TRIBUNA
Operación Investidura: sellar el ‘silencio’ sobre la sociedad secreta llamada ‘Reino de España’
Mariano Rajoy se ha convertido en una efigie del secreto, del silencio y la invisibilidad, solo perturbado por el machacón grito mediático de “que gobierne él”
Rubén Juste de Ancos 31/08/2016
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El sociólogo alemán Georg Simmel, en su texto sobre sociedades secretas, decía que “el secreto no está en conexión con el mal, el mal está en conexión con el secreto. Por razones fáciles de comprender, lo inmoral se oculta, aun en los casos en que no hay temor de ningún castigo social, como sucede en algunos extravíos sexuales”. Simmel a su vez apuntaba que un secreto compartido por un colectivo debe descansar sobre la mutua protección y confianza, para lo cual la acción protectora, “probablemente la más radical de ellas, es hacerse invisible”. Estas sentencias quizá puedan resultar al lector familiar, más si se observa la compleja situación que vive el país los últimos años: no sabemos por qué, pero cada vez se habla menos y se calla más.
Recordemos al rey emérito Juan Carlos, que ha pasado de exhortar a Chávez a que se calle a abdicar y pasar a un silencio absoluto
Valga enunciar los numerosísimos casos de corrupción que en los últimos años han llevado a variadas personalidades de la política y de la empresa a callar, arrastrando a los medios de comunicación en su mutismo. Si no, recordemos al rey emérito Juan Carlos, que ha pasado de exhortar a Chávez a que se calle a abdicar y pasar a un silencio absoluto, incluyendo en el mismo a toda la familia real, con la infanta Cristina llevando la delantera en la procesión. También el Senado, hoy sumido en un silencio sepulcral que ahoga a Rita Barberá. O el disco duro del ordenador de Bárcenas, silenciado 35 veces. Por no mencionar la conversión del silencio en deber y la palabra hecha delito en forma de Ley Mordaza.
Pero sin ir tan lejos, en la misma investidura, por ejemplo, predominan más los silencios aderezados de una parafernalia de pactos y medidas a la carta que una serie de explicaciones contundentes, intentando que medios molestos como CTXT acudan al pleno.
Este mutis vivendi se hace carne si observamos a Mariano Rajoy, convertido en una efigie del secreto, del silencio y la invisibilidad, solo perturbado por el machacón grito mediático de “que gobierne él”. Pero para evitar la tentación de la carne, ya está Ciudadanos para hacer del silencio un espíritu indestructible en el nuevo gobierno, escribiéndolo a fuego en el memorándum con Rivera. Pensemos por un momento que esto fuera cierto, que todo lo que sucede es producto de un secreto oculto y que todo es una artimaña, ¿qué quieren ocultar y quiénes lo ocultan?
Este mutis vivendi se convierte en carne si observamos a Mariano Rajoy solo perturbado por el machacón grito mediático de “que gobierne él”.
En primer lugar, hay un elemento que define una sociedad secreta, y es la confianza, fuente de protección del secreto: de quien se confía se espera que no revele. Pongamos como ejemplo que Rajoy pertenece a una sociedad secreta y tiene un círculo de confianza que le permite encerrar el secreto. Comenzando por un análisis poco exhaustivo, Rajoy ha proporcionado a lo largo de los años una serie de nombres que formaban parte de sus “confiados”, por los cuales era capaz de poner “la mano en el fuego”: en las diputaciones de Castellón y Valencia, Carlos Fabra y Alfonso Rus; en el Ayuntamiento de Valencia a Rita Barberá; y en la Comunidad a Francisco Camps (muestra de lealtad es aquel “siempre estaré a tu lado, o delante o a un lado” que dedicaba al expresidente valenciano. En Baleares tenía al expresidente Jaume Matas, hoy en tercer grado, con quien compartía barco y vacaciones. En Madrid no fue tan explícito, quizá por ser feudo de su enemiga Esperanza Aguirre. Pero tenía al delfín de la lideresa, Francisco Granados, finalmente destituido en 2011, quien le apoyó en el Congreso de Valencia en junio de 2008, junto al aparato valenciano en su totalidad (en un congreso presidido por el murciano Valcárcel y la alcaldesa Barberá). Finalmente, el más importante, su querido Luis (Bárcenas), a quien arropó en sus famosos SMS.
