CRÓNICA
Cumbre soberanista. ¿Qué hay detrás del spot de Campofrío del Procés?
Desde que Junts pel Sí tocó cacho, la sensación es que el Procés busca una pista de aterrizaje digna, en la que olvidarse de todo y encontrar un culpable para todo este previsible fracaso. Un culpable que no sea, se supone, el Processisme
Guillem Martínez Barcelona , 28/12/2016
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Parlament. Viernes pasado. Cimera/Cumbre Sobiranista. La cosa la ha convocado Puigdemont. De forma un tanto precipitada. Verbigracia a): el orden del día, sencillo como un botijo, parece de reunión de escalera. A saber: 1--Benvinguda, 2--Memòria d'Activitats del Pacte Nacional pel Dret a Decidir, 3--Anàlisis de situació i plans de futur, 4--Constitució, si s'escau, del Pacte Nacional pel Referèndum, 5--Torn obert de paraules. Verbigracia b): a pesar de ello, los partidos y grupos invitados, según se alejan del trade--mark Procés, han recibido la convocatoria --la reproducida, sin ningún tipo de documento, memoria, gráfico o powerpoint con gatitos-- tarde. Podem, el jueves anterior. El Ajuntament de BCN, la noche del viernes. La reunión es una solemne continuación del Pacte pel Dret a Decidir, que en el Procés 1.0 se tenía que encargar de la consecución de una mayoría social para un referéndum, que acabó siendo, zas, una consulta. Es decir, nada. El staff del Pacte, de CDC, por cierto, y a espaldas de los grupos y partidos integrantes, pactó aquella consulta, sin repercusiones políticas, con el Estado. El pacto con el Gobierno PP consistía en que el Govern/Mas se abstendría de emitir valoraciones tras la consulta. El Govern/Mas no respetó ese pacto, por lo que el Gobierno les tiró la caballería. Mas será juzgado por desobediencia a la Constitución en febrero. Por lo penal, pero sin pena de prisión posible. Total, por desobedecer un pacto chorras entre caballeros, no a la Constitución. De hecho, la defensa de Mas, de la expresidenta del Parlament y de la Vicepresidenta de la Gene --los tres, encausados por lo mismo-- consiste en declarar que no hubo desobediencia. Es decir, que hubo respeto a la Constitución. Curiosamente, esa es la misma defensa que está utilizando Carme Forcadell. Ninguno, por lo que se ve, va a utilizar el juicio para declarar desobediencia al Estado, liarla y politizar la cosa. Esta mañana a primera hora, la única desobediencia planteada en el Procés parte de un concejal de la CUP por Vic, detenido esta semana por negarse a declarar en la Audiencia tras unas palabras pronunciadas en el pleno municipal.
La reunión es una solemne continuación del Pacte pel Dret a Decidir, que en el Procés 1.0 tenía que encargarse de la consecución de una mayoría social para un referéndum, que acabó siendo, zas, una consulta
El Procés, de hecho, esta mañana a primera hora estaría seriamente enfermo de muerte si no fuera por los esfuerzos del Gobierno de crear desobediencias que --caso de los chicos y chicas del Govern-- nunca existieron, o --caso de los chicos y de las chicas CUP-- parten de una lectura restrictiva e inquietante de la libertad de expresión. O, incluso, de la libertad a secas. Vamos, que si esto fuera una partida de póquer, el Gobierno está empezando a hacer jugadas en las que puede perder más de lo que gana. Si fuera una partida de ajedrez, me temo que el Gobierno Rajoy estaría jugando con barrilete, dado y fichas azules.
La prueba de que el Procés --esa cosa que se presenta a sí misma como un proceso de autodeterminación, sin utilizar en ningún momento ese palabro, pero que, en la praxis, parece comportarse como un proceso electoral-- está seriamente tocado es que la Hoja de Ruta de la ANC, con la que se presentaron a las elecciones Junts pel Sí y CUP, no sólo no se ha aplicado, sino que se ha cambiado, incorporando de nuevo la pantalla referéndum. Concretamente dos posibilidades de referéndum. Uno --altamente improbable--, pactado con el Estado, antes del verano. Y otro --altamente improbable--, unilateral y en caso de imposibilidad del anterior, en septiembre. Desde que Junts pel Sí tocó cacho, la sensación es que el Procés busca una pista de aterrizaje digna, en la que olvidarse de todo y encontrar un culpable para todo este previsible fracaso. Un culpable que no sea, se supone, el Processisme. Quizás esta reunión es el primer intento serio.
