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Carta de Abraham Lincoln a Joshua Speed, 1855
20/11/2016
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Abraham Lincoln y Joshua Speed se conocieron en Springfield, Illinois, en la década de 1830. Aunque Speed regresó a su Kentucky natal, ambos siguieron siendo amigos el resto de sus vidas. En esta carta, Lincoln expone su pensamiento sobre la esclavitud, contrario al de Speed, que creció en una plantación y tenía esclavos trabajando para él. El año antes de que Lincoln escribiera esta carta, el Congreso aprobó la Ley Kansas-Nebraska, según la cual el Compromiso de Misuri de 18201 quedaba abolido y los territorios abrían sus puertas al esclavismo. Esta ley supuso un punto de inflexión en la carrera de Lincoln, como él mismo afirmó: “Cada vez me interesaba menos la política, hasta que la abolición del Compromiso de Misuri me estimuló de nuevo”.
Springfield, Illinois
24 de agosto de 1855
Apreciado Speed:
Ya sabes lo mal corresponsal que soy. Desde el día que recibí tu muy agradable carta del 22 de mayo, ha sido mi intención escribirte una respuesta. En tu carta sugieres que en lo que a acción política se refiere, tú y yo discreparíamos. Supongo que estarás en lo cierto, aunque no tanto como podrías pensar en un principio. Ya sabes que me disgusta la esclavitud, y tú plenamente admites que no está bien, en un sentido abstracto. Hasta aquí no hay motivo de disensión. No obstante, manifiestas que sería preferible ver la Unión disuelta antes que renunciar a tu derecho a poseer esclavos, sobre todo si la petición proviene de aquellos que carecen de intereses en el asunto. Que yo sepa, nadie está pidiéndote que renuncies a ese derecho, yo menos que nadie. Dejo completamente a tu voluntad esa decisión. También reconozco cuáles son tus derechos y mis obligaciones con respecto a tus esclavos, según la constitución. Confieso que detesto ver cómo se persigue, y caza, y lleva de regreso a los suyos y a sus duros trabajos no recompensados, a las pobres criaturas, pero me muerdo el labio y mantengo mi silencio. En 1841, tú y yo realizamos un tedioso viaje en estiaje con un barco de vapor desde Louisville a St. Louis. Quizá recordarás, como yo no olvido, que desde Louisville hasta la boca del Ohio había a bordo unos diez o doce esclavos atados con grilletes los unos a los otros. Esa visión me proporcionaba un tormento incesante, y algo similar veo cada vez que navego por el Ohio, o cualquier otra frontera esclavista. Parece cuando menos ciertamente injusto asumir que tal cosa carece de interés alguno para mí cuando ha tenido, y sigue teniendo, el poder de hacerme sentir mezquino. Más bien deberías apreciar cuánto crucifica sus sentimientos la mayoría de gente del Norte solo para ser fiel a la Constitución y a la Unión.
Me opongo a que se extienda la esclavitud, porque mi juicio y sentimientos así me lo dictan; y nada me obliga a lo contrario. Si en este asunto tú y yo debemos disentir, disintamos pues. Dices que si fueras presidente, mandarías un ejército y ahorcarías a los líderes de las atrocidades que se cometieron en Misuri durante las elecciones de Kansas; aunque, si Kansas vota ser un estado esclavista en unas elecciones justas, tendrá que ser admitida, o la Unión tendrá que ser disuelta; pero, ¿y si se declara esclavista de manera injusta? es decir, ¿con los mismos medios que justifican en tu opinión ahorcar a hombres? ¿Tendría entonces que ser admitido o tendría que deshacerse la Unión? Ese será el nudo de la cuestión tan pronto se convierta en realidad. Cuando asumes que la decisión de Kansas acerca de la esclavitud será justa, constato que tú y yo discrepamos sobre la Ley Kansas-Nebraska. Cuando considero ese decreto no pienso que sea una ley, sino un acto de violencia desde su concepción. Fue concebida con violencia, aprobada con violencia, se mantiene con violencia y se ejecuta con violencia. Digo que fue concebida con violencia porque la destrucción del Compromiso de Misuri, dadas las circunstancias, no fue otra cosa que violencia. Fue aprobada con violencia porque no habría podido ser aprobada sin los votos de muchos miembros que violentaron el deseo expreso de sus constituyentes. Se mantiene con violencia porque todas las elecciones desde entonces exigen su revocación abiertamente, y esta exigencia está siendo ignorada con descaro. Dices que habría que ahorcar a las personas por la manera en que la ley está siendo ejecutada, y yo digo que la manera en que está siendo ejecutada es igual de buena que cualquiera de sus antecedentes. Está siendo ejecutada exactamente igual que cuando se estableció, si no, ¿por qué ningún hombre de Nebraska expresa su sorpresa o su repudia? El pobre Reeder2 es el único hombre público que fue lo suficientemente pánfilo como para pensar que algo parecido a la justicia fue alguna vez su propósito, y valiente desengaño se llevó.