Si tomamos a todos los antes nombrados, encontramos elementos en común: fueron figuras clave en actividades y operaciones económicas que involucraban a empresarios con la Administración, y que suponían la donación de una parte de los beneficios al partido y otra a los participantes, todo de forma soterrada. En la Comunidad Valenciana, el PP tenía a Ortiz (70% del suelo de Alicante y tres de cuatro contratas del ayuntamiento, financió al PPCV, investigado en la Operación Brugal), en Madrid a Marjaliza (60% del suelo de Valdemoro y presente en ocho ayuntamientos del PP y cuatro del PSOE --según el propio constructor--, ingresos que iban a sótanos y áticos, o a Suiza donde Marjaliza tenía 30 millones y Granados 1,5 millones); en Baleares, Matas tenía a Antonio Pinal (recibió 27 millones en contratos y reformó la sede del PP).
Orgías
Pero no sólo les unía la firma de un contrato. Los grupos que se formaban tras esas operaciones pasaban a sellar su relación secreta y concupiscente a partir de determinados ritos y festejos. Las fiestas de Marjaliza y Granados en Madrid, cacerías de 9.000 euros aderezadas por timbas de póquer y prostitutas, precedidas por un ritual para novicios, bautizados con la sangre derramada de sus trofeos. En Mallorca, el exceso se hizo norma, y políticos, policías y empresarios podían disfrutar de fiestas y orgías en locales nocturnos, pagado todo con el archivo de denuncias, a cambio de consumiciones, prostitutas, Viagra y locales disfrutados en exclusiva. Todo organizado por el consejero de Interior de Matas, José María Rodríguez, y el segundo del Ayuntamiento de Palma, Álvaro Gijón, quien figura como firmante en adjudicaciones al constructor que financió la sede del PP, Antonio Pinal. El secreto podía resguardarse gracias a su mutua degradación moral, compartida y celebrada por los participantes. En cambio, Ortiz prefería llevárselos en su yate, a Ibiza junto a Castedo o por el Mediterráneo junto al presidente de Bancaja, Aurelio Ortíz (financió al constructor con 150 millones de euros, comprando a éste suelo por valor de 250 millones). El presidente de Bancaja era claro en sus deseos compartidos con Ortí: “Yo lo que quiero es follármela y que no se maree tío. A ver si se va a marear como Eugenio y tú estás ahí trincando y yo mirando”.
Los grupos que se formaban tras esas operaciones pasaban a sellar su relación secreta y concupiscente a partir de determinados ritos y festejos.
La concupiscencia avanzaba a sus anchas entre la política y las empresas, celebrándose por todo lo alto, dando por hecho que todos los allí presentes eran cómplices de mantener un mismo secreto: una degradación moral que no podía ser pública. Lacan les guiaba, pues el deseo de uno era deseo del Otro.
Pero en toda sociedad secreta hay una jerarquía, que proporciona que unos miembros permanezcan anónimos frente a otros. Esto hace que si bien los anteriores fueran conocidos unos por otros, en otros niveles se disfrutara de cierta confidencialidad. Pueden llamarse los Grandes, como así eran llamados en época de los Comuneros denunciaban la corrupción del Consejo Real. Los anteriores, a su lado, son meros intermediarios, atados por los ingresos crecientes y una vida de excesos, que les hacían ser yonkis del dinero y los excesos. Así, en el caso balear, Villar Mir y Florentino Pérez fueron adjudicatarios de la mayor parte de obras de mayor envergadura, pero en el caso del primero, fue su yerno, el compi yogui de Letizia Ortiz, Javier López Madrid, quien se acercó a la sede del PP para el pago por los servicios. No hubo festejo, sólo un apunte en la libreta de Bárcenas, escondida como la carta perdida de Alan Poe. Tampoco en la adjudicación a FCC del velódromo de Palma, investigada por el juez Castro.
