
Reunión en la Plaza Znamensky, cerca del monumento a Alejandro III en febrero de 1917.
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El 8 de marzo de 1917, el embajador francés en el Imperio Ruso, Maurice Paleologue, escribía: “Ha habido gran agitación en Petrogrado todo el día. Las procesiones han estado desfilando por las calles principales. En varios puntos la multitud gritó: ‘¡Pan y paz!’. En la Nevsky Prospekt, se han producido ligeros desórdenes. A pesar de que la revolución está en el aire, el emperador, que ha pasado los últimos dos meses en Tsarskoye Selo, se fue a la sede general esta noche”.
Al día siguiente, desde la ciudad de Mogilev (actual Bielorrusia), el zar Nicolás II le escribía a su esposa, Alexandra Feodorovna: “Aquí mi cerebro está listo para descansar; no hay ministros o preguntas problemáticas que requieran deliberación. Siento que esto es bueno para mí, pero solo para mi cerebro. Mi corazón sufre por nuestra separación”.
En la misma jornada, el compositor ruso Sergei Prokofiev describía los hechos en la ciudad sin comprender bien de qué se trataba: “Hoy fui a un concierto en el Mariinsky, pero dos tercios del teatro estaban vacíos. Aparentemente había habido un tiroteo deliberado en la Nevsky y los amantes de la música decidieron no hacer el viaje a lo largo de la Nevsky para llegar al concierto”.
Unos días después, la escritora y poetisa rusa Sinaida Hippius escribió desde Petrogrado: “Habrá más batallas. ¡Señor! Salve a Rusia. Sálvala, sálvala, sálvala. Guárdala de sí misma, guíala como quieras”.
¡Mi precioso! Ayer hubo disturbios en la Isla de Vasilievsky y en la Nevsky Prospekt porque los pobres trataron de asaltar las tiendas de panadería
Mientras, Alexandra Feodorovna intentó transmitirle al zar Nicolás II lo que estaba sucediendo en la capital: “¡Mi precioso! Ayer hubo disturbios en la Isla de Vasilievsky y en la Nevsky Prospekt porque los pobres trataron de asaltar las tiendas de panadería”.
León Trotski relataba exultante: “Lo que está sucediendo en Rusia pasará a la historia como uno de sus mayores eventos. Nuestros nietos y bisnietos hablarán de estos días como el comienzo de una nueva era en la historia de la humanidad”.
Los testimonios describen la primera semana de la gesta revolucionaria más destacada de la historia. Después de tres largos años de hambre y extenuación por la guerra (la I Guerra Mundial), y una injusticia económica, social y política de siglos, un grupo de dirigentes políticos, acompañado por campesinos y soldados, derrocaba al Zar Nicolás II y daba inicio a la Revolución Rusa.
Los textos citados pertenecen a diarios, cartas y documentos de protagonistas y testigos de aquel hito, y forman parte de un fascinante desarrollo histórico y tecnológico llamado Project 1917. Se trata de una iniciativa del periodista ruso Mijaíl Zygar, exeditor del principal canal de TV opositor de Rusia, junto a un grupo de jóvenes profesionales, y producido por Pushkin House, el Centro Cultural ruso independiente más antiguo del Reino Unido.
Respetando el orden cronológico de los hechos tal como sucedieron 100 años atrás, se publican, cada día del año en curso, cartas, extractos de diarios, documentos, imágenes, vídeos y audios de una centena de mujeres y hombres destacados de aquel tiempo. De manera tal que uno puede seguir los acontecimientos cada día, con posibilidad de revisar el tiempo hacia atrás, pero no hacia adelante.
Los textos citados pertenecen a diarios, cartas y documentos de protagonistas y testigos de aquel hito, y forman parte de un desarrollo histórico y tecnológico llamado Project 1917
Además de ser interesante y original, Project 1917 permite releer y entender la historia de una manera distinta al relato típico de un libro de historia. Quizás sin el heroísmo y la excepcionalidad con los que a menudo nos presentan los hechos históricos.
Según lo describen sus propios creadores, el “objetivo principal es hacer popular la historia y llevar, a un público lo más amplio posible, una multitud de voces, de una gama diversa, de figuras históricamente significativas”.
Conscientes de que cada vez es más difícil lograr que la gente se detenga más de cinco minutos a leer un texto en internet, acortaron los documentos a una longitud estándar en redes sociales como Facebook o los 140 caracteres de Twitter, aunque “sin modificar palabras o el sentido de lo escrito”.