Que Kansas fijará una Constitución esclavista, y que después solicitará ser admitido en la Unión, lo considero un asunto zanjado, y así zanjado por los mismos medios que tú sitúas en la diana de tus condenas. Según todos los principios de la ley, sostenidos por todos los tribunales, ya sean del Norte o del Sur, cualquier negro que sea trasladado a Kansas es libre; aun así, demostrando un absoluto menosprecio de la ley, con el fundamento único de la violencia, ese admirable cuerpo legislativo aprueba con solemnidad una ley que permite ahorcar a los hombres que se atrevan a informar a un negro de sus derechos ante la ley. Esa es la sustancia y el objeto verdadero de la ley. Si, como Hamán, terminan en la misma horca que ellos levantaron, no me encontrarán entre las personas que lamenten su destino.
En mi modesto ámbito, defenderé la restauración del Compromiso de Misuri, mientras Kansas siga siendo un territorio, y cuando, por medio de todos estos sucios medios, pretenda integrarse en la Unión como estado esclavista, me opondré. Si acaso, me resulta complicado negar mi apoyo a que se pueda disfrutar la propiedad adquirida, o establecida, de buena fe, pero no admito que exista la posibilidad de hablar de buena fe cuando se pretende llevar a un negro a Kansas para que sea esclavizado. Cualquier hombre que tenga suficiente sentido para controlar su propiedad, tiene todavía más sentido para no errar sobre el carácter indignante de todo este asunto de Nebraska. Aunque me estoy desviando. Cuando me oponga a la admisión de Kansas no estaré solo, aunque puede que salgamos derrotados. Si así sucede, no buscaré disolver la Unión por ese motivo. Al contrario, si ganamos, habrá suficientes de nosotros como para cuidar de la Unión. No obstante, considero bastante probable que salgamos derrotados. Si todos vosotros os unís, podéis, directa o indirectamente, sobornar a bastantes de nuestros hombres como para saliros con la vuestra, incluso si quisierais en una iniciativa abierta restablecer la monarquía. Conseguid algún hombre del Norte, cuya posición y capacidad sea tal que pueda convertir vuestra medida, sea la que sea, en una necesidad para el partido demócrata y el asunto está resuelto. Apropósito de esto, deja que te cuente una anécdota. Douglas3 presentó el proyecto de ley de Nebraska en enero, y en febrero hubo una convocatoria del cuerpo legislativo de Illinois. De los cien miembros que componían las dos cámaras de ese organismo, cerca de 70 eran demócratas. Otro día, estos mismos se reunieron en una junta ejecutiva en la que se habló, formalmente o no, del proyecto de ley de Nebraska. Allí se descubrió que solo tres, ni uno más, estaban a favor de la medida. Uno o dos días después llegaron las órdenes de Douglas para que se adoptaran resoluciones para aprobar la ley, y ¡se aprobó con una mayoría aplastante! La veracidad de esta anécdota la puede avalar un demócrata empedernido. Las masas también, ya sean demócratas o whigs4, estaban casi unánimemente en contra, pero tan pronto resultó evidente que hacía falta que el partido lo apoyara, la forma en que la democracia comenzó a reconocer la sabiduría y la justicia de ese acto resultó totalmente asombrosa.