Por su discreción y quizá por el apoyo mediático, quizá son menos señalados y menos explorados los pelotazos que unen a los Grandes con los Pequeños en esta sociedad. Pues no hace falta investigar mucho para ver cómo casos de corrupción en Madrid, en Valencia o Baleares se solapan con eventos deportivos y proyectos urbanísticos de mayor magnitud que involucraban a miembros de la sociedad yonki y los Grandes. Ejemplos destacados son: la Volvo Ocean Race o el Audi en Alicante; la Copa América, la Ciudad de las Ciencias; en Mallorca los mundiales de ciclismo; en Madrid los Juegos Olímpicos.
Así, los enamorados del dinero, Sonia Castedo y el constructor Ortiz, hablaban sobre la visita a Alicante del Rey. Ortiz bromeaba con la frase de Chávez para indagar sobre el encuentro: ¿Por qué no te callas? (…) ¿No estuviste toda la noche de parranda con el Rey? A lo que Castedo confirmó, diciendo que “parece la momia de Tutankamon”. La alcaldesa era anfitriona de la Audi MedCup en 2008 en la que participaba el rey Juan Carlos con el barco Bribón, patrocinado por Telefónica y La Caixa (empresas en las que trabajarían después Urdangarin y la Infanta) y dirigido por Pedro Campos Calvo-Sotelo, sobrino del expresidente de UCD y patriarca de Ferrovial, Leopoldo Calvo-Sotelo. Pero eso era el preludio de una relación más estrecha, pues en 2011 acogerá la Volvo Ocean Race para la cual fue contratada la consultora de Urdangarin para organizar la salida de la regata, cobrando cinco millones de euros y en la cual participaba el equipo Team Telefónica, dirigido por Campos Calvo-Sotelo, contando en 2011 y 2015 con la participación del rey Juan Carlos y el patrocinio del Consell de Fabra con 6 millones.
Saltando a Valencia, unos años antes, en 2004, en plena burbuja, el mismo Urdangarin pudo organizar otro evento, el Valencia Summit, gracias al apoyo de Camps y los tres millones de la Generalitat Valenciana, a través de la Sociedad de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Una periodista del diario Levante relataba lo impresionada que le dejaron “las bandejas cargadas de comida de dos estrellas Michelin, canapés de interminable nombre, propios de los restaurantes más selectos. Los camareros se acercaban a las mesas y ofrecían aquellos manjares y se encargaban de que no faltara la bebida. Todo nos parecía impresionante. Estábamos abrumados por el despliegue de ese evento por todo lo alto. Era nuestra primera salida como estudiantes acreditados”. La Ciudad de las Ciencias y su recién estrenado edificio fueron sede y financistas de Urdangarin. Un complejo que costó 1.282 millones, con un sobrecoste de 625 millones, levantado por la constructora de Florentino (Dragados), y los Entrecanales (Acciona), iniciado por Zaplana e inaugurado por Camps.
La Ciudad de las Ciencias y su recién estrenado edificio fueron sede y financistas de Urdangarin.
En Mallorca, Urdangarin se asociaba con Matas para organizar los mundiales de ciclismo, ayudándose de las Koplowitz, adjudicatarias del Palma Arena por 46,7 millones y con un coste final de más de 100 millones. En Castellón, feudo de Fabra, Nóos recibió del Villarreal 600.000 euros. En Madrid, el ayuntamiento se preparaba en 2007 para los Juegos con una inversión de 6.000 millones que iban a parar a la cuenta de resultados de las empresas de construcción del Ibex35 en un momento de parón de la construcción: un balón de oxígeno para las empresas propiedad de Villar Mir (OHL), Florentino y los March (ACS) y los Del Pino Calvo-Sotelo (Ferrovial). Para tal evento Gallardón ofreció a Urdangarin liderar la candidatura, el cual finalmente se limitó a asesorar, ingresando 120.000 euros para su fundación sin ánimo de lucro.
