Gilles Kepel / Politólogo
"Los atentados han creado un clima de guerra civil larvado"
Amanda Andrades Madrid , 14/12/2016
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Un suspenso generalizado en los exámenes de final curso y un mapa del imperio romano colgado encima de la pizarra de su su clase de lenguas clásicas son los responsables de que Gilles Kepel (París, 1955) haya llegado a convertirse en uno de los mayores especialistas internacionales en el mundo árabe y el islam. Tras su fracaso en aquel curso escolar, el joven Kepel emprendió junto con un amigo, un viaje veraniego para ver “en la vida real” aquellos lugares lejanos que aparecían en el planisferio. “En Siria me acogieron en un pueblo que había sido la antigua capital del sucesor de Alejandro. Me gustó mucho. Tenía la impresión de vivir como si fuera Ulises en La Odisea”, recuerda el politólogo en su visita a Madrid para presentar en el Instituto Francés su último libro traducido al castellano El terror entre nosotros(Península).
“Cuando volví a París al final del verano, empecé a estudiar árabe por curiosidad. Y casi 45 años después aquí sigo” afirma este orientalista que desde el año 2000 se ha especializado en yihadismo. Su última obra, La fracture(Gallimard), publicada en noviembre en Francia, ha generado un enorme revuelo mediático. En él, Kepel advierte de la existencia en el hexágono de “un clima de guerra civil larvado, instaurado por los atentados yihadistas”.
En su libro El terror entre nosotros traza la genealogía y el desarrollo del yihadismo en Francia y distingue tres generaciones. ¿Cuáles son?
Tres generaciones, en realidad, en el yihadismo en general. No solo en Francia. La primera comienza en Afganistán en 1979 y llega hasta Argelia y Egipto a finales de 1997. Era una yihad dirigida contra los Estados del mundo musulmán considerados como apóstatas del islam. En sus inicios, en Afganistán, estaba sostenida y financiada por Arabia Saudí y las petromonarquías y entrenada militarmente por la CIA, ya que se trataba de luchar contra dos enemigos: la Unión Soviética e Irán. Jomeini había proclamado la república islámica contra Occidente y los saudíes tenían mucho miedo de esto. La yihad en Afganistán era matar dos pájaros de un tiro. Diez años más tarde, el 15 de febrero de 1989, el Ejército rojo abandona Kabul, lo que anunciará la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de ese año. Cuando pregunto a mis estudiantes qué ocurrió el 15 de febrero no lo saben, pero lo hago porque lo realmente importante es lo que pasó el 14 de febrero. Ese día Jomeini lanzó la fetua contra Rushdie. Viendo el éxito de la yihad en Afganistán, Jomeini quiso centrar la atención de los medios en él y mostrar que él era el verdadero defensor de los musulmanes en el mundo al atacar a alguien que había hablado mal del profeta en Los versos satánicos. Es importante acordarse porque estos dos elementos están todavía hoy muy presentes.
Viendo el éxito de la yihad en Afganistán, Jomeini quiso centrar la atención de los medios en él y mostrar que él era el verdadero defensor de los musulmanes
¿Cómo?
El asesinato de los periodistas de Charlie Hebdofue para castigarles por haber hablado mal del profeta. Igual que con lo de las caricaturas [del profeta] en Dinamarca. Y todavía sufrimos las consecuencias de la yihad en Afganistán. Tras el derrumbe [de la ocupación soviética], los combatientes extranjeros quisieron hacer lo mismo cuando volvieron a sus países. Sobre todo, en Argelia y Egipto, pero no funcionó. Las masas no se levantaron. Como consecuencia de ello, se produce una reflexión por parte de Bin Laden, Al Zawahiri y otros, miembros de Al Qaeda, para cambiar el modo de operar. Esta es la segunda fase. Es un poco como el proceso dialéctico de Hegel, la afirmación, la negación y luego la negación de la negación. En esta etapa se van a focalizar en la lucha contra el enemigo lejano, Estados Unidos: el sueño de la razia del 11 de Septiembre contra Nueva York y Washington.
¿Por qué?
La caída del muro de Berlín se produjo el 9 /11 y el 11 de septiembre es 11/9, para los yihadistas, que son numerólogos, es muy importante. Los Estados Unidos les habían apoyado y después hay como un giro de la manivela. Bin Laden y Zawahiri pensaban que esto iba a provocar que los americanos interviniesen en Irak y en Afganistán, donde serían vencidos, serían su Vietnam. Así América sería destruida. Sin embargo, esto no ocurre ya que en Irak la mayoría de la población es chií y detesta a los yihadistas. Irak ha pasado en gran medida bajo control iraní, paradójicamente. Esta fase es también una fase de fracaso, a pesar del gran éxito mediático del 11 de Septiembre.
¿Y la tercera fase?
