Paisaje de playa.
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El 31 de agosto el verano se termina. Es cierto que a efectos prácticos, 2016 no se dirá adiós a su época estival hasta el 22 de septiembre, pero todo el mundo sabe (incluso quienes disfrutan de sus vacaciones en septiembre) que una vez concluye agosto, el verano empieza a desvanecerse y se sustenta, a dura penas, de su fin de semana más largo: el que va desde el 1 de septiembre hasta que el otoño entra por la fuerza en su vida.
No puede decirse que no nos avisen. Cada día, cada tarde de verano, el sol se despide poco a poco en la lejanía. Siempre a una hora parecida, siempre de forma similar, recordándonos que las horas de luz no duran para siempre y que el verano, tampoco. El ocaso solar es el ocaso del verano, una despedida incontrolable que se escapa en lo hondo de alguna estampa que suspira por ese día que llega a su fin. Por ese verano del que, una vez más, toca despedirse.
Septiembre es el mes en el que la vida vuelve a su curso natural de vicisitudes. El mes de la vuelta al trabajo y de la vuelta al cole. El mes de la vuelta a hacer cosas que no terminan de apetecer a nadie. Un mes que aún conserva algunos días de buenas temperaturas y paisajes de playa para hacer de transición entre el verano y lo que sea que venga después. Un mes para echar la vista atrás y glorificar cada momento que julio y agosto han aportado a nuestro mapa de lugares y personas.
Todo el mundo mira hacia la puesta de sol, incluso quienes se están marchando o ya se han ido. Desde cualquier parte. El sol se va yendo poco a poco mientras un grupo de chicas se hace fotos aprovechando los contrastes y colores que deja la escena. Levantan las brazos e intentan coger el sol entre la manos; lo sostienen y se les escapa al mismo tiempo. Las olas no cesan. El calor da tregua. Algunos ya se preparan para salir a cenar. Reina la tranquilidad en todas partes. Lo único que altera la instantánea es ese sol que deja de ser sol en el horizonte. Ese sol que da sentido a su melancolía veraniega.
Hoy, 31 de agosto, el reguero de melancolía no ha hecho más que empezar. Una vez arranque septiembre el rastro irá creciendo, haciéndose más palpable. Reivindicando su ánimo posvacacional, poniendo la mirada en aquella imagen que ya no sabe si pertenece a sus recuerdos más recientes o a algunos otros que no logra situar. La melancolía arrastra sus recuerdos y los sitúa entre la tristeza y la ternura que le produce pensar en las semanas anteriores, irrepetibles, irremplazables.
Pero la melancolía acaba desapareciendo y, por suerte, nos quedan nuestras nostalgias. Cada instante, cada recuerdo, es una oportunidad para no caer en el olvido. Para seguir soñando con lo que está por venir. Por muchos más veranos. Por muchos más lugares. Por muchas más personas. Por todo eso que da escalofríos y reconforta al mismo tiempo: saber que, aunque el sol se esconda y desaparezca por unas horas, podrá volver a encontrarlo en su próxima aventura de verano.
Este verano les he hablado de playas a las que entregar su alma, de libros y personajes con los que fundirse, de canciones para no dejar nunca de bailar, de juegos para cautivar a generaciones de niños, de viajes soñados y por soñar, de fiestas, pueblos y fuegos artificiales. Les he hablado, con el corazón en un puño, de todas esas cosas que pasan en verano y que destilan felicidad. Ojalá se hayan podido sentir identificados con alguna de ellas. Ojalá hayan algo especial al leerlas. Gracias por leer mis historias, y hasta el verano que viene.
El 31 de agosto el verano se termina. Es cierto que a efectos prácticos, 2016 no se dirá adiós a su época estival hasta el 22 de septiembre, pero todo el mundo sabe (incluso quienes disfrutan de sus vacaciones en septiembre) que una vez concluye agosto, el verano empieza a desvanecerse y se sustenta, a dura...
Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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