Justicia. Y una solución a la deuda, el legado de un Régimen y de unos partidos que, a través de la transformación de la deuda privada en pública, ha significado el fin del Bienestar, la forma de democracia en Europa. Gracias a Grecia sabemos que la instancia de solución es Europa. Y, también gracias a Grecia, sabemos que, esta mañana a primera hora, no hay solución. Es decir, que la socialdemocracia tampoco lo es. De hecho, estamos en esta casilla porque la socialdemocracia no sólo no ha emitido nada, sino porque ya no existe. Es preciso tenerlo presente cuando un partido se presente como socialdemócrata. La socialdemocracia está gobernando en coalición con la derecha en Europa. Hay que buscar otra cosa. Aún no existe, o carece de nombre. Es posible que sea lo Común, un pensamiento democrático radical, que amplíe la democracia a áreas jamás palpadas por la democracia, como la economía.
Europa, la instancia de una parte muy grande del conflicto Español, está viviendo su fin. Su fin si entendemos que la UE estaba destinada a ser una comunidad de derechos y de personas en libre circulación. Ha resultado ser lo contrario. Ha supuesto un recorte inaudito de derechos, un observador inánime de los recortes de derechos españoles, una política ultraliberal emitida fuera de la política y, en fin, la libre circulación de mercancías y capitales, pero no de personas. Se podría pensar que el euroescepticismo es una garantía para el nacionalismo y la extrema derecha, si la UE no fuera eso también. Es preciso enfrentarse a la UE. Reconstruirla --o, si no se puede, demolerla; buscar otras uniones--. Instalar diversos niveles de soberanía desde ella al Municipio. Es preciso formular ideas democráticamente avanzadas y federales de Europa. Hay que instaurar el conflicto, no sólo en España, sino en Europa.
Bueno. Por todo eso votaré En Comú Podem. Confiando --no hay otra forma de contrato; es política; la política, en parte, se debe a sí misma-- en que ellos también voten lo mismo. La honestidad de algunos de los integrantes en la lista, empezando por Xavier Domènech, me invita a pensar que no se desviarán mucho de todo esto. Es poco probable un gobierno con Podemos y Confluencias. A pesar de los previsibles buenos resultados de la cosa, cuesta creer que el Régimen no opté por la Gran Coalición, estéticamente y vitalmente tan costosa que, en la última legislatura, se aplazó hasta después del 26J. Pero desde fuera del Gobierno también se ejerce la presión. Más aún en un fin de Régimen.
Esto, en fin, va a ser muy largo. Menos, espero, que el ciclo de la crisis, que se presenta como larguísimo y sin solución desde las políticas actuales, en Catalunya, España y Europa.
Ánimo.
Voto muy poco. Pero desde 2012 lo estoy haciendo como un poseso. Pertenezco a una tradición que no se toma muy en serio el voto. Es decir, no cree en él. El resultado de cada elección suele dar la razón a esa tradición. Votar no es una esencia sagrada. Por lo mismo, tampoco lo es no votar. Por eso,...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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