El hacha
Si yo fuera...
Qué sucede en un club en el que Simeone consigue que el equipo sea de los mejores del mundo de septiembre a junio, y en el que los dos del palco, por inacción o por omisión, consiguen que regrese a la mediocridad de junio a agosto
Rubén Uría 1/06/2017
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Si yo fuera Diego Pablo Simeone, me preguntaría cómo es posible que después de cinco años de trabajo, llenando la vitrina de títulos, la grada de cariño y la caja de dinero, tenga que seguir aguantando que, desde mi propia casa, por cada problema que soluciono, me creen uno nuevo. Si yo fuera el entrenador del Atleti me preguntaría cómo es posible que todo lo que depende de mí y de mis jugadores siempre funcione, mientras todo aquello que no está bajo mi supervisión, nunca acabe de funcionar como debe. Si yo fuera el Cholo, además de preguntarme dónde están todos los que llevan echándome del club durante cinco años, me preguntaría si no es el momento de explicar que, o dejan de contar mentiras sobre mí, o yo empezaré a contar la verdad sobre ellos. Si yo fuera Simeone, me preguntaría si no es triste que, cada vez que quiero volar, me corten las alas al despegar.
Si yo fuera jugador del Atlético de Madrid, me preguntaría cómo es posible que después de años de magnífico rendimiento y sacrificio, el club haya cometido una torpeza que, lejos de potenciar mi carrera, puede perjudicarla. Si yo fuera jugador del Atleti me preguntaría cómo desde los despachos podrán seguir exigiéndonos sacrificios y títulos frente a los que tienen más recursos y dinero, cuando los que tendrían que ayudar, lejos de sumar, restan. Me preguntaría cómo demonios es posible que la incompetencia de los que no juegan haya puesto en peligro el esfuerzo de los que sí juegan. Y me preguntaría, más de mil veces, qué día, año y siglo, los que mandan se pondrán, de una vez por todas, a la altura del equipo, del entrenador y de los aficionados.
Si yo fuera abonado del Atlético de Madrid, me preguntaría seriamente si el pago anual de mi abono se corresponde con los servicios prestados. Me cuestionaría si tiene sentido seguir haciendo un esforzado desembolso económico, cuando no llego a final de mes, para darle parte de mi dinero a unos señores que, dueños de las acciones pero no de mis sentimientos, se dedican a retocar mi escudo sin preguntar, cambiarme de casa sin consultar o conseguir que mi equipo no pueda fichar. Si yo fuera simpatizante del Atlético de Madrid, me preguntaría qué sucede en un club en el que Simeone consigue que el equipo sea de los mejores del mundo de septiembre a junio, y en el que los dos del palco, por inacción o por omisión, consiguen que regrese a la mediocridad de junio a agosto.
Si yo no fuera hincha del Atlético me preguntaría cómo es posible que, en un club que aspira a crecer y ser rey de Europa, prevalezca una mentalidad que prefiere culpar a los demás
Si yo no fuera hincha del Atlético de Madrid, me preguntaría cómo es posible que una afición tan fiel y comprometida siga pensando que otros tienen trato de favor y que la culpa de todo lo malo que le pasa al Atleti la tienen el Madrid, el Barça, la FIFA, el TAS, la TIA y Mortadelo y Filemón, agencia de información. Me preguntaría cómo puede ser que sea más aplaudido culpar al Madrid que hacer autocrítica. Si yo no fuera hincha del Atlético me preguntaría cómo es posible que, en un club que aspira a crecer y ser rey de Europa, prevalezca una mentalidad que prefiere culpar a los demás, en vez de reconocer errores y aprender de ellos.
Si yo fuera periodista deportivo, me preguntaría cómo es posible seguir ignorando la responsabilidad moral de los que son lo que son e hicieron lo que hicieron, sentencias mediante, porque los delitos prescriben, pero la memoria no. Y de propina, antes de enjuiciar una situación, intervenir en una tertulia o escribir un artículo de opinión, me preguntaría qué suerte divina o humana logra que mis compañeros pasen horas hablando y debatiendo acerca de la sentencia del TAS, sin mencionar, con nombres y apellidos, a los responsables de una gestión incompetente.
Si yo fuera medianamente inteligente, que no es el caso, me preguntaría por qué Simeone asume la tarea más ingrata, la de dar la vida para que un club que se pega tiros en el pie, siga soñando con crecer. Me preguntaría cómo se puede pagar, si es que hay dinero para hacerlo, a un señor que carga con todo a su espalda: con el equipo, con la directiva, con los fichajes que le prometen y no le dan, con la prensa, con la presión, con la afición, con el desgaste y con lo que haga falta. Me preguntaría si hay alguien que se merezca más reconocimiento que Simeone. Y para ser honestos, me respondería de manera muy simple: se gane o se pierda, se fiche o no, se ganen títulos o no, la deuda colchonera con el Cholo siempre será eterna. Mis respetos hacia quien podría pasarse el resto de su vida sentado sobre su dignidad.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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