La batalla por el poder en Bruselas
La lucha por el reparto de los cargos institucionales de la UE resquebraja la gran coalición entre socialistas, populares y liberales
Alexandre Mato 13/01/2017
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El final del mandato del presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, ha abierto la caja de Pandora a mitad de la legislatura comunitaria. La lucha por su sucesión enfrenta a los antiguos socios que, durante años, han diseñado las políticas del continente, desde la lucha contra el déficit en los albores de la crisis hasta la actual inoperancia para gestionar la tragedia de los refugiados.
El 24 de junio de 2014, tras las elecciones europeas, populares y socialdemócratas sellaron un pacto, confidencial hasta hace apenas unos días, pero vox populi en Bruselas. Celebrado como ejemplo de estabilidad institucional, el socialista Schulz y el popular Manfred Weber firmaron “apoyar al otro en la elección del presidente del Parlamento Europeo”. El socialista ocuparía el sillón “en la primera mitad de la legislatura” y un conservador en la segunda.
Schulz regresa a su país para enfrentarse a Angela Merkel en las elecciones alemanas de otoño y los socialistas se niegan a ceder la presidencia del Parlamento
Ahora el plazo ha expirado, Schulz regresa a su país para enfrentarse a la canciller Angela Merkel en las elecciones alemanas de otoño y los socialistas se niegan a ceder el trono con el argumento de que “los populares presiden la Comisión y el Consejo” y, por lo tanto, no deberían monopolizar también el Parlamento. Su líder, Gianni Pittella, es su candidato.
Hasta que los socialistas rompieron en otoño el trato, la alianza política entre el grupo popular europeo y el de Socialistas y Demócratas se había traducido en el reparto de los puestos claves de las instituciones comunitarias. Desde hace meses, en el PP europeo insisten en que los socialistas deben cumplir lo pactado. “No es culpa nuestra si en 2014 supimos negociar”, ha reconocido en privado en numerosas ocasiones uno de sus jefes. En diciembre escogieron a su candidato, el italiano Antonio Tajani, que había sido vicepresidente de la Comisión Barroso entre 2008 y 2014.
“Podría haber sido alguien menos a la derecha”, lamenta Ska Keller, co-presidenta de Los Verdes, quien reconoce que no están “muy entusiasmados con ningún candidato”. Keller asegura que en su grupo tampoco se creen las declaraciones de Pittella sobre el fin de la gran coalición: “él era parte de ella”. En privado, los liberales también echan balones fuera cuando se les pregunta por un posible apoyo a uno de los dos italianos.
La votación para elegir presidente del Europarlamento será el próximo 17 de enero. No cabe sorpresa en las dos primeras rondas: Pittella y Tajani resultarán los más votados gracias al apoyo de sus propios grupos. Será en la tercera y la cuarta cuando se abra la veda. El socialista Ramón Jáuregui prevé que Pittella reciba al final “los votos del GUE [el frente de izquierdas, con 52 escaños], el 70% de los verdes y el 50% de los liberales”, lo que posibilitaría que la cámara siga presidida por un socialista.
La candidatura liberal se 'suicida'
El acuerdo de 2014 entre populares y socialistas se amplió además a los liberales. En un anexo de cuatro líneas los dos grandes grupos “se comprometían a apoyar a los candidatos del ALDE (Liberales y Demócratas por Europa) en el Parlamento Europeo”. A cambio, los liberales les han secundado durante estos dos años y medio en la Cámara y ostentan puestos claves dentro de la Comisión, como la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, o la de Comercio, Cecilia Malsmström.
Ahora, dos años y medio más tarde, el tercer pilar de esta gran coalición, los liberales, vive una crisis interna cuyo calado está aún por determinarse. Su líder, el exprimer ministro belga, Guy Verhofstadt, anunciaba el pasado fin de semana su intención de incorporar a su grupo a los euroescépticos italianos del Movimiento 5 Estrellas con el objetivo de sumar 17 eurodiputados y aumentar las posibilidades de hacerse él mismo con el trono de la Cámara. Su plan fracasó en apenas unas horas por la oposición de sus propias huestes. El pacto con Grillo se venía cociendo desde antes de Navidad.