Ahí es donde España entra en escena con Abu Musab al-Suri, Mustafá Setmarian Naser. Este ingeniero de Alepo, formado en Francia y casado en España, que vive luego en Inglaterra y pasa una decena de años en Europa, hace el balance de las operaciones. Considera que para que la yihad tenga éxito, esta ha de darse en Europa, con los jóvenes europeos de origen musulmán e inmigrante descontentos como los soldados del yihadismo. Son ellos los que, mediante un yihadismo desde abajo y no desde arriba, van a desestabilizar profundamente Europa, a suscitar reacciones que llevarán a una guerra civil confesional y luego al derrumbe de Europa y la construcción sobre sus ruinas del califato.
Son los jóvenes europeos de origen musulmán los que, mediante un yihadismo desde abajo y no desde arriba, van a desestabilizar profundamente Europa
Usted señala 2005 como un año clave en la evolución del yihadismo en Francia. ¿Por qué?
2005 es muy importante porque es el año en el que Suri publica su texto [Llamamiento a la resistencia islámica global], el año de las caricaturas del profeta publicadas por Jyllands-Posten en Dinamarca, el del atentado de Londres y el de los grandes disturbios en Francia que van a hacer bascular los barrios populares, en los que hay muchos jóvenes nacidos de la inmigración musulmana o no, a una situación de revuelta durante dos meses que va a generar el estado de emergencia. No se había proclamado en Francia desde la guerra de Argelia. En 2005, se crea intelectualmente esta tercera fase del yihadismo y aparece al mismo tiempo una revuelta social. Poco a poco van a empezar a mezclarse.
Presenta usted también el mandato de Sarkozy (2007-2012) como el periodo de incubación, como el periodo de las oportunidades perdidas.
Efectivamente su quinquenio es una fase de incubación, ya que la ideología de Suri se propaga en las prisiones sin que las autoridades penitenciarias lo entiendan. También va a difundirse en las redes sociales. La culminación de este periodo es Mohamed Merah, que mata a soldados franceses, que él cree que son musulmanes, y a niños judíos en Montauban y Toulouse. El asesinato de los niños tuvo lugar el 19 de marzo de 2012, justo cincuenta años después del alto el fuego de la guerra de Argelia. Merah, de hecho, recomienza la guerra en suelo francés. Esto es particularmente importante porque es una de las razones que van a explicar por qué Francia se ve tan afectada en comparación con otros países. Francia, de alguna manera, es también el producto de su imperio colonial. El norte de África y el África subsahariana son importantes en la construcción de la identidad política francesa, a pesar de que esa identidad ha estado hasta ahora bastante al margen, ocultada. Y ahora vuelve. Lo llamo el regreso del reprimido retrocolonial y juega un rol muy importante.
¿De qué manera?
En 2012, en marzo, fueron los ataques de Merah y, en mayo, François Hollande fue elegido presidente de la República, beneficiándose de un voto masivo favorable de franceses de confesión musulmana. Un voto de musulmanes. No un voto musulmán, no estaba determinado por la religión, sino por razones sociales y contra Sarkozy. Luego, Hollande lo ha ido perdiendo porque la ley del matrimonio homosexual alienó a una gran parte del electorado musulmán. Los imanes comenzaron a explicar los viernes que había que votar contra los socialistas, corruptores en la tierra, que habían autorizado el matrimonio gay.
François Hollande fue elegido presidente de la República, beneficiándose de un voto masivo favorable de franceses de confesión musulmana
Si en 2005 van a empezar a mezclarse la revuelta social y la tercera fase del yihadismo, ¿no habría habido una posibilidad diferente si la respuesta a los disturbios hubiese sido otra diferente, no solo policial y urbanística?
Sí, seguro, pero Nicolas Sarkozy, ministro del Interior entonces, eligió una respuesta policial muy fuerte porque esta respondía a la angustia de la población en su conjunto. Aparece como el que da a Francia una especie de fuerza frente a la desagregación. Y, gracias a esto, gana la presidencia en 2007. Incluso si los jóvenes alborotadores se inscriben masivamente en las listas electorales y van a votar en masa a Segolène Royale, su adversaria socialista. Sarkozy logra el trasvase de un 7% del 17% de los votos que había obtenido Jean-Marie Le Pen en 2002. Efectivamente una respuesta más amplia hubiera sido más satisfactoria, pero los gobiernos tienen dificultades para hacerlo. No tienen los medios. La respuesta principal es la vuelta al mercado de trabajo. Cuando tienes un 40% de jóvenes sin empleo en los barrios desfavorecidos, el margen de maniobra de las políticas públicas es realmente muy débil.
Leyendo su libro, hay otro momento clave, 1983, con la marcha de los beurs, en el que hubiera podido impedirse…
Sí, exactamente.
Según usted, la estrategia seguida por Mitterrand frente a estas movilizaciones ha tenido consecuencias muy negativas.
