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En alguna ocasión, Joaquín Müller (San Sebastián, 1958) se ha definido como “periodista que no ejerce y lingüista que no es”, pero cuesta entender, ironías aparte, que alguien con este perfil pudiera estar al frente de una institución como la Fundación del Español Urgente (Fundéu), encargada de fomentar el buen uso del español en los medios de comunicación de la comunidad hispanohablante.
La Fundéu nació en 2005, gracias a un acuerdo entre la Agencia EFE y el BBVA, y al decidido impulso del entonces director de la RAE, Víctor García de la Concha, que aceptó situarla en el ámbito de la Academia. Desde entonces, se ocupa de escrutar los periódicos, medios digitales y redes sociales para detectar los términos y giros que se emplean de forma inadecuada y proponer las alternativas correctas.
Müller es el director general de la Fundéu y el encargado de supervisar el trabajo de un equipo de periodistas, filólogos y traductores que resuelve dudas y ofrece pautas para proteger y dar brillo a un idioma hablado por 560 millones de personas en todo el mundo.
El balance de estos once años es “muy satisfactorio” para Müller, pero el responsable de la Fundéu, que cuenta con un presupuesto anual que ronda los 600.000 euros, cree que se necesitan más esfuerzos y una mayor implicación social para mejorar la posición del español en el mundo.
En este sentido, considera que las grandes corporaciones de matriz española “tendrían que pagar una tasa o especie de impuesto” para la defensa y promoción exterior de la lengua de Cervantes.
¿Quién hace más por la defensa activa del buen uso del español, la Real Academia, el Instituto Cervantes o la Fundéu?
Jugamos papeles completamente distintos. Ni siquiera en cuanto al tamaño somos comparables. Estamos en ligas distintas porque el Instituto Cervantes representa la defensa de la cultura y el español en el extranjero, la Real Academia se centra en los aspectos normativos y nosotros focalizamos nuestra labor en el área de los medios de comunicación.
¿Cuál es su balance de los once años de vida de la Fundéu?
Llevo desde el principio al frente de la Fundéu y creo que el balance es sorprendentemente positivo. Somos una institución pequeña y en los primeros años costó mucho que la gente conociera y entendiera bien nuestro trabajo. Nunca pensé que la Fundéu iba a ser el referente que, sin duda, es hoy, no sólo para periodistas, sino para correctores, traductores y amantes de la lengua española en general.
Hay periodistas que son poco dados a reconocer sus errores y que no siempre aceptan de buen grado que otros les den consejos para mejorar su estilo de redacción. ¿Cómo cree usted que son percibidas las sugerencias de la Fundéu entre los profesionales de la información?
No tenemos un instrumento que nos permita medir de una manera objetiva la aceptación de nuestras propuestas entre los periodistas. Siempre nos hemos limitado a recomendar, nunca a imponer. Quizás en ese trato amable que tiene la Fundéu esté la clave de la buena aceptación que tienen nuestras recomendaciones. Al principio, algunos nos veían como una especie de censores, pero con el paso del tiempo ha desaparecido radicalmente esa imagen y nuestros consejos son bien recibidos.
¿En qué consiste el trabajo diario de su institución?
Una de las actividades principales es la publicación diaria de una serie de recomendaciones lingüísticas formuladas a partir del análisis de las noticias que aparecen en los medios de comunicación. Esos consejos son publicados en nuestra página web y en las redes sociales, y son enviados de forma gratuita y por correo electrónico a todas las personas interesadas en recibirlos. En la actualidad tenemos más de 25.000 personas suscritas a este servicio.
Igualmente, los filólogos, lexicógrafos, traductores y periodistas de la fundación responden diariamente a unas 300 dudas relacionadas con el lenguaje utilizando para ello el correo electrónico y canales como Twitter y Facebook, donde tenemos 192.000 y 48.000 seguidores, respectivamente.
Nuestro equipo gestiona también la Wikilengua del español, un sitio abierto y participativo para compartir información práctica sobre la norma, el uso y el estilo del español, y organizamos congresos y seminarios sobre cuestiones relativas al idioma español en los medios informativos. Entre ellos destaca el Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, en colaboración con la Fundación San Millán de la Cogolla, que se celebra anualmente desde 2005.
