Redes de poder para privatizar la democracia
1. El Gobierno-empresa: la dominación legal
Los dos Ejecutivos de Rajoy forman una cohesionada red de intereses conectada con grandes grupos financieros, las apuestas deportivas, los abogados del Estado y la nobleza
Madrid , 10/05/2017
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¿Casos aislados o redes de corrupción de alto alcance? La producción incesante de noticias y detenciones ha impedido hasta el momento analizar el fenómeno de las redes corruptas de manera efectiva. Pese a que cada trama se corresponde con una historia distinta, casi todas ellas se derivan de estructuras gubernamentales que adolecen de importantes déficits democráticos. El más importante quizá sea la formación de los diversos gobiernos como redes de poder para garantizar la dominación legal, es decir, la que queda legitimada con el ejercicio del voto.
Un ejemplo idóneo es la red del gobierno formado por Mariano Rajoy en el año 2012, tras haber vencido por mayoría absoluta. El total de los altos cargos más poderosos de este ejecutivo (ministros, secretarios de Estado y subsecretarios) asciende a 70 efectivos. No se trata de una selección azarosa: la mayoría de ellos ya se conocía de sobra, al haber coincidido, durante un mínimo de un año, en el Partido Popular, el Parlamento, los gobiernos previos de Aznar, o empresas (los altos cargos del Ibex35), así como en cargos de carácter burocrático gracias a la extrema cohesión interna de los cuerpos de funcionarios de élite como los abogados del Estado, los técnicos comerciales y economistas del Estado o los inspectores de Hacienda, entre otros.
La imagen de abajo representa una fotografía de este gobierno, teniendo en cuenta las relaciones establecidas en el pasado por sus miembros más poderosos.
Grafo: La red de poder del primer Gobierno Rajoy. Fuente: realización propia a partir del programa UCINET.
Este grafo (al que habrá que volver repetidamente, sin querer hacer ningún mal al lector) es una radiografía del gobierno obtenida a partir de fuentes oficiales, como el Boletín Oficial del Estado, los currículums de estos altos cargos publicados en la web de los ministerios y el Boletín Oficial del Registro Mercantil, entre otras. Se trata del momento cero de la formación de un Ejecutivo, es decir, la estructura relacional de los cargos más importantes una centésima de segundo antes del comienzo del mandato. Esto demuestra algo obvio: que nada ocurre por casualidad y que los miembros de un equipo de gobierno acumulan una óptima cantidad de contactos para ser reclutados, y que los méritos profesionales se encuentran subordinados a las relaciones establecidas en centros decisorios clave.
Nada ocurre por casualidad y que los miembros de un equipo de gobierno acumulan una óptima cantidad de contactos para ser reclutados
Un ejemplo de que las relaciones son la base organizacional del gobierno es la conexión entre el ministro de Economía, Luis de Guindos, y el presidente del Gobierno. Dicha conexión comunica al Ejecutivo con los siguientes colectivos en los que el ministro económico ha participado con mayor o menor dedicación: el banco estadounidense Lehman Brothers, la aseguradora japonesa Nomura, la auditora PriceWaterHouseCoopers, la eléctrica Endesa, la distribuidora cotizada en bolsa Logista, el banco Mare Nostrum, el consejo de Unedisa-El Mundo, el Instituto de Empresa IE Business School, la escuela universitaria financiera CUNEF, la opusdeísta Universidad de Navarra, la farmacéutica Traslational Cancer Drugs Pharma, la financiera AB Asesores Morgan Stanley (en la que coincidió con el ministro de Agricultura, esposo de la aristócrata Micaela Domecq y empresario agrario, petrolífero e inmobiliario Miguel Arias Cañete), así como el cuerpo de los Economistas del Estado y el Consejo Económico y Social de la Comunidad de Madrid.
Este ejemplo arroja dos lecciones obvias a tener en cuenta: la primera, que De Guindos representa a élites económicas ante las que tiene el potencial de mediar y, la segunda, que la elección de los miembros gubernamentales está lejos de ser totalmente libre: al tiempo que De Guindos es reclutado para el Ejecutivo, los círculos de procedencia de este se convierten en grupos de poder que influyen en el gobierno. De esta manera, las grandes empresas cuentan con un inmejorable intermediario: la gran institución de origen electoral del país.
Una red enormemente cohesiva
La red que contiene a los compañeros de Rajoy refleja un elevado grado de cohesión interna, materializado en múltiples e intensos lazos entre los actores reclutados. Una característica estructural que prevalece en la historia de las élites: ya a finales del siglo XIX, el pensador Gaetano Mosca coligió que una minoría de cien personas puede gobernar sobre cien mil, puesto que su capacidad de organización es exponencialmente superior a la de la masa.
En este sentido, la organización social creada por Rajoy no puede ser mejor, ya que pone en relación a individuos que se conocen bien y que, además, han convivido en los grupos más poderosos de la sociedad. Pero en la imagen coloreada destacan zonas en las que las conexiones son más intensas. Los nodos en rojo proceden mayoritariamente del Parlamento, de los gobiernos previos de Aznar y de la dirección del PP. Se trata de Mariano Rajoy, Ana Mato, Ana Pastor, Cristóbal Montoro, Jorge Moragas, Álvaro Nadal, Jorge Fernández Díaz y Miguel Arias Cañete, entre otros.
Este núcleo duro de carácter político favorece la configuración de un centro, de un corazón organizacional que será el volante del mando popular durante cuatro años. Este corazón político cuenta con un aliado imprescindible: una coraza de actores en negro, que provienen de gobiernos previos del PP y, también, de grandes empresas.