Pero tal maraña de grandes y pequeños no podría sobrevivir sin una casa que les resguarde y les permita coordinarse. Esta gran Casa se llama Ibex35, donde encuentran el apoyo financiero, político y mediático: allí han estado Urdangarin (Telefónica) o el abogado de la Infanta (Miquel Roca, en ACS y Abertis), junto a toda una maraña de altos representantes del Estado (una quinta parte de todos los consejeros de empresas Ibex35) que han decidido apadrinar a la sociedad yonki y los grandes del PP, aglutinados en Bankia. Pues en la entidad nacionalizada por el PP están los préstamos a Ortiz (150 millones), préstamos blandos al consejo de administración de Bankia (Rato y compañía), al expresidente –encarcelado-- de la CEOE Díaz Ferrán (131 millones) y su vicepresidente Arturo Fernández (2 millones). Todo, junto a los numerosos préstamos que regaron a la Gran beautiful people constructora del PP durante los últimos quince años: a los todopoderosos Florentino Pérez (620 millones, aún sin cuantificar los que proceden de Bankia), Esther Koplowitz (1.000 millones en créditos junto al BBVA, cuyo pago ha sido pospuesto a 2018), Villar Mir (344 millones al 0% de interés, concedidos mientras López Madrid, su yerno, era consejero) o al dueño de la quebrada Martinsa Fadesa, Fernando Martín (1.000 millones para la compra de Fadesa a Manuel Jové, autorizados por el responsable de créditos a empresas Carlos Vela, quien después pasó a ser CEO del grupo constructor). Pero, por fortuna, las condenas de muchos de los miembros de la sociedad yonki del PP están próximas a expirar y el enorme agujero generado por Grandes y Pequeños del PP en Bankia se ha podido arreglar con el préstamo europeo aceptado en 2012.
Ahora los bancos del Ibex se frotan las manos ante la venta a uno de ellos de Bankia, por lo cual tratan de cuidar bien al PP, que por algo tiene mayoría y mucho que esconder. Para el apoyo mediático de la operación ya tienen a El País, cobijo de la sociedad de Grandes del Reino: propiedad de Telefónica, la Caixa (pretendiente de Bankia) y Santander (pretendiente del Banco Popular), grandes accionistas del Ibex35 (Santander a través de los bancos custodio accionistas del banco), y protectores de ilustres en apuros como Rato, la Infanta, Urdangarín, Zaplana, Acebes, y un largo etcétera.
Los bancos del Ibex se frotan las manos ante la venta a uno de ellos de Bankia.
Pero el entramado queda huérfano sin una vertiente política que defienda la operación “silencio”, la cual queda recogida en las “150 medidas para mejorar España”, donde Ciudadanos no menciona la palabra Bankia ni un solo momento. Tampoco dice qué hacer con las entidades financieras nacionalizadas, cuyo rescate ha llevado a aceptar la privatización de las cajas de ahorros e hipotecar la soberanía económica del país, desde 2012 dependiente del Banco Central Europeo. Tampoco lo dijo en marzo, quizá porque Zapatero autorizó la fusión de Caja Madrid y Bancaja, la salida a Bolsa de Bankia, además de las famosas preferentes.
Pero aún queda una ventana de oportunidad. Pues como decía Simmel, “la debilidad de las sociedades secretas está en que los secretos no se guardan mucho tiempo, hasta el punto de que con razón se dice que un secreto entre dos ya no es secreto”. Sólo así se entiende la espantada e indignación que produce el que Pedro Sánchez hable con Podemos. Ante esto, quizá valdría la pena que Podemos verbalizara aquello que Pedro Sánchez quiere decir, pero no se atreve. Quizá así se evite que todo termine como la última escena de Eyes wide shut, donde Pedro y Rajoy, confiándose ambos sus desviaciones sexuales y locuras entre sociedades secretas, finalicen su tensión con un “follemos” que lo arregle todo.
El sociólogo alemán Georg Simmel, en su texto sobre sociedades secretas, decía que “el secreto no está en conexión con el mal, el mal está en conexión con el secreto. Por razones fáciles de comprender, lo inmoral se oculta, aun en los casos en que no hay temor de ningún castigo social, como sucede...
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Rubén Juste de Ancos
Doctor en Sociología. Asesor de Unidos podemos en el Congreso. Amante del periodismo de Marx e Ida Tarbell. Esta decía que "no hay medicina más efectiva para llegar a los sentimientos de un público fervoroso que las cifras".
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