El hacha
Un club a la altura
El Atleti es de su gente. Sin gente del Atleti, no hay Atleti. Si los despachos comprendiesen eso, la vida en rojo y blanco alcanzaría la plenitud: más sensibilidad, menos clientela
Rubén Uría 26/07/2017
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Hay cosas que nunca cambian. En pretemporada, mendigando un amistoso cual metadona que calme el mono de la competición, el atlético de a pie, en todas sus tipologías, formas y gustos, filias o fobias, debate sobre su identidad. Los propietarios de la SAD, porque el que era un club de todos ahora es de unos pocos, decidieron unilateralmente, siendo dueños de las acciones que no de los sentimientos, que el Atleti debía cambiar de estadio, de escudo y de camiseta. Un equipo se representa en base a sus mitos, ritos y símbolos. Los del Atlético han cambiado sin previa consulta a sus hinchas, definiendo en qué consiste el fútbol moderno, el negocio: al Atleti, que existe porque hay gente del Atleti, le han cambiado sus símbolos sin preguntar a la gente del Atleti. No es un crimen, pero sí un signo de nuestro tiempo: los dueños de un negocio que se nutre de los sentimientos toman sus decisiones sin contar con el visto bueno de sus clientes. Lo hacen porque pueden, porque el negocio es suyo, aún siendo ilegítimo, y porque casi nadie pide el famoso libro de reclamaciones.
Sí, de acuerdo: el Atleti no es el primer club que cambia de casa, ni de escudo, ni de imagen corporativa, ni de camiseta. Asumido y procesado. Entre el público atlético hay todo tipo de reacciones, todas ellas respetables, porque nadie debe arrogarse la capacidad de repartir carnés de buenos y malos atléticos. Muchos están encantados con los cambios, creen que serán buenos para crecer y, lejos de sentirse agraviados, consideran que hay atléticos que se pasan la vida protestando y lamentándose por todo. Otros muchos se sienten ultrajados porque les han tocado el escudo que decían que no se podía tocar ni pisar, porque el equipo vestirá una camiseta que les parece incalificable y porque les han cambiado de casa, con más prisas que transparencia. Y están hartos de esos atléticos que no levantan la voz por nada, que no tienen cuello para girarlo al palco y a los que todo les parece bien porque su manera de entender el Atleti es disfrutar del fútbol sin hacerse preguntas incómodas.
El debate, cuando es constructivo, siempre es positivo. Y en el caso rojiblanco, siempre se cumple aquello de que, lo que no te mata, te hace más fuerte. No se trata de gustos, sino de los porqués. No se trata de nostalgia, sino de identidad. No se trata de negarse a todo, sino de preguntarse por qué. No se trata de llamar vendido a quien no es crítico. Y no se trata de ser gilista, oblakista, torrista o ventajista. Hace años que servidor les viene contando, más de lo deseable y sin desmayo, lo que los todavía dueños del Atlético hicieron y qué son. No lo repetiré. Ahí están las sentencias y sus hechos probados, para saber que lejos de entrar por la puerta, entraron por la gatera. Solo hace falta saber leer o tener ganas de hacerlo. Hay quien cree que es mejor olvidarlo, porque recordarlo es vivir del pasado. Uno cree justo lo contrario: recordar es obligado, porque quien olvida su historia, se condena a repetirla.
A todos les une un sentimiento inexplicable: su Atleti. Hay muchos modos de sentirlo, pero sólo hay un Atleti. Y el Atleti existe por su gente. Sin aficionados, no hay Atleti
No se trata de censurar por sistema lo que digan o hagan los que mandan en el Atlético, ni de aplaudirles y loarles por el qué dirán. Como todos, alternan aciertos y errores groseros. Nada tengo contra Gil y Cerezo. Es más, mi carrera profesional hubiese sido un crucero de placer de haber tomado la decisión de, como hacen sus múltiples satélites, publicar que su gestión es brillante, hasta cuando no lo es. Hasta la fecha, los errores de esta directiva pesan más que sus aciertos y, aunque uno desee reconocerles méritos, su pasado pesa más que su presente y la desconfianza y la deuda no fueron cosa de Indi. La verdad es que Dios aprieta, pero no ahoga, y les vino a ver de carne y hueso, porque Simeone les llena el estadio, la caja y la sala de trofeos. Durante la temporada hace que el Atleti compita, con menos dinero que otros gigantes, por la gloria. Y en verano, cuando los que mandan racanean los duros, él les pone las pilas, convenciendo y fichando a jugadores que incluso han sido anunciados, de manera oficial, por otro equipo. No hay dinero en el mundo para pagar lo que hace el Cholo.
Conozco atléticos desencantados, entusiastas, contrarios a la directiva, gilistas convencidos, opositores informados, críticos habituales y también oficialistas de manual. Conozco atléticos encantados con el cambio de estadio y a otros indignados. Conozco atléticos a los que les encanta la camiseta y otros que la aborrecen. A todos les une un sentimiento inexplicable: su Atleti. Hay muchos modos de sentirlo, pero sólo hay un Atleti. Y el Atleti existe por su gente. Sin aficionados, no hay Atleti. Y los atléticos se mueven por sentimientos que no pueden separar un nuevo estadio, una nueva camiseta o un nuevo escudo, gusten más o menos, o se hayan producido por dinero, o por motivos más o menos inconfesables. El Atleti es de su gente. Sin gente del Atleti, no hay Atleti. Si los despachos comprendiesen eso, la vida en rojo y blanco alcanzaría la plenitud: más sensibilidad, menos clientela. Como eso pertenece al terreno de la utopía, conviene pisar tierra firme: conozco atléticos de cuna y atléticas hasta las cachas, atléticos de izquierdas y de derechas, altos y bajos, rubios y morenos, flacos y gordos. Conozco atléticos que nacieron del Atleti y serán rojiblancos hasta la muerte. Conozco atléticos que no nacieron del Atleti y que, con el veneno de la pasión en sus venas, juran que morirán colchoneros. Conozco a muchos atléticos. Y absolutamente todos, coinciden en que Simeone sí les representa. Ojalá un club a la altura de ese señor.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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