Además del ya mencionado Luis de Guindos, destacan los siguientes servidores públicos:
-- Pedro Morenés, ex ministro de Defensa, hijo de los vizcondes de Aleson y nieto de los condes del Asalto, indirectamente emparentado Micaela Domecq, procedente de empresas de astilleros, armas y seguridad privada, de la presidencia del Círculo de Empresarios y de la dirección del exclusivísimo Club Puerta de Hierro de Madrid.
-- El ex titular de Exteriores José Manuel García Margallo, inspector de Hacienda, miembro del consejo de administración del Banco Popular (Opus Dei), de la sociedad de inversión conducida por la familia opusdeísta Cotino, Asedes SL., y de Krainem, bufete compartido con el portavoz del Gobierno desde 2016, el noveno Barón de Claret, Íñigo Méndez de Vigo y Montojo.
-- El ex ministro de Educación José Ignacio Wert, dueño de diversas empresas demoscópicas, proveniente de RTVE, del CIS, de una comercializadora de publicidad del Grupo PRISA, de Sofres-Kantar Media, así como de la dirección adjunta del BBVA.
-- El exsecretario de Estado de Defensa, el oligarca industrial y financiero asturiano Pedro Argüelles Salaverría: Banco Alcalá, Boeing España, empresas inmobiliarias, de bebidas, mineras…
-- El subsecretario de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, el abogado del Estado Jaime Pérez Renovales: Banco Santander y Banesto, mano derecha de Ana Patricia Botín.
Esta capa representa la sección denominada “puerta giratoria”: altos funcionarios que alternan puestos de gestión pública con las empresas privadas, manteniéndose en todo momento en posiciones decisivas. La puerta giratoria permite la materialización del protagonismo del poder financiero, en un período en el que la deuda pública española soportaba una prima de riesgo que solo se detendría ante las palabras mágicas del profesor, financiero y ex Goldman Sachs, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi.
Apuestas deportivas
Otras capas de actores cubren esos dos principales motores del gobierno popular (la política y las finanzas): los de rosa y los de gris proceden también de grandes empresas, como la abogada del Estado y, entonces, número tres del Ministerio de Justicia, Marta Silva de Lapuerta, nieta del ministro franquista Federico Silva, sobrina del extesorero popular Álvaro Lapuerta y procedente de Sacyr Vallehermoso y del Real Madrid Club de Fútbol.
Hay también ejecutivos de entidades del juego online, como el actual ministro de Justicia, Rafael Catalá Polo (nada más y nada menos que la patronal, Codere, además de la gerencia del madrileño Hospital Ramón y Cajal), o como el exsubsecretario de Economía y nieto del falangista Onésimo Redondo, el abogado del Estado y descendiente de aristócratas Miguel Beltrán Víctor Temboury Redondo (Eurojuego Star, Bufete Pérez Llorca, Temboury Abogados).
Otros casos de puertas giratorias son la número 4 del ministerio de Hacienda, la inspectora fiscal Pilar Platero Sanz (Equipo Económico, la antigua asesoría fiscal “Montoro y Asociados”, además de Itínere Infraestructuras), y el Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España, el IV Marqués de Valtierra y economista del Estado Carlos Espinosa de los Monteros y Bernaldo de Quirós (Mercedes Benz, Daymler Chrysler, Acciona, Inditex, Schindler…).
Esta descripción concluye con una facción en azul, formada por altos cargos procedentes de la Comunidad de Madrid, gobernada en aquel momento (2012) por Esperanza Aguirre con una abrumadora mayoría. La gran cantidad de dirigentes madrileños reclutados refleja la influencia de la condesa consorte de Bornos y Grande de España en el gobierno de la nación. Por esta razón, se puede deducir el carácter sistémico de casos de corrupción incardinados en la comunidad madrileña, como Gürtel, Púnica o la recientemente iniciada Operación Lezo.
Para reflejar la articulación nacional-regional del poder cabe recordar que en el 2012 la delegada del gobierno para Madrid era la ahora presidenta regional Cristina Cifuentes, lo que sugiere un continuo intercambio entre élites nacionales y autonómicas que se comprueba, por ejemplo, en el papel del ex consejero de Economía y Hacienda de Aguirre Antonio Beteta como actual secretario de Estado de Administraciones Públicas del ministro Cristóbal Montoro.
Lo anteriormente descrito forma un organismo social capaz de gobernar con los grupos de interés dominantes y de movilizar los recursos políticos necesarios, constituyéndose como un omnipotente lobby. Su cohesión interna, junto con la fortaleza y la diversidad de sus tentáculos empresariales le garantiza una descomunal concentración de poder, pero debilita la atención hacia quienes no cuentan con más activo que depositar el voto cada cuatro años.
Nuestro sistema electoral permite que el poder privado, con la complicidad de una confederación de cuerpos de funcionarios de élite, adopte las decisiones más relevantes para la ciudadanía. Solo el limitado Parlamento, los deteriorados sindicatos, determinados partidos políticos y algunos movimientos sociales pueden generar alguna preocupación a esta gran red de redes. Esta dominación legal planificada y reproducida en el tiempo (sin ir más lejos, en 2016) representa un caldo de cultivo idóneo para una corrupción de la que solo nos enteramos por los resquicios del sistema, además de por unos medios de comunicación cuya valentía es inversamente proporcional a su pasivo financiero.
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Andrés Villena ha publicado ¿Cómo se gobierna España? La estructura de las élites gubernamentales en 2004 y 2012 (Editorial Comares). @villenaoliver
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