1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.335 Conseguido 91% Faltan 16.440€

Psicópatas con sotana

La serie ‘The Keepers’ denuncia la connivencia de la iglesia católica en la ocultación de abusos sexuales en Baltimore. En España, un grupo de víctimas prepara un documental similar

Barbara Celis 26/09/2017

<p>Fotograma de <em>The Keepers</em>.</p>

Fotograma de The Keepers.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Estamos produciendo una serie de entrevistas en vídeo sobre la era Trump en EE.UU. Si quieres ayudarnos a financiarla, puedes ver el tráiler en este enlace y donar aquí.

 

El asco se amotina en la garganta tras ver la serie documental The Keepers. No hay tregua. Es otra historia más de pederastia. Pero empiezan a ser demasiadas. El año pasado medio mundo se inyectó en vena a James Rhodes, autor de la autobiografía Instrumental. Memorias de música, medicina y locura, donde él mismo detallaba cómo un profesor le arruinó la vida violándole durante años y cómo la música le ayudó a sobrevivir. Su caso fue singular porque sentó un precedente sobre libertad de expresión ya que su ex mujer quiso prohibir la publicación del libro para evitar que el hijo de ambos lo leyera y el Tribunal Supremo británico reconoció su derecho “a contar la verdad de la forma en que él desee contarla”. Además Rhodes se ha convertido en un fenómeno musical con lista propia en Spotify y auditorios llenos a lo largo y ancho del mundo. Sobreviviendo a sí mismo, a las adicciones y desastres que ser víctima de aquellos abusos le provocó, Rhodes, que se ha instalado en Madrid, se expresó sin censuras en su libro contando hasta los detalles más escabrosos, esos que te hacen vomitar y apretar los puños hasta hincarte las uñas si piensas que aquel niño podría haber sido tu hijo. 

The Keepers, que ha sido candidata a mejor serie documental en los premios Emmy, se adentra en un mundo tan pornográfico como el de Rhodes, pero los desnudos no son frontales, aunque pueden incluso doler más: la serie se centra en los intentos (exitosos) de la iglesia católica por ocultar durante años la verdad sobre uno de sus mayores depredadores con sotana, el padre Joseph Maskell, que se cebó con docenas –probablemente cientos-- de niños, niñas y adolescentes de Baltimore durante varias décadas. Spotlight se llevó un oscar a la mejor película en 2016 por una historia similar que desenmascaró cientos de abusos de sacerdotes en Boston pero aquella película se centraba en los periodistas heroicos que destaparon las vergüenzas católicas y en The Keepers lo que tenemos son varias mujeres abriéndose en canal ante la cámara y descubriendo prácticamente a la vez que el espectador cómo la iglesia, esa en la que ellas y 1.200 millones de personas creen con fervor, permitió que las violaran durante años gracias a su connivencia con el criminal. 

No es nada nuevo: ocurre más cerca de lo que uno se imaginaría. Por ejemplo en el colegio Maristas de Sants Les Corts de Barcelona, donde básicamente hicieron lo mismo durante décadas. Lo sabemos gracias a una investigación de El Periódico por la que sus reporteros ganaron el premio Ortega y Gasset de Periodismo este año. Su trabajo destapó la existencia de múltiples pederastas entre el profesorado de aquel centro.

Varias mujeres, abiréndose en canal ante la cámara, descubren a la vez que el espectador cómo la iglesia permitió que las violaran durante años gracias a su connivencia con el criminal

En el caso de The Keepers las gracias hay que dárselas a dos señoras jubiladas con aspiraciones a Sherlock Holmes que se encargan de acompañarnos a lo largo de un recorrido televisivo por un mundo de tinieblas que comenzaron a descubrir por casualidad, cuando decidieron ponerse a investigar el asesinato de la dulce monja con la que arranca esta serie, Catherine Cesnik, una profesora del colegio Keough en el que ellas estudiaban y que un día apareció muerta en una cuneta. El vicio depravado de su superior, el padre Maskell, que trabajó durante casi una década en aquel colegio como tutor, parece ser el móvil de un crimen que aún hoy sigue sin tener nombre para el criminal, aunque el éxito de esta producción de Netflix ha provocado la reapertura del caso. Una de las víctimas de Maskell, Jean Wehner, el alma de esta serie, le confesó a aquella monja que el cura la violaba. A los pocos días, alguien asesinaba a Cesnik. Nadie hasta ahora había conectado ambos hechos.