Ante la ruptura del pacto entre populares y socialistas, el liberal Verhofstadt ya había anunciado esta Navidad su candidatura, vendida como una herramienta para “construir puentes y compromisos”. Se presentó como hombre de consenso, alguien capaz de atraer los votos de uno de los dos grupos mayoritarios y de conseguir terceros apoyos, además de sus 67 escaños.
El texto acordado entre Grillo y Verhofstadt destaca que “la UE es incapaz de ofrecer los resultados que sus ciudadanos esperan en términos de prosperidad y protección” y pone el acento en los “defectos subyacentes” del euro” y la necesidad de solucionarlos. El Movimiento 5 Estrellas renunciaba a sacar a Italia de la moneda única. Se trataba, según una fuente parlamentaria del ALDE, de limar las posiciones más radicales de un partido “que puede llegar al gobierno en los próximos meses en Italia”.
Si pierden en la elección del presidente del Parlamento Europeo, los socialistas irán a por el trono del Consejo Europeo cuando en mayo termine su mandato Donald Tusk
Los problemas surgieron, sin embargo, nada más iniciarse la discusión del texto. La sucesión de los hechos no está clara. Este miembro del ALDE asegura que Verhofstadt sólo habló con algunos de los partidos integrantes de la alianza liberal y que el respaldo fue tímido y minoritario. Una segunda fuente afirma lo contrario: “sólo la delegación francesa lo rechazó”. Lo único oficial es que desde primera hora del lunes 9 de enero empezaron a llegar correos electrónicos de eurodiputados y delegaciones en contra. Estas comunicaciones se filtraron a la prensa.
Dentro del ALDE hay voces críticas con los tiempos elegidos por Verhofstadt. Creen que habría sido mejor incorporar a los italianos tras la elección del presidente del Europarlamento, no meter de golpe a los 17 parlamentarios. El líder, derrotado por su aparato, tuvo que retirar su pacto sin ser siquiera votado; el rechazo era abrumador. “No existen suficientes garantías para sacar adelante una agenda común para reformar Europa” con el Movimiento 5 Estrellas, dijo Verhofstadt.
El error de cálculo político es considerable. Nadie en Bruselas se explica cómo alguien tan experimentado intentó atraer apresuradamente a un partido con el que existen “diferencias fundamentales sobre asuntos europeos claves”, en sus propias palabras. La candidatura de consenso con posibilidades de triunfar está arruinada. Incluso hay serias dudas de que todos los 68 eurodiputados liberales voten a su líder. “Son días duros” reconoce un trabajador del grupo, “a ver si somos capaces de llegar a los 50 votos”.
La siguiente batalla, el Consejo Europeo
Si pierden en la elección del presidente del Parlamento Europeo el día 17, los socialistas quieren dar más guerra e irán a por el trono del Consejo Europeo cuando en mayo termine su mandato el conservador Donald Tusk. Jáuregui califica “de ceguera cortoplacista” la actitud del PP europeo, porque “no es aceptable que lideren las tres instituciones”. A su lado, su colega socialista Elena Valenciano acusa a sus rivales de un “grado de deslealtad lamentable”.
Sin embargo, el pacto firmado en 2014 y que los populares han sacado a la luz, hartos de estas acusaciones, sólo afectaba a la presidencia del Parlamento, en ningún caso a las otras presidencias. Los liberales afirman, sin embargo, que hay otro documento suscrito, “sobre top jobs, sobre los puestos relevantes de la UE” en el que se dice que les corresponde uno. Ninguno de los tres partidos de la Gran Coalición, de momento, lo ha filtrado. Los países de la UE eligen la presidencia del Consejo y los liberales son los que más gobiernos ostentan. Será una baza para asaltar el trono que ahora ocupa Tusk.
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Alexandre Mato
Periodista por la UCM, donde cursó un Máster en Relaciones Internacionales.
Antiguo editor jefe de cierre de 'Mercados', ha pasado por la Cadena Ser, Informativos Telecinco y 'El Confidencial'. Colabora con la TVG o Telemadrid. Vive en Bruselas.
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