Becarios: la ley (laboral) de la selva
Estudiantes y periodistas recién graduados sufren una situación generalizada de explotación en los medios de comunicación, en cuyas redacciones llegan a cubrir puestos de trabajo estructurales en un fraude de ley que aligera el coste de personal
Eduardo Bayona / Marina Lobo Zaragoza / Madrid , 31/05/2017
Imagen de la redacción de un periódico en Berlín.
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¿Es posible contratar estudiantes que no han terminado sus estudios como becarios? No. ¿Y cuando los han terminado? Tampoco. No se pueden contratar, sencillamente, porque no es posible que una empresa y un estudiante que se está formando mantengan una relación laboral: eso está reservado para los trabajadores. Las becas son (deberían ser, ya que en la práctica no siempre es así) algo ajeno al mundo del trabajo y desvinculado de las tareas y funciones productivas que caracterizan las relaciones laborales. Y, sin embargo, las redacciones han tenido, históricamente, becarios trabajando como periodistas.
Una de las causas de la situación precaria en la que se encuentran los estudiantes que hacen prácticas en los medios de comunicación reside en la deriva reciente del sector. El pinchazo publicitario, consecuencia de la crisis, y el colapso del modelo de negocio industrial se han traducido, como en buena parte del tejido productivo español, en reducciones de plantillas combinadas con la precarización de las condiciones laborales. En ese escenario empresarial de contención de costes, el abaratamiento de la partida de personal mediante la introducción de estudiantes que hacen el trabajo de redactores es uno de los pocos componentes que se ha mantenido, cuando no intensificado, a lo largo de la crisis.
Sumado a esto, el problema que existe en España con la regularización del periodismo profesional. Ryszard Kapuscinski nos dejó sin duda algunas de las reflexiones más certeras sobre el periodismo. Sin embargo, Kapuscinski no estudió periodismo, sino historia. Y esa es la clave para entender la complejidad de la regularización de esta disciplina. La realidad es que, para ejercer el periodismo, no es obligatorio tener la titulación de periodista, por lo que los estudiantes de periodismo se verán obligados a competir en el mercado laboral no solo con el resto de estudiantes de periodismo, sino con el resto de estudiantes en general.
La introducción de estudiantes que hacen el trabajo de redactores es uno de los componentes que se ha mantenido, cuando no intensificado, a lo largo de la crisis
“Nadie sabe quién es periodista”, confiesa Ramón Espuny, del Sindicat de Periodistes de Catalunya (SPC). “¿Quién puede decir quién es periodista? Aquí hay una batalla de ideas desde quien plantea que lo es quien tiene la titulación, quien está en una asociación de la prensa o en un colegio de periodistas o quien trabaja a sus órdenes, como los directores de los periódicos. Ellos deciden quién es periodista, aunque sea un opinador, un colaborador o un columnista. Y esos propietarios y directores de medios están absolutamente en contra tanto de la titulación como de la colegiación, porque les va el mercado libre y la teoría de que la mejor ley de prensa es la que no existe”.
Las cuentas no salen. En lo que se refiere a niveles de empleo en los principales medios de comunicación, según el informe de la profesión periodística de la APM, para 2015 (último año del que se dispone de información completa) la estimación realizada para la elaboración de este anuario apuntaría a unos 27.200 puestos de trabajo de todo tipo. Esta cifra se reparte entre las radios nacionales (2.200 puestos de trabajo de todo tipo), las radiotelevisiones autonómicas (7.400), las televisiones nacionales privadas (2.400), las editoras de diarios (6.700), las editoras de revistas (2.300) y Radiotelevisión Española (6.300). A 2.000 graduados al año (3.951 en 2014) en 5 años habría 10.000 periodistas recién salidos de las universidades españolas, llenos de entusiasmo y dispuestos a buscar trabajo. Teniendo en cuenta que entre 2008 y 2015 cerraron 375 medios de comunicación y se perdieron más de 12.000 puestos de trabajo, el gremio lleva camino de una década destruyendo 1.500 empleos al año mientras salen de las universidades una media de entre 2.000 y 3.000 graduados.