Como producción documental The Keepers es magnífica. Son siete capítulos de una hora que arrancan haciéndote creer que te contarán una historia, el asesinato no resuelto de la monja (de la que al final de la serie te has enamorado), para catapultarte poco después a un abismo oscuro donde los abusos sexuales perpetrados por Joseph Maskell –y otros hombres con poder en Baltimore-- te van machacando a puñetazos hasta que recibes el k.o. final al descubrir que el pedófilo en cuestión no sólo abusó durante una década de las niñas del colegio femenino Keough. Años antes de aterrizar en aquel centro el arzobispado de Baltimore ya sabía que Maskell era un pederasta y en vez de alejarlo de los niños lo sacó de un colegio masculino para colocarlo en uno femenino, como si cambiando el sexo de las víctimas potenciales fueran a evitar el delito. Quizás la conversación, a finales de los años sesenta, discurriera así:  

“-¿Hola? Mire, le llamo de parte del arzobispo. Ha venido una madre a quejarse de que Maskell abusa sexualmente de su hijo y amenaza con contárselo a todo Baltimore. 

-¡Vaya por dios! Ya nos ha salido otro cura de manos largas. ¿Le enviamos al hospital a ver si le ‘curamos’? [en el documental también descubrimos que el arzobispado pagaba a un hospital psiquiátrico para ‘tratar’ a sus curas pederastas].

-No, dígale de parte del arzobispo que haga las maletas y que mañana se presente en el colegio Keough.  Es un colegio de niñas así que ahí no tendrá tentaciones.   

Aquel bárbaro fue denunciado ante la justicia por primera vez en los años noventa por Jean Wehner, estudiante de Keough, pero murió feliz en su propia cama sin tener jamás que pedir perdón o pasar por un juzgado. La madre del niño que dio la primera voz de alarma en los sesenta nunca acudió a la policía, sólo al arzobispado, así que nadie en Baltimore supo nada de aquel ‘primer pecado’ hasta que The Keepersdesveló que la iglesia sí conocía lo que hacía el sacerdote. Pese a ello, cuando Wehner le denunció, jamás mencionaron el caso anterior. Es más, Wehner y otra de las víctimas, Teresa Lancaster, fueron sometidas al escarnio público inherente a los abusos sexuales, el que aún hoy te lleva a sentarte frente a un juez mientras varios abogados que defienden al acusado (y a la iglesia) no sólo te hacen recordar lo que el criminal te hizo,  sino que encima te hacen sentir que la culpa fue tuya. Algo así como lo de “es que se visten como putas” en los casos de violación pero llevado al extremo. 

Basta recordar el caso de la británica Frances Andrade, una concertista que fue violada repetidamente por su profesor de música siendo niña y que décadas después decidió denunciarle. Durante el juicio la acusaron de inventárselo todo y sufrió tanto teniendo que recordar y detallar en público las violaciones que se suicidó. Ni siquiera esperó a saber el veredicto del jurado. (Al pederasta le cayeron apenas seis años de prisión).

Aquel bárbaro fue denunciado ante la justicia por primera vez en los años noventa por Jean Wehner, estudiante de Keough, pero murió feliz en su propia cama sin tener jamás que pedir perdón o pasar por un juzgado

Wehner y Lancaster sólo consiguieron pasar por la tortura de recordar su calvario para acabar con un portazo en las narices: la justicia las convocó para decidir si había que procesar a Maskell y tras escucharlas llegó a la conclusión de que los crímenes, reales o ficticios –¡como si eso fuera lo de menos!--, ya habían prescrito y decidió que aquel cura no tenía que ser procesado. Lamentablemente aún ocurre en gran parte del planