ÁNGEL MARTÍN / HUMORISTA
“La tele se dirige a un público que aún habla en pesetas”
Manuel Gare Madrid , 6/11/2016
Ángel Martín, en un fotograma de Órbita Laika.
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Madrid. Fotomatón Bar, un jueves. La estrecha sala rebosa de risas mientras Ángel Martín (Barcelona, 1977) habla, canta y toca el piano. Esto último ya lo vimos en Órbita Laika, su más reciente contribución a la parrilla televisiva. Tras abandonar el programa de La2, se entrega a las pequeñas píldoras de SoloComedia, que sube junto a unos amigos a Youtube. “Hay gente que queda y se va a tomar una cerveza y hay gente que queda y graba vídeos. Nosotros grabamos vídeos porque nos mola mucho hacerlo”, dice. Martín habla en su monólogo sobre quienes viven y sobre quienes ya están muertos. También menciona a Dios. Hay cierta solemnidad en sus palabras. Normalmente uno diría que se trata simplemente de humor, pero el expresentador de Sé lo que hicisteis siempre ha ido un poco más allá. Acudir a su encuentro tantos años después de su aventura en La Sexta produce estupor: sigue ahí, justo como le recordaban.
Después de una temporada alejado del micrófono, más pegado a la televisión, ¿cómo lleva la vuelta al monólogo?
No tiene nada que ver, porque en la televisión no cuento con referencias de nadie. Salgo a un sitio con un público al que le dan dinero para que se ría, y se ríe. Me fío de unos señores en un despacho que dicen que esto va bien o esto va mal. En los monólogos lo que sí existe es la reacción inmediata a las mierdas que he escrito. Y eso para la comedia da unas pistas un poco más claras que la tele. Es la gran diferencia, el público. En la televisión tampoco voy a poder hacer mi tono porque dependo de que unos señores coloquen su producto con unos intereses que no van conmigo. Y la gente que curra en bares, en monólogos o teatros, pueden hacer lo que a ellos les apetece hacer. Para currar en comedia es más interesante que lo otro. Para mí es más guay, claro.
¿Se siente más cómodo, subido a un escenario?
No. Es un poco más incómodo, porque la reacción es inmediata. Cuando algo no va bien, no va bien y estoy jodido. Pero es más agradecido. También es verdad que tengo que estar escuchando a la gente, para los ritmos y velocidades. Nada que ver con la televisión.
Hablemos de televisión, pues. ¿Qué impacto tuvo realmente Sé lo que hicisteis?
No estábamos haciendo televisión: los códigos fueron otros. Llegamos a una gente que nos dejó hacer lo que queríamos. Nos juntaron a un grupo de amigos a hacer el canalla. Como la cadena quería ruido y a nosotros nos daban libertad, hicimos todo el ruido que nos dejaron. Es muy difícil que se repita algo así porque la libertad que había en aquel momento ahora mismo no está. En La Sexta estábamos yendo a un cero coma algo de audiencia; la gente habla mucho del programa pero las audiencias más o menos buenas llegaron después de cuatro años. En los tres y pico primeros años pasamos del cero al once, pero a nosotros ese proceso lo vivimos dándonos igual. Sé lo que hicisteis iba de gente que salía y hablaba como hablamos en la calle con los amigos. Había unos tíos ahí que salían y decían “pues los lunes me toca la polla trabajar” y en casa la gente decía “hostia, ¿por qué se hablan así?”. Y cuando se empezó a cambiar, pues cambió todo.
¿Ahí es cuando decidió irse?
No, yo decido irme cuando me aburro. Lo que pasa es que dejar la tele tiene muchas implicaciones, es complicado bajarse del carro. Pero en el momento en el que me da la sensación de que no aporto nada, me tengo que bajar. Porque no es mi proyecto. Yo estoy aquí, me lo paso muy bien y, cuando deje de pasármelo bien, pues me tengo que ir, y ya está. Fue por aburrimiento, como cuando uno ya no pinta nada.
Dar valor solo a la comedia que sale por la tele es muy egoísta por parte del consumidor
¿Queda algo ahora mismo en televisión de lo que se hizo en Sé lo que hicisteis?
He visto alguna vez Zapeando y tal, pero yo creo que no tiene nada que ver. Quedan las caras, algunas caras. Pero es que no se puede hacer, no tiene más. No creo que lo que haya sea mejor ni peor. No tiene nada que ver. Queda la nostalgia, a lo mejor algún colorín, algún fondo. Parece que se pueden hacer cosas parecidas, pero como la cadena no es ni parecida, no pueden serlo. El público probablemente sí sea el mismo.
¿Se hacen más programas de entretenimiento que de humor en televisión?
Hacerse se hacen, otra cosa es que interesen o no. Y si le están gustando al público que ellos buscan, que ese es otro tema. Pero hacerse se hacen. La tele es un medio que se gestiona desde la antigüedad. Pero sí, programas de humor y entretenimiento hay. Muchos. Prácticamente todos, de hecho.
