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El otro día estuve hablando de feminismo en el Teatro del Barrio. Ya saben, orgullosos de llegar tarde a las últimas noticias y ahora también a las columnas. He necesitado muchas horas de plancha para pensar en lo que iba a escribir, y como vivimos a golpe de tuit, que no de melena, les han pasado muchas cosas a varias mujeres. Cassandra ha sido condenada a un año de cárcel por humillación a las víctimas del terrorismo y sólo se me ocurre decir que me parece desproporcionado y lamentable, como me parecen lamentables y delirantes muchas de sus declaraciones. Vivía muy tranquila sin saber de su existencia. Ruego me disculpen.
En estos días también hemos tenido que escuchar a Susana Díaz hablar de su embarazo. “Usted recordará cuando embarazada de siete meses tuve que aguantar tres meses de bloqueo”, le dijo a Pepa Bueno. Como si, como dice mi colega Isabel Morillo, la panza lo empeorara. Aprovecho estas líneas para decir que estando yo embarazada de ocho meses no me cedían el asiento en el metro de Avenida de América. Por si alguien quiere entrevistarme o algo.
Volvamos a lo del Teatro del Barrio. Rosa María Artal, Cristina Fallarás y ésta que escribe en el escenario, llegan las preguntas del público y una de las asistentes pregunta qué nos parecen las declaraciones de la directora del Instituto de la Mujer con motivo de los diez años de la Ley de Igualdad (una entrevista que provocó multitud de peticiones de dimisión y la respuesta de la ministra Dolors Montserrat). “Pues que es del PP”, respondimos. Y nos reímos. Y aprovechamos para llamar moderna a Andrea Levy. Y más risas.
Luego volvía yo a mi casa andando y pensaba (ya saben, inmediatez ante todo) que qué clase de respuesta es ésa. Como si ser del PP implicara estulticia en grado supremo, como si ése fuera un argumento definitivo. Como si las ahí presentes en el escenario no fuéramos capaces de huir de ese tipo de lugares comunes, como si el público devorara todas y cada una de nuestras palabras y las tomara como credo. Como si el insulto como arma arrojadiza no nos convirtiera en tontas a nosotras, convertidas en señoras medianamente importantes con algo medianamente importante que decir a los presentes. Como si pertenecer a un partido político te empujara a hacer unas cosas y te inhabilitara para otras. Me faltó tiempo, seguridad y arrojo para preguntarme en voz alta cómo interpretamos entonces que la alcaldesa de Madrid haya degradado a una de sus concejalas tras volver de su baja de maternidad. Una degradación profesional traducida en (clarines y timbales) Concejalía de Igualdad. ¿Porque es de Ahora Madrid? [aquí las risas enlatadas]. Ay, Cruella Manuela, con lo moderna que pareces…
El otro día estuve hablando de feminismo en el Teatro del Barrio. Ya saben, orgullosos de llegar tarde a las últimas noticias y ahora también a las columnas. He necesitado muchas horas de plancha para pensar en lo que iba a escribir, y como vivimos a golpe de tuit, que no de melena, les han pasado...
Autor >
Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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