Con la entrada en vigor del plan Bolonia --segunda legislatura de Zapatero-- se requiere a los estudiantes que realicen 180 horas de prácticas en empresas a modo de formación. Esto sería lo que se denomina como “prácticas curriculares universitarias” que están reguladas por el RD 592/2014. En este real decreto viene claramente explicado que en ningún caso los alumnos que entren en una empresa bajo esta consideración podrán sustituir puestos de trabajo de estructura en dicha organización. Al no ser un trabajo, este decreto reúne también otra serie de condiciones para garantizar la formación. Por ejemplo, que el estudiante deberá estar siempre tutelado y no podrá hacer más de cuatro horas diarias de formación ni tampoco llevar a cabo tareas en horario nocturno, entre otras consideraciones. Es decir, estas prácticas curriculares forman parte de un Plan de Estudios, deben poder compaginarse con las horas lectivas y deben tener como único objetivo la formación de ese futuro periodista.
Sin embargo, la realidad es bien distinta. Tal y como reconocen desde diversos sindicatos, los medios de comunicación están despidiendo a periodistas veteranos y cubriendo esos puestos con becarios. De hecho, en muchos medios se concentra el periodo de prácticas de los estudiantes en verano, utilizándolos así para suplir a los redactores que se van de vacaciones en ese periodo.
El estudiante deberá estar siempre tutelado y no podrá hacer más de cuatro horas diarias de formación ni tampoco llevar a cabo tareas en horario nocturno
“Se dan situaciones de explotación”, explica Félix Alonso, diputado de En Comú Podem y fundador del Sindicat de Periodistes de Catalunya (SPC), la organización que impulsó la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP) en España. “Hay un aprovechamiento del currículum que a menudo lleva a que los becarios ocupen puestos estructurales en las redacciones --continua--, y lo malo es que el ejemplo de los medios de comunicación se ha extendido a otros sectores y generalizado”. Fuentes de la Inspección de Trabajo apuntan en una dirección similar. “Se trata de una materia muy desregulada, y eso da pie a la picaresca y al chanchullo, a que se enmascaren relaciones laborales bajo la forma de becas y prestaciones”.
Ese aprovechamiento, esa explotación, ese fraude, no es difícil de encontrar. En cada ciudad, en cada facultad e independientemente del prestigio de la universidad. Esa “utilización” del becario como mano de obra barata no entiende de tipo de publicación, de línea editorial ni siquiera de audiencia. Prácticamente cualquier estudiante al que preguntamos tiene una historia que contar (eso sí, sin nombres, no vaya a ser que se cierren las puertas de su futuro profesional). Y no solo estudiantes: gente que ha finalizado la carrera, incluso que ha finalizado un máster, se deja una o varias asignaturas pendientes para poder seguir haciendo prácticas, ya que cree que así tendrá más posibilidades de incorporarse al mundo laboral. De hecho, tal y como revela el estudio The experience of traineeships in the EU (publicado por la Comisión Europea), la mayoría de los españoles sigue realizando prácticas una vez finalizados sus estudios (un 67%), solo por detrás de Eslovenia (68%).