¿Qué programa diría que es de humor?
¿De humor?
Sí.
¿Única y exclusivamente de humor, sin ninguna intención más allá que hacer comedia?
Eso mismo.
Ninguno. O sea, no hay ningún programa que sea de humor, comedia por comedia. La hora de José Mota, a lo mejor. Pero incluso él está obligado, yo creo, a meter más política. O que a él le interesan, da igual. Pero eso a lo mejor es lo más cercano a programa de humor que hay ahora mismo.
Un cómico sabe que si va a hacer un programa a la tele no va a hacer el programa que él quiere hacer
¿Hay margen para evolucionar, en este sentido?
La tele no puede evolucionar a niveles de humor y comedia, porque está dirigida a otros espectadores. O sea, es un público al que le hablan todavía en pesetas. ¡Hasta que eso no cambie! Si en La ruleta de la fortuna y dicen “tenemos seis mil euros, que son un millón de las antiguas pesetas”, pues ya están dejando claro a quién están hablando. La tele es un medio que está para una cosa y la comedia es un medio que está para otra. Cuando tratan de forzar eso y de meterlo en el mismo sitio, pues claro, hay gente que se enfada mucho.
Órbita Laika. Un programa de ciencia con pinceladas de esa quimera entre humor y entretenimiento de la que hablábamos antes. ¿Es la línea a seguir?
No, no. Es un error insistir en que en la tele tiene que haber humor. En la tele, nadie elige nada.
¿Órbita Laika es un buen concepto?
Un muy buen concepto que se hacía en la tele pública, y que la tele pública decidió marear. No importó lo que se logró durante la primera temporada. En el momento en que una cadena pública, que está pagada por todo el mundo, hace un programa de ciencia que funciona y decide andar tocando los huevos con eso, pues es como bueno, vale, hablemos de intereses de cadena. En la tele hay que apuntar a proyectos. Si el proyecto interesa, me meto. Y al igual que el teatro, igual que un bar, o igual que la casa de la abuela, tiene sus reglas. Quienes cruzan la puerta, aceptan unas reglas.
No son pocos los cómicos que cruzan la puerta de la tele y fracasan.
Que cada uno acepte su puta responsabilidad. A estas alturas, un cómico sabe que si va a hacer un programa a la tele no va a hacer el programa que él quiere hacer, y ya está. No entiendo por qué no lo asumimos. Yo estuve muy enfadado, y de pronto me paro y digo: a mí me han contratado para hacer aquí una cosa y la he aceptado, pues tengo que hacer esta cosa. Entonces, o gastaba mi energía en otro lado, o gastaba mi energía diciendo “es que no me dejan hacer lo que quiero”. Hay mucho rollo de culpar a los demás.
La hora de José Mota es muy representativa. Su último programa de Nochevieja fue lo más crítico que se ha hecho aquí en el último año de televisión.
Él tiene una posición desde la que puede pelear para que eso sea así. Porque en TVE necesitan a José Mota y José Mota sabe que a él hay una serie de cosas que le apetece hacer. Cada uno pasa por el aro del otro. ¿Está mal lo del teatro? Pues está igual de mal que la tele. Que tengamos que pagar al dueño del teatro para que ponga nuestro cartel en la fachada y quedarse un porcentaje de lo que hagamos dentro de la sala es el mismo puto peaje, y nadie habla de eso.
La queja viene de parte del público que compara la tele que se hace aquí y la que se hace fuera. ¿Ha visto Louie?
Lo que está haciendo Louis C.K. lo hacían en 1940 en Estados Unidos.
Ya, pero en España quizá ni hayamos llegado ahí.
¿Y por qué se insiste en llegar ahí en la televisión? ¿Por qué ver esto en la televisión si lo podemos ver en Internet?
Pero no es el tipo de humor que hacemos aquí.
Para ver el tipo de comedia que se hace en España es muy importante moverse por bares. O sea, no tiene sentido que la gente hable de comedia si no conoce a los cómicos. ¿Por qué no se hace en Antena 3 no sé qué? Pues porque se está haciendo en los putos bares. Que muevan el culo, porque hay gente muy buena. Tratar de darle valor solo a la comedia que sale por la tele me parece un punto de partida muy egoísta por parte del consumidor.
Antes dependíamos de que unos señores nos cogieran, ahora dependemos de tener un móvil
¿Aquí podemos hacer cosas como Louie? Aquí se hacen cosas como Louie. El fin de la comedia, aunque no llega a ese tono, se ha hecho aquí, con cuatro duros. Pero evidentemente en España no puede haber un Louie. Porque España no es Estados Unidos. Me interesa más un cómico que sea transgresor aquí que un cómico que intente hacer comedia que se hace en Estados Unidos. A mí un cómico que aquí en España hable del 11S me la pela, porque yo aquí no lo he vivido. Lo he visto por la puta tele, no me ha afectado en nada.
