Tribuna
El cambio del cambio
Todos los partidos del espacio progresista han pasado de sus formulaciones más abiertas a las más identitarias tras las elecciones del 20D
Ángel Ramírez Troyano 26/10/2016
Concentración de los indignados en Sol.
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Estamos en un periodo en el que se superponen y suceden crisis de distinto tipo y que parecen conformar un auténtico cambio de época. Cuando hablamos de la crisis que sufrimos ya no sabemos exactamente a qué nos referimos, si al inicio del ciclo neoliberal desde los primeros ochenta con su rosario de burbujas y espasmos, la crisis del modelo sociopolítico de la transición, la de la identidad de la Unión Europea, la profunda crisis económica iniciada en 2008, o el colapso ecológico en el que, según muchos autores, estamos ya inmersos.
Pero vamos a centrarnos en este artículo en la conjunción de las crisis económica y política que se inician en 2008 y 2011, un fenómeno de una extensión probablemente no sospechada en los inicios. Como se puede deducir, entiendo que lo que hoy llamamos crisis tiene dos orígenes, los movimientos espasmódicos de la dinámica económica general (en particular el que aún sufrimos desde 2008) y la crisis de representación política, la falta de reconocimiento por parte de la ciudadanía del sistema político y de sus representantes (que tuvo en el 15M su expresión más clara).
Ambos fenómenos están conectados y no es posible entender las ineficiencias e inequidades del sistema económico sin tener en cuenta la forma diferencial en que los distintos colectivos sociales consiguen que las élites políticas defiendan los respectivos intereses.
Podemos entender que tenemos un problema de escasez económica y/o precariedad e incertidumbre para una parte significativa de la población
Aunque como decíamos son fenómenos relacionados, podemos entender que tenemos un problema de escasez económica y/o precariedad e incertidumbre para una parte significativa de la población, y, por otro, aunque vinculado, un deficiente, injusto e ineficaz funcionamiento del sistema democrático. Esta crisis, cuyo alcance geográfico sería interesante analizar y que podría incluir desde las primaveras árabes hasta Occupy Wall Street, tiene en España sus especificidades. Por un lado, las debilidades de su economía, y en particular de su mercado laboral, con alarmantes crecimientos de la precariedad y la temporalidad que se ceban primordialmente en los jóvenes; y por otro, una corrupción sistémica, que afecta particularmente a los dos grandes partidos.
¿Cómo han abordado esta crisis las distintas fuerzas?
La derecha española está sufriendo escasamente los efectos de la crisis sociopolítica
Sin introducir en el análisis los partidos de ámbitos autonómico, fundamentalmente por la condición nacionalista de parte de ellos, lo que complejiza la cuestión, es posible encontrar una pauta común, con la excepción del Partido Popular. Empecemos por este último por salirse del comportamiento general. Aparentemente el partido de la derecha española está sufriendo escasamente los efectos de la crisis sociopolítica referida, siendo el partido que ha tenido el gobierno español en el más amplio periodo de la crisis, y habiéndose evidenciado su participación en distintas tramas corruptas. Aparentemente la convulsión sufrida por el partido de la derecha ha consistido únicamente en la proyección de Ciudadanos, una especie de externalización del conflicto por el que los disidentes de la formación popular encuentran una organización que representa una nueva derecha, con el recambio generacional y la distancia con la corrupción como identificadores fundamentales. A pesar de la dureza de la situación socioeconómica y la gravedad (analizada en este medio por Ignacio Sánchez Cuenca) de las implicaciones de la dirección del partido, incluso de personas del gobierno, en la corrupción, lo cierto es que apenas aparecen voces críticas, y que después de una caída muy importante en los votos ha iniciado su recuperación y ha conseguido hacerse con el gobierno de nuevo gracias a la abstención del PSOE.
¿Cómo han respondido las fuerzas que podríamos identificar como progresistas?
Me interesa cómo han respondido las fuerzas que podríamos identificar como progresistas, PSOE, Podemos, IU y EQUO. Se han multiplicado los análisis sobre sus respectivas evoluciones, pero hay una perspectiva que creo que se está confirmando con las últimas dinámicas. Podríamos decir que todas estas organizaciones se han dividido en dos en la forma en que afrontaban la crisis: una parte de ellas ha iniciado un proceso de experimentación y diálogo y ha enfrentado el cambio con vocación de transformación propia; mientras que una segunda ha recurrido a la afirmación de la identidad ideológica con que ha operado durante las últimas décadas. Las primeras dirigieron la labor de sus organizaciones respectivas desde mayo de 2014 hasta el 20 de diciembre de 2015, y las segundas han tomado el control de las mismas durante este 2016.