“En Onda Cero estuve en informativos en Herrera en la Onda, donde trabajábamos durante ocho o nueve horas diarias toda la noche, desde las 00:00 hasta las 9:00”, narra A. S. sobre su etapa de “becario de sustitución”. “Cubríamos literalmente los puestos de la gente que estaba de vacaciones en verano --añade-- y hacíamos gran parte de los boletines, noticias de Herrera e incluso secciones enteras. Llegué a llevar yo solo el análisis de la prensa deportiva. Cobrábamos 160 euros al mes”. Trabajo en horario nocturno, más de cuatro horas al día y en sustitución de un trabajador asalariado. Todo por conseguir un puesto en una de las radios más escuchadas de nuestro país. Le dan esperanzas y él decide seguir. “Al año siguiente repetí en Onda Cero por el mismo dinero. Hacia un magacín nacional donde solo estábamos la presentadora (que no estaba en Madrid) y yo. Trabajaba de ocho a 10 horas al día por 160 euros. Para la empresa supuso sacar adelante un magacín de verano sin apenas gastar dinero, sin tener que contratar a nadie para hacerlo”. ¿Cómo se puede consentir que una persona que ya se ha formado durante varios meses en una empresa, ‘repita’ formación?
Otra estudiante que pasó por la misma cadena ofrece una versión similar: “Se iban de vacaciones y tú sustituías a la persona”. Esto vale para todo. A. cuenta que estuvo en varios sitios como becaria durante la carrera, como por ejemplo Europa Press o RTVE, siempre “como una redactora más”. A. L. llevó la web de La Sexta Deportes en fin de semana y “toda la responsabilidad” era suya, recuerda. A. P. se encargó en solitario durante nueve meses de la edición de un suplemento de El Mundo, sin un tutor que le prestara atención. Todos ellos cobraban menos (bastante menos) del salario mínimo interprofesional.
Sustituciones, jornadas interminables, horarios nocturnos; todo por el halo de un puesto prometido que nunca llega. “En Antena 3 éramos tres becarios por sección, hacíamos las funciones de un redactor normal. Cuando finalizaba el período de prácticas, entraban otros tres becarios a los que volvían a formar”, dice A. L. “Cuando miro atrás con otra perspectiva lo que suponía para la empresa ese trabajo gratis y el sacrificio que realizaba en ciertos sitios, sobre todo en Onda Cero, me echo las manos a la cabeza porque no es digno de un país del primer mundo. Jugaban con la ambigua idea de contratarte para que te esforzaras más y sabían perfectamente que no nos íbamos a quedar”, dice A. G.
Ellos han sido víctimas de las lagunas legales de un sistema que no funciona y de una picaresca que la crisis ha acrecentado --si es que es posible-- más aún. La situación ha llegado a tal punto que, el año pasado, un estudiante de la Universidad Complutense de Madrid creó una petición en change.org , que ya cuenta con más de 80.000 firmas. En esta petición, se denuncia que la mayoría de las becas ofertadas esconde en realidad trabajo no remunerado y que, además, son las propias universidades las que cuelgan en las bolsas de prácticas ofertas en las que se pide jornada completa, algo que estaría en contra del decreto anteriormente mencionado.
Sustituciones, jornadas interminables, horarios nocturnos; todo por el halo de un puesto prometido que nunca llega
El Foro de organizaciones de periodistas, que agrupa a la Federación de Sindicatos de Periodistas, UGT y CC.OO., así como a diferentes asociaciones y colegios de periodistas, llevó hace un año esta recogida de firmas a los diferentes grupos parlamentarios con la esperanza de que algo cambiase, sin obtener respuesta por parte de ninguno de ellos.
La legislación laboral española es clara, y concisa, sobre el trabajo de los estudiantes y los recién licenciados. El contrato de formación y aprendizaje está previsto para alternar la formación y el empleo en menores de 25 años, en el que el salario no puede ser inferior al proporcional del SMI por las horas trabajadas y en el que la empresa puede ahorrarse hasta el 100% de la Seguridad Social (el 25% del salario bruto). El contrato de prácticas se creó para que licenciados y graduados de FP media y superior pudieran, en los cinco años siguientes a su titulación, acceder durante dos a trabajos a tiempo parcial remunerados con hasta el 75% del sueldo de convenio.