Aquí un cómico no hace bromas con el 11M.
Pero eso es un problema de los cómicos. Eso no es un problema ni de la tele, ni de la radio ni del teatro. Es un problema personal del cómico.
O de nuestra cultura del humor.
No, del cómico. Un cómico tiene la obligación de hacer las bromas y la comedia que él considere que tiene que hacer, asumiendo que eso pueda no gustar. Es importante que el cómico encuentre cuál es la broma que tiene que hacer. Es decir, no podemos salir y lanzar a bocajarro algo que sea una puta agresión verbal. Eso no. Pero hay gente como Mongolia, que hace cosas que están ahí. Independientemente de que la gente sepa interpretarlas o no, ellos las hacen. Y es brillante. Y hay mucha gente que está en contra y mucha gente que se enfada. “Es que se me tirarán encima”. Sí, claro. Pero si te va esto, pues te va esto. Tenemos tendencia a instalarnos en lugares de hace 60 años, y me parece un error. Estamos todo el tiempo diciendo “es que en Estados Unidos, es que aquí siempre los mismos”.
Entonces, sí hay humor transgresor en España.
Creo que hay gente con muchos huevos. No son mayoritarios, es verdad. Pero hay gente haciendo cosas, peleando por hacer cosas de comedia. Y creo que hay gente que se está acostumbrando. Es decir, al final el público también se acostumbra y se ajusta. Y las redes sociales dejan conocer mejor al cómico. El problema es que hay gente que se queda en que el cómico hace una broma sobre no sé qué. En SoloComedia nosotros no vamos a provocar, no nos interesa el humor desde la provocación. Nos interesa el humor desde la reflexión. Aunque lleguen comentarios negativos por colocar a dos chicos en un puf. Uno de cada cien, eso sí.
¿Qué es lo que hace que ahora el proyecto sí pueda funcionar?
La pasión. SoloComedia nace cuando yo aún estaba en Sé lo que hicisteis, y se basó en un proyecto americano que se llama Funny or die, con Will Ferrell y Adam McKay, y yo quería hacer una cosa así. Hice un amago con Dani Mateo, pero aquello no salió. Luego pusimos en marcha SoloComedia y aquello se estaba yendo de madre. Se estaba yendo a un sitio que no tenía sentido, que estaba mal. Después de tres años reflexionando cómo tenía que ser eso, sabía lo que quería. Antes estaba enfocado a un público de 18 años a veintitantos, que es una generación que no es la mía. No los conozco. Sí tiene sentido que haga humor para gente de mi generación, y ahí ya igual engancho a gente que es de generaciones anteriores, de alrededor de 25 años.
¿Es el suyo un humor depresivo?
Sí, no tanto depresivo como la sensación de ver las cosas en un espejo. Al final, las movidas de pareja se resumen en “no nos queremos”. Fin. Ya está. Puedes darle mil vueltas a eso o puedes darle mil vueltas a “es que tú te has follado a no sé quién, es que tú te has ido a no sé dónde, es que tú me has escondido no sé qué”. Con los amigos es lo mismo, hemos dejado de llevarnos bien. “No me has llamado, no me has contado esto”. Pues porque ya no somos tan amigos. A la gente le cuesta mucho eso. Pero es que la gente es rara y se encuentra en momentos muy raros, siempre. No jugar con eso nos parecía aburrido. Humor depresivo me gusta.
Cuando empezó en esto, la transición era de Paramount Comedy a la tele. Ahora, ¿cuál es ese salto?
La gente presta más atención a Internet porque es mucho más rápido. Para qué ver 25 minutos pudiendo ver dos. Quien busca los 25 minutos, o una hora, va al teatro o a un bar. Y a la gente le cuesta mantener la atención: si no hay una risa a los dos minutos, lo quita. Y si se ríe dos minutos pero los otros dos no, lo cambia. Lo guay sería enganchar dos minutos con dos minutos, con otros dos minutos y acabar en los 200. “Las cosas no son como antes”. Ya, joder, ya lo sé. Antes dependíamos de que unos señores nos cogieran y ahora dependemos de tener un móvil. Si nos lo montamos bien, el trampolín lo tenemos.
¿Está el futuro de la comedia en internet?
La comedia es vital para el día a día. No me parece viable que la comedia no funcione en Internet, porque la comedia se busca. Nos levantamos por la mañana y buscamos un GIF que nos haga gracia, la viñeta que nos divierta, el perro que hace la tontería no sé dónde, la niña que dice no sé qué. Mi futuro está en SoloComedia. Me interesa mucho ese tipo de cosa, esos dos minutos de risa. Me resulta muy cómodo, muy sencillo, muy divertido. Y nos deja tiempo para seguir riéndonos. Es que lo pasamos muy bien. Para qué nos vamos a meter en jardines.
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Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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