Dices que si Kansas vota a favor de convertirse en un estado libre de manera legítima, como cristiano, te alegrarías de que así fuera. Todos los esclavistas hablan de esa manera, y no dudo de su sinceridad, pero nunca votan de esa manera. Aunque en una carta privada, o en una conversación, declararás tu preferencia porque Kansas sea libre, nunca votarías para elegir un congresista que dijera lo mismo públicamente. Ningún hombre así sería elegido para distrito alguno en un estado esclavista. Consideras que Stringfellow5 y compañía deberían ser ahorcados, y aun así, en las próximas elecciones presidenciales, votarás por el mismo tipo y representante de Stringfellow. Los criadores y comerciantes de esclavos son una clase pequeña, odiosa y detestable que habita entre vosotros; sin embargo, en política son ellos los que os dictan el camino y son tan dueños de vuestros actos como vosotros sois dueños de vuestros negros. Preguntas cuál es mi postura actual, pero eso es un asunto discutible. Creo que soy whig, pero hay quien dice que ya no hay whigs y que yo soy un abolicionista. Cuando estuve en Washington voté por la Enmienda Wilmot6 al menos cuarenta veces, y nunca oí que nadie quisiera apartarme de los whigs. Ahora no hago más que oponerme a que la esclavitud se extienda.
No soy un Know-Nothing7, de eso estoy seguro, ¿cómo podría serlo? ¿Cómo puede alguien que aborrece la opresión de los negros estar a favor de degradar a clases enteras de gente blanca? El avance de nuestra degeneración me parece que progresa de manera fulgurante. Como nación, empezamos declarando que “todos los hombres son creados iguales”, ahora prácticamente lo leemos como “todos los hombres son creados iguales, excepto los negros”. Cuando los Know-Nothing alcancen el poder, leeremos “todos los hombres son creados iguales, excepto los negros, los extranjeros y los católicos”. El día que suceda, pienso que preferiré emigrar a algún país que no pretenda amar la libertad, a Rusia por ejemplo, porque allí el despotismo se administra en estado puro y no con una leve capa de hipocresía.
Seguramente, en octubre Mary pasará uno o dos días en Louisville. Haz llegar mis más afectuosos respetos a la Sra. Speed. Sobre el asunto principal de esta carta, su solidaridad para conmigo es mucho mayor que la tuya. Y sin embargo, permíteme declararme
Tu amigo eternamente,
A. Lincoln
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1. Acuerdo entre los representantes de los estados esclavistas y abolicionistas para regular la esclavitud. Al discutir en 1819 la ley de admisión del nuevo estado de Misuri, esclavista, surgieron tensiones a causa del desequilibrio que supondría en la composición del senado, en favor de los estados esclavistas. Se acordó que Misuri entrara en la Unión como estado esclavista y que Maine entrara como estado no esclavista.
2. Andrew H. Reeder intentó permanecer neutral entre esclavistas y abolicionistas. Se le describió como “un demócrata simplón de Pennsylvania”, que seguramente solo estaba interesado en invertir en los nuevos territorios. En junio de 1854 fue designado 1er gobernador del estado de Kansas por el entonces presidente Pierce (1853–1857).
3. Fue representante, senador y candidato demócrata a la presidencia en 1860, elecciones que perdió frente a Abraham Lincoln.
4. Partido de EE.UU. que desde 1829 a 1856 era el oponente político del Partido Demócrata.
5. Benjamin F. Stringfellow era un abogado, político y hombre de negocios, además de uno de los líderes de las fuerzas armadas esclavistas en la lucha de Kansas.
6. Impulsada por el norte, prohibía la esclavitud en los territorios conquistados a México. Fue rápidamente aprobada en la cámara de representantes, pero fue rechazada en el Senado, donde existía una hegemonía de los representantes esclavistas del sur.
7. Conocida también como American Party, era una organización secreta y anticatólica fundada en 1850 por protestantes estadounidenses, que se llamaba así porque sus miembros siempre contestaban I don’t know («no sé») a quien preguntaba sobre sus actividades o sus miembros.
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