En cambio, las becas, tanto las curriculares como las extracurriculares, son actividades formativas en las que, se supone, el becario va a una empresa o a un centro de investigación a terminar de prepararse para ganarse la vida en su oficio pero no constituyen relaciones laborales: acuerdos libres y voluntarios en los que el trabajador aporta al empresario un tiempo de trabajo con unas condiciones de retribución pactadas y dentro del ámbito de organización y dirección del segundo. El becario no puede trabajar/producir, aunque de su remuneración, si existe en forma de beca o ayuda para gastos de desplazamiento y manutención pagada por el propietario del centro de trabajo en el que se realizan o por una entidad académica o de otro tipo que las fomente, sí debe descontarse una pequeña cantidad para cotizar a la Seguridad Social. Hasta ahí, la ley. A partir de ahí, la picaresca y el fraude, frecuentemente amparada por los mismos directivos y mandos intermedios de los medios de comunicación que colonizan esas asociaciones profesionales que, como la APM, pretenden arrebatar la bandera de la lucha contra la precariedad a los sindicatos cuyas iniciativas normalizadoras rechazaban en sus empresas.
Las empresas “siempre han jugado con la vocación” de los estudiantes, explica Alonso, que recuerda cómo en sus tiempos de sindicalista era habitual incluir en las negociaciones de los convenios compensaciones económicas para los becarios. Hoy es difícil. De hecho, ni la palabra beca ni la palabra becario aparecen en el último Convenio Estatal de Prensa Diaria, que sí remite a los contratos de formación y de prácticas. No obstante, el convenio abre en su disposición transitoria segunda la puerta a que patronales y sindicatos del ramo organicen mediante convenios con facultades y escuelas prácticas con dos objetivos: “la formación e integración en el mundo laboral de los jóvenes futuros profesionales” y “conseguir una visión real de los problemas y sus interrelaciones”.
Las becas, tanto las curriculares como las extracurriculares, son actividades formativas y no constituyen relaciones laborales
Este proceso tan normalizado en los medios de comunicación no solo perjudica a los estudiantes, quienes tardan mucho más tiempo en ser contratados por un medio, sino que perjudica también a los propios trabajadores de esa empresa. “Si tú tienes un estudiante que termina la carrera y lo tienes para formarlo, si lo has formando es para quedártelo. ¿Qué sentido tiene que tú formes a un becario, lo eches, formes a otro, lo eches? Si los echas a todos quiere decir que estás sustituyendo mano de obra estructural por mano de obra barata”, anota Francisco Terrón, secretario provincial del Sindicato de Periodistas de Andalucía. “Si un estudiante hace un trabajo escrito o audiovisual se le dice que no firme porque en teoría con un trabajo firmado podría demandar. En la práctica, lo que estamos viendo es que hace tiempo que a las empresas se les ha pasado ese miedo porque a nadie se le ocurre demandar.”, concluye Ramón Espuny.
Los jóvenes con los que hemos hablado nunca pensaron en denunciar la situación. Es la tónica general en este tipo de situaciones. “Entiendo que un estudiante quiere hacer prácticas para meter la cabeza en un medio y no se va a poner a reivindicar el primer día, pero tienen que implicarse. Si vas a hacer prácticas y te dicen que fulanito se tiene que ir de vacaciones y que entonces tú como estudiante de prácticas vas a trabajar de 4 de la tarde a 12 de la noche ahí el estudiante es el que debe decir que en su convenio de prácticas se dice que no puede trabajar ni por la noche ni más de 4 horas diarias”, defiende Agustín Yanel, secretario general de la Federación de Sindicatos de periodistas.