“El futuro del español está unido al valor económico que supone la comunidad hispanohablante”
¿Debería ser la defensa del español una labor en la que se involucraran más personas o instituciones?
Nosotros hacemos lo que podemos teniendo en cuenta nuestros recursos humanos y tecnológicos, pero siempre se puede hacer más para que el español tenga un lugar de privilegio en el mundo.
Las grandes compañías de matriz española podían dedicar una parte de sus beneficios a la defensa y promoción de nuestra lengua. Esas empresas tendrían que pagar una tasa o especie de impuesto a las instituciones que están defendiendo el idioma, para que tenga una mayor y mejor presencia en Internet, y para que en el mundo económico compitamos en igualdad de condiciones con otros países.
El futuro del español está unido al valor económico que supone la comunidad hispanohablante. Si económicamente no crecemos y no nos convertimos en un mercado potente de consumidores y productores, nuestro idioma no tendrá interés. El francés y el alemán, mucho menores que el español en expansión y en número, tienen más capacidad de consumo que todo el mercado latinoamericano.
Mientras el español no tenga ese papel protagonista en el ámbito económico, nosotros tenemos que potenciarlo de alguna forma. Habrá que establecer fórmulas para que el español esté cada vez más presente en Internet y para que los mensajes de las grandes compañías sean atractivos y nuestros líderes empresariales tengan una buena imagen para triunfar en los mercados.
¿Contribuyen los directores de Comunicación de esas grandes empresas al prestigio y proyección del español en el exterior?
Muchos de los llamados dircom actúan con desidia al permitir que los mensajes de esas corporaciones a sus clientes estén plagados de faltas de ortografía, carezcan de una mínima estructura y sean aburridos de leer.
A todos ellos se les llena la boca de hablar de la importancia del español y de que sus empresas son la imagen de España en el exterior, pero no tienen la capacidad de escribir correctamente una carta con la que saber atraer a sus potenciales clientes.
“El inglés es muy invasivo y es difícil dar una respuesta rápida y urgente que paralice el anglicismo innecesario”
¿Y cómo contribuyen las instituciones académicas a fomentar un buen uso de la lengua de Cervantes?
Los grados universitarios, con independencia de que sean de ciencias o de artes y humanidades, deberían aumentar el número de créditos destinados a la oratoria, las técnicas para redactar un buen informe o incluso a la expresión corporal. Esto debería ocurrir también en los másteres del Instituto de Empresa o en las Escuelas de Negocios, que deberían potenciar las capacidades de los alumnos para saber dirigirse a un auditorio, elaborar un discurso correcto y redactar un informe atractivo.
¿Es el anglicismo el principal enemigo de español?
Todos los desarrollos científicos y tecnológicos se generan en inglés, pero por eso no tenemos que llevarnos las manos a la cabeza. En la historia del hombre, las lenguas del poder influían sobre las otras y enriquecían a los otros idiomas. Es verdad que el árabe, o el español o el francés, que fueron las lenguas del poder, del prestigio y del Imperio, jamás tuvieron la penetración ni la tremenda inmediatez que tiene el inglés en estos momentos. El inglés es muy invasivo y es difícil dar una respuesta rápida y urgente que paralice el anglicismo innecesario. De la misma manera, cuando el anglicismo es pertinente, no tenemos ningún problema en admitirlo.
Con todo, se están dando pasos importantes para evitar esa excesiva presencia de los anglicismos en los textos noticiosos. Por ejemplo, en las informaciones de las últimas semanas sobre los problemas de la compañía aérea Vueling se ha comprobado que el término low cost ha sido sustituido en buena parte de los medios españoles por otras expresiones como “vuelos de bajo coste”, o incluso mucho mejor “vuelos baratos”.
En alguna ocasión, Joaquín Müller (San Sebastián, 1958) se ha definido como “periodista que no ejerce y lingüista que no es”, pero cuesta entender, ironías aparte, que alguien con este perfil pudiera estar al frente de una institución como la Fundación del Español Urgente (Fundéu), encargada de...
Autor >
Manuel Tapia Zamorano
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