El primer grupo parece haber entendido la situación como particularmente novedosa y ha iniciado un proceso de cuestionamiento de sus métodos de toma de decisiones, sus marcos teóricos, contenidos ideológicos y relación con el resto de actores políticos. El Podemos más transversal se identificaría con este perfil, pero también el PSOE de las bases de Pérez Tapias, o el EQUO de Rosa Martínez y Florent Marcellesi. En todos ellos la preocupación por la innovación, la actualización de las formas de participación y relación, la profundización democrática, y la recuperación de valores y virtudes republicanos forman parte del centro de sus preocupaciones. Los grandes contenidos iconos de las respectivas ideologías pasan a ser elementos del debate y no a prioris, en un estilo que recuerda a la famosa liquidez característica de la modernidad y la política defendida por el sociólogo polaco Zigmunt Bauman.
La auténtica implosión que se produjo en IU con la aparición de Podemos, la práctica cesión de la antigua dirección del poder al equipo de Alberto Garzón, y su coalición con Podemos en la última cita electoral, dificulta la visibilización de los movimientos internos de IU, cuyos debates se orientaron sobre todo al acercamiento o no al partido morado. Más allá del contagio que ha sufrido el discurso de la dirección de IU del estilo discursivo y la estrategia de Podemos y la resistencia inicial de algunos sectores al cambio ( IU-Madrid, Cayo Lara o el sector de Llamazares), no es fácil determinar que está pasando en una IU que ya se confunde bastante con el paisaje (o viceversa).
El segundo grupo de cada una de las formaciones ha respondido a la crisis con un mecanismo de autoafirmación identitaria, reforzando las formulaciones ideológicas y pragmáticas de dichos espacios políticos de los últimos años. En cada una de las formaciones serían el grupo que retomó el control de la organización en el Comité Federal del PSOE liderado por Susana Díaz, la coalición interna que da soporte a la actual dirección de Podemos consolidada tras el 20D, y la corriente liderada por Juantxo López de Uralde de afirmación en la identidad ecologista de EQUO. Todas ellas vuelven a las formulaciones de sus formaciones que han configurado el sistema político al menos en los últimos veinte años y han hecho bascular en este sentido a sus respectivos partidos.
Como decíamos antes, si analizamos todo el proceso abierto desde las europeas de mayo de 2014 hasta la actualidad podríamos identificar dos periodos; un primero desde aquel momento hasta el 20 de diciembre de 2015 en el que han dirigido los partidos los sectores con más vocación de experimentación y autotransformación (elección de Pedro Sánchez por primarias como secretario general del PSOE; formulación de la propuesta transversal de Podemos; integración de Equo en la propuesta electoral de la formación morada, primero en las autonómicas andaluzas de 2015, y a continuación en el resto de convocatorias).
El resultado electoral del 20D, insuficiente para inaugurar un nuevo sistema de partidos pero suficiente para evitar la reproducción del anterior, parece haber actuado como un gozne por el cual las tres organizaciones han girado sus estrategias o, por decirlo de otro modo, se han modificado las alianzas internas que sustentan la acción política. Así se produce una nueva correlación de fuerzas en Podemos que abandona su formulación transversal para volver a una más convencional de izquierdas, la coalición de barones y sectores socialistas más vinculados al modo de hacer tradicional de la organización y a las grandes organizaciones empresariales fuerzan la dimisión de Sánchez y permiten mediante la abstención un gobierno de Rajoy, y en EQUO se abre un proceso aún inconcluso para dirimir una orientación ecologista clásica liderada por Juantxo López de Uralde frente a la definición más transversal encabezada por Rosa Martínez.
Aún es pronto para aventurar el desenlace del proceso que parece tener dos vías de resolución posibles: la repetición de un sistema de partidos más o menos similar en cuanto a las propuestas ideológicas al instaurado en España desde los años 90 aunque con pesos relativos diferentes (menores en PSOE y PP y mayores en Unidos Podemos, y con la aparición de Ciudadanos como diferencia), o la continuación de los cambios para atisbar un sistema de partidos nuevo de imprevisible configuración. De las cosas que sigan pasando en el interior de las organizaciones en la que parece va a ser una corta legislatura dependerá.
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Ángel Ramírez Troyano, sociólogo y miembro de Podemos Andalucía.
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Ángel Ramírez Troyano
Es sociólogo del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) del CSIC.
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