Pero no es solo el miedo a las represalias, a no volver a entrar en ningún medio, a “dilapidar” tu carrera antes de empezar. Además de eso, influyen otros dos factores que justifican la ausencia de denuncias: uno, el engaño al que son sometidos los estudiantes, a los que continuamente se les alienta a seguir argumentando que existen posibilidades reales de un contrato. Esta esperanza de conseguir su primer empleo hace que el estudiante siempre aguante un poco más y alargue reiteradamente su periodo de prácticas. El segundo factor es que, en caso de que el estudiante denuncie, la respuesta no llega o lo hace demasiado tarde. A pesar de que en los últimos años ha habido varios casos en los que se ha multado a grupos de comunicación por este motivo (los becarios vitalicios de la SER, la sanción de 160.000 euros a El País o el caso de la Agencia EFE), lo cierto es que no hay suficientes inspecciones laborales por saturación de los inspectores y, en ocasiones, cuando llega la inspección, el denunciante ya no está ni siquiera en el medio, tal y como nos reconocen desde los diferentes sindicatos.
Como consecuencia de esta situación se produce, además, un fraude a la Seguridad Social, ya que, en la mayoría de las prácticas, al no cobrar, esos jóvenes no están cotizando a la Seguridad Social ni pagando IRPF. “Vivimos en un sector que es la ley de la selva”, se queja Espuny. “No hay buenos convenios. No tiene por qué ser un tema secundario porque en el fondo abaratar o gratuizar el trabajo acabará por perjudicar a los trabajadores que ahora cobran”.
El último intento de llegar a un acuerdo con empresas y universidades fue en el año 2003, durante una Conferencia de Decanos. Por aquel entonces, se redactó un decálogo con puntos básicos para garantizar los derechos de los periodistas en prácticas. Algunos de esos puntos son, por ejemplo, que el período de prácticas en una misma empresa no exceda los cuatro meses, que el límite máximo de estudiantes en cada empresa no supere el 10% del personal de cada departamento (actualmente tampoco existe un límite de becarios por empresa), que el estudiante sea supervisado por un tutor o que los becarios no trabajen fines de semana, festivos, ni en horario nocturno.
En Cataluña, nos cuenta Espuny, la Universidad Autónoma de Barcelona retiró la posibilidad de que los estudiantes realizaran sus prácticas en verano para evitar la utilización de becarios como trabajadores en vacaciones. “¿Qué ocurrió? Que se unieron las privadas para ocupar su espacio”. He aquí la otra parte contratante: las universidades. Desde los sindicatos se quejan de una dejación de funciones por parte de las facultades. “En cada convenio debería de haber un tutor académico por parte de la universidad y un tutor en la empresa,y eso no ocurre”, afirma Francisco Terrón. “Las facultades ofrecen alumnos”, señala Espuny. “En algunos casos lo hacen para promocionar el centro universitario”. Esta es una práctica habitual que se puede observar en la mayoría de las webs de universidades.
“Los Comités de empresa”, dice Yanel, “deben implicarse también. Las empresas suelen decir que, como no son personal de plantilla, no son competencia de los comités. Eso es falso. Como los estudiantes están siendo utilizados como mano de obra barata, haciendo lo mismo que un redactor en muchas ocasiones supliendo días libres, vacaciones etc. El Comité sí tiene que intervenir. Nosotros desde la Federación siempre hemos pedido que las prácticas se regulen en el convenio colectivo, esto se ha conseguido en algunas empresas”, añade.
En un contexto de ERE masivos en los principales grupos de comunicación que vienen sucediéndose desde 2008, crisis de modelo empresarial e incursión de las nuevas tecnologías en el ámbito periodístico, muchas empresas se han agarrado al uso de los becarios como trabajadores de forma sistémica. Se han acostumbrado a no pagar o a pagar muy poco por un trabajo que desempeña una función esencial en el desarrollo de la democracia, que mantiene informada a la población y de cuyo buen o mal uso dependen decisiones vitales para el país como el resultado de las elecciones, por ejemplo. Están ahorrando dinero en un sector que es clave para el buen funcionamiento de la sociedad y nadie hace nada.
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Marina Lobo
Periodista, aunque en mi casa siempre me han dicho que soy un poco payasina. Soy de León, escucho trap y dicen que soy guapa para no ser votante de Ciudadanos.
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