Sí, es un poco como la de Sarkozy, pero a la inversa. Se produce esta gran marcha, en la que los jóvenes nacidos de la inmigración, veinte años después de la independencia de Argelia, demandan entrar en el sistema político francés. Y en aquella época no eran para nada islamistas. Mitterrand, del que no hay que olvidar que era ministro del Interior durante la guerra de Argelia y que, después de la masacre de Todos los Santos, cometida por el FLN, había dicho que la única negociación con estos era la guerra, se encuentra con los hijos del FLN que piden entrar en el sistema francés. La única negociación en este caso será la artimaña. No va a dejarles entrar, más allá de la posibilidad de crear individuos modelos para los otros, como diputados, ministros, etcétera, sino que va a enviarles a SOS Racismo, etcétera, fuera de lo político. Esta salida de lo político va a conducir a la desesperación a muchos de estos jóvenes líderes. Algunos se volcarán en la droga y otros, en el islamismo. Pero Mitterrand será elegido en 1988, puesto que la emergencia de este movimiento rompe la derecha en dos. Además, Mitterrand favorece la instauración del escrutinio proporcional para que el Frente Nacional tenga muchos diputados.
Mitterrand favorece la instauración del escrutinio proporcional para que el Frente Nacional tenga muchos diputados
En su último libro, La fracture, afirma temer una guerra civil en Francia.
No. Digo que hay un clima de guerra civil larvado, creado por los atentados yihadistas. Ha habido 239 muertos en Francia. El último, un viejo cura de 86 años. Francia, a diferencia de España, no está acostumbrada a los atentados, no ha habido un equivalente a ETA. Es muy traumático. Paradójicamente en la sociedad francesa, muy laica en sus fundamentos, el asesinato del cura ha creado una identificación cristiana. François Fillon se ha beneficiado mucho de esto, por oposición a Alain Juppé, en las primarias de la derecha. Juppé transmitió la sensación de minimizar la cuestión del yihadismo mientras que Fillon apareció con su libro Contra el totalitarismo islámico como alguien que daba la impresión a sus electores de tener en cuenta su preocupación.
Todos los sondeos prevén un enfrentamiento en segunda vuelta entre Fillon, candidato de la derecha, y Marine Le Pen, de la ultraderecha. ¿Ni uno ni otra parecen los más adecuados para poner en marcha soluciones destinadas a reparar esa fractura?
Fillon va tener una doble estrategia. Por un lado, recoger una parte del electorado de Le Pen, el católico tradicional, el representado por Marion Maréchal-Le Pen. Al mismo tiempo, sin embargo, el brazo derecho de Marine Le Pen, Florian Philippot, desarrolla un discurso muy izquierdista frente a Fillon. Hay que saber que los obreros franceses votan mayoritariamente por el Frente Nacional. Al mismo tiempo que recoge esta parte del electorado conservador, Fillon está intentando tener una línea que quiere ser reconciliadora con el conjunto de la sociedad, puesto que la izquierda está profundamente dividida en tres. Por un lado, Jean-Luc Mélenchon con discurso al mismo tiempo obrerista y bastante nacionalista, que en algunos aspectos parece un espejo del de la extrema derecha. En la otra punta, Emmanuel Macron, en una lógica muy blairista, que considera, como Fillon, que la clave de todo es cambiar completamente el mercado de trabajo en Francia. Y luego, en medio, estará el candidato que salga de las primarias socialistas. Ninguno de ellos puede llegar delante de Fillon o Le Pen para la segunda vuelta. Por lo tanto, si las cosas continúan así, la izquierda va probablemente a desaparecer. Esta será la principal herencia de Hollande.
¿Y qué hacer con la fractura de la que usted habla?
Los programas de los candidatos de la estructura, Macron y Fillon, consideran que el principal desafío es el empleo. Hoy en día tenemos una economía en los barrios populares con un 40% de jóvenes sin empleo. La creencia en el modelo social francés ha desaparecido, lo que se ha aprendido en la escuela desaparece también, de la misma manera se van a tirar los valores de libertad, democracia, etcétera porque están correlacionados con saberes que no valen para nada. Por tanto, la cuestión del tratamiento del yihadismo y de la fractura que el yihadismo exacerba comienza por un replanteamiento fundamental del modelo social y del sistema educativo. Y estos son desafíos enormes con un coste social a corto plazo. Es mejor anunciarlo en los programas y aquel que ha sido elegido con ese programa puede hacerlo inmediatamente. François Hollande lo ha intentado al final de su quinquenio, haciendo lo contrario de lo que había prometido y por eso no ha tenido éxito.
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Amanda Andrades
De Lebrija. Estudió periodismo, pero trabajó durante 10 años en cooperación internacional. En 2013 retomó su vocación inicial. Ha publicado el libro de relatos 'La mujer que quiso saltar una valla de seis metros' (Cear Euskadi, 2020), basado en las vidas de cinco mujeres que vencieron fronteras.
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