Por la misma consideración hacia el escaso poder de atención de los internautas, han alternado los textos con diversos archivos multimedia. Entre los posts de Lenin o el Gran Duque Michael Alexandrovich Romanov, se puede oír una obra de Claude Debussy interpretada en París en aquella semana revolucionaria, o bien observar un vídeo impactante de la bailarina rusa Anna Pavlova, durante una performance del ballet Giselle y La flauta mágica en el Teatro Nacional de La Habana.
La gran mayoría de los protagonistas de Project 1917 están vinculados directamente al proceso revolucionario, como es el caso del Zar Nicolás II, el dirigente revolucionario Alexander Kerenski o el mismísimo Lenin. Pero en otros, aparecen “entradas” de escritores y artistas de la época que, dejando constancia de su más estricta realidad, marcan un contraste interesante y, en ocasiones, divertido.
El escritor James Joyce contaba por aquellos días: “Desde febrero, he estado enfermo con una dolorosa y peligrosa enfermedad en los ojos. Como es el quinto ataque que he tenido y fue complicado con sinequia, fue imposible escribir hasta hoy. Tan pronto como esté curado continuaré escribiendo una novela en la que estoy trabajando, Ulises.
La gran mayoría de los protagonistas de Project 1917 están vinculados directamente al proceso revolucionario, como es el caso del Zar Nicolás II o el mismísimo Lenin
Desde el sur de Italia, adonde viajó con su colega Jean Cocteau, el pintor español Pablo Picasso envía una postal de ambos a Guillaume Apollinaire y escribe debajo: “Todas las mujeres son hermosas en Napoli. Todo es muy fácil aquí”.
Otra entrada pertenece a Arthur Conan Doyle quien, con una ironía demoledora, pone en contexto los hechos de la revolución: “Considerando la terrible condición del mundo antes de que este rayo de trueno la golpeara. ¿Podría alguien, remontándose siglos atrás y examinando los registros de la maldad del hombre, encontrar cualquier cosa que pueda compararse con la historia de las naciones durante los últimos veinte años? Piense en la condición de Rusia durante ese tiempo, con su brutal aristocracia y su democracia borracha, sus asesinatos a ambos lados, sus horrores siberianos, sus cebos de judíos y su corrupción”.
Por otra parte, el registro de los comentarios y reflexiones de los artistas permite analizar los hechos desde un ángulo diferente al de los dirigentes políticos.
Por ejemplo, la poeta Anna Ajmátova, que se encontraba en Petrogrado, describe los acontecimientos con una frase simple pero dramática: “Va a ser como la Gran Revolución Francesa, quizás incluso peor”; mientras que Alexander Kerenski, que pronto ocuparía un puesto en el nuevo gabinete del gobierno provisional ruso, reflexiona: “¡Camaradas! Surgen momentos en la existencia de cada nación --como ocurre en la existencia de los individuos-- cuando la cuestión más acuciante del día ya no es cómo vivir mejor, sino si la vida continuará. Estamos pasando por tal momento, y debemos preguntarnos si Rusia sobrevivirá si el viejo orden continúa existiendo. Estamos reunidos aquí para jurar que Rusia será libre”.
Al mismo tiempo, es posible hallar contrapuntos entre los que vibraban de entusiasmo con la revolución y aquellos que la observaban con sospecha o preocupación. En el primer caso, podría anotarse al compositor Igor Stravinski, que le escribe desde Suiza a su mujer: “Todos mis pensamientos están contigo en estos inolvidables días de felicidad, que nuestra amada y liberada Rusia está atravesando”.
En el segundo, puede citarse al pintor Marc Chagall, quien, siendo testigo directo de los primeros pasos de la revolución, advierte: “Un crítico de prensa se ha vuelto tan borracho con la revolución que ha sugerido volar por el aire el monumento a Alejandro III”.
En definitiva, la cantidad de testimonios y relatos esclarecedores, interesantes, inesperados e, incluso, a pesar de la distancia, conmovedores, hacen de Project 1917 una red social más adictiva que el propio Facebook. Para nada estaría mal que en lo que queda del año nos animemos a empezar el día (o al menos terminarlo) consultando este valioso registro histórico de la Revolución Rusa.
Autor >
Agustín Fontenla
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