A la hora convenida --las 17.30-- los invitados se encuentran, con solemnidad, en el hall, o como se diga, del Parlament. Allí Mas, solemnemente, departe frente a varias alcachofas, hablando de su desobediencia épica que, ha quedado dicho, no aparecerá ni por casualidad en su defensa de chico obediente. Luego, los invitados entran, solemnemente, en una sala con una gran mesa cuadrada. Empieza, solemnemente, el acto. Tráiler: la reunión está presidida --o, al menos, depara los asientos de honor a tal efecto-- por Puigdemont, Mas y Colau. Lleva la voz cantante Puigdemont, que empieza diciendo que no hable todo el mundo, o que les darán las uvas. Importante: no habla ni una sola vez de referéndum unilateral. Importante (bis): la CUP no montó pollo en ningún momento por esa significativa ausencia léxica. No importante, pero sintomático del sign of the time: Mas no abrió en ningún momento la boca de la cara, sino que se pasó la reuni mirando el móvil. Tal vez, desobedeciéndolo. Ese tío es muy raro para esas cosas, en fin. Colau habló de un referéndum pactado, de su dificultad, de la necesidad de no ubicarlo en fechas optimistas y próximas, de la presencia de cambios en el Estado, como cinco millones de votos, fuera de Catalunya, de ciudadanos que apoyan la autodeterminación de Catalunya. Se producen aplausos --los únicos--, para una mujer de un AMPA, que se queja de que recibió la convocatoria del acto hacía menos de 24 horas. La mujer, escéptica con el Procés, también recibió aplausos cuando señaló que en el acto había tan pocas mujeres que parecía una campaña de concienciación por lo de la próstata. Hubo también señas de apoyo --por lo visto, por parte del entorno CDC--, cuando un miembro de una entidad habló de la imposibilidad de un referéndum pactado, y de que el único posible era el unilateral. La reunión fue fluida, sin marrones. Se decidió crear un Pacte Nacional pel Referèndum. Se decidió crear una comisión independiente de ciudadanos, para darle vidilla. Los nombres fueron propuestos por Puigdemont. Muchos provenían de las izquierdas --PSC e ICV--. Por lo que sé, Puigdemont no pactó esos nombres con ningún partido. Por lo que sé, no hubo pactos previos, salvo, posiblemente, entre ERC, CDC y CUP, para, supongo, no liarla con el referéndum unilateral. Al acabar, el pack ERC y CDC salió pletórico. Los chicos y chicas CDC tienen la manía, en los actos, de hablar en voz alta entre ellos. En la noche electoral de las municipales, cuando perdieron BCN, era común escuchar a sus cuadros diciendo perlas como, glups, "quí vols que guanyi, si han votat els xarnegos". Hoy, la nueva generación de cuadros, cuando los que no podían entrar en la sala preguntaban a los que habían asistido por cómo había ido la cosa, contestaban: "Fantàstic", "Millor del que pensàvem". ¿Qué es lo que había quedado fantástico?
La reunión fue fluida, sin marrones. Se decidió crear un Pacte Nacional pel Referèndum. Se decidió crear una comisión independiente de ciudadanos, para darle vidilla
Hay pista de aterrizaje. Hay una mayoría social --CDC, ERC, CUP y el nuevo partido que se está fraguando con Els Comuns, Podem y ICV entre otros--, que está por un referéndum pactado, por el reparto, o la consecución en monopolio, de soberanía, y contra las actuaciones del Gobierno/TC en materia de libertad parlamentaria y de expresión. Pero lo mejor, lo "fantàstic", es que todo eso será dominado por Puigdemont, el poseedor --en menor medida y de manera más frágil que Mas en la anterior edición del chiringuito-- del marco Catalunya, que podrá culpar y rentabilizar electoralmente las posturas de los díscolos. Que podrá decir, llegado el caso --es decir, en campaña electoral--, que el referéndum unilateral, imposible sin desobediencia, es imposible porque hay fuerzas políticas que se niegan a ello. Podrá, vamos, capitalizar el marco del Procés. Acaparar los beneficios propagandísticos --no habrá otros--, y penalizar electoralmente a contrincantes, manteniendo un Procés sin movimientos como centro político y de identidad.
No le será fácil. En la rueda de prensa, Puigdemont dice cuatro lugares comunes y se pira, sin preguntas. En su turno, Ada Colau recibe las preguntas clave, destinadas a Puigdemont. Es decir, ejerce de Presidenta. ERC y CUP vindican en rueda de prensa lo que se han callado en la reuni. Un referéndum unilateral.
Empieza una batalla para el marco. Para que el nuevo partido de Els Comuns se vea arrastrado a otro Procés sin resultados, salvo los propagandísticos y electorales. ERC y CUP participarán en la batalla defendiendo la opción unilateral. Se podría pensar que será una batalla entre quienes defienden aprovechar la crisis de Régimen español, y los que defienden una unilateralidad épica. Pero no es ni siquiera eso. Es la futura campaña electoral del Processisme, que apuesta por un Procés que no necesita resultados, sino autodefiniciones. En esta ocasión, con serios problemas de guasa, y con un nuevo partido delante que puede no caer en la trampa en la que cayeron ERC, a tutiplén y, en algunas ocasiones, la CUP. A ver.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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