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Buenas noches, Joan Rossell. Son las 21:30 de la noche y acabo de dedicarle, sin que lo sepa, mi cena. En concreto, una deliciosa lubina al horno y un par de copas de vino. Una lubina y un godello que he podido comprar gracias a mi salario. Sí, perdone, estoy celebrando mi cuota de culpabilidad por aumentar las tasas de paro de este país. 

Vaya por delante que llevo 19 años trabajando, en su mayoría en prensa económica, y aún no sé cuál es su empresa. Tampoco sé si quiero saberlo, teniendo en cuenta que el ex presidente de la CEOE del que sabía de sus negocios acabó regular. Un abrazo, Gerardo Díaz Ferrán. 

Brindo mientras tecleo, que es una forma de celebrar no sólo que una está viva, sino que vale por sí misma y que si quisiera, gracias a mi independencia económica, podría mandarlo todo al carajo cuando no me compense. Va esto por mí y por las miles de mujeres que no pudieron y no pueden decir lo mismo. 

En mi caso, ya que estamos, hago un doblete en esto de la culpa. Estoy trabajando y tengo dos hijos. Lo digo porque tampoco se trata de cargarle las tintas a esa frase que seguramente estará sacada de contexto. Igual, fíjese, es cosa de Cebrián y del Ibex35, que últimamente están que no paran de trabajar en conspiraciones varias. Acuérdese de la ex presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, que también dijo que las mujeres en edad fértil lo tienen regular para ser contratadas. Lo dijo en su caso, pero esto es como el escondite: “Por mí y por todos mis compañeros, empresarios primero”. Una cosa les digo, sólo tengo 40 años y puedo darles un disgusto con el tercero. 

Podríamos rasgarnos las vestiduras hasta sangrar y hacer aspavientos, pero la verdad, entre nosotros, es que las declaraciones del capo (ay, qué desliz) de la CEOE sorprenden poco. Tuve una entrevista de trabajo en la que me pidieron no ser madre mientras durara mi cargo como subdirectora (esto pensaba que quedaba reducido a contratos salvajes de Hollywood) y me han recordado, en más de una ocasión, que si esta cabeza mía de chorlito no se hubiera empeñado en reducir su jornada habría llegado algo más lejos. Por supuesto.       

Que España está plagadita de empresarios cipotudos (también ellas lo son, no se me ofendan) sorprende tanto como que la Conferencia Episcopal recuerde, cuando toca, que las mujeres aún no van a poder ejercer el sacerdocio. Mire, un sitio al que no le falta pleno empleo. Estará contento, Joan. 

Con el gabinete mariano recién nombrado, imagino que siguiendo la línea de sus declaraciones lamentará que haya cinco señores que se hayan quedado sin trabajo y sin cartera (ministerial). Sólo espero que no tengas hijas, pero una cosa le digo (y no son consecuencias del godello): tengo hueco en mi casa. Sólo un detalle final: ¿alguien de la CEOE que haya reaccionado ante esa frase tan desafortunada? No hay más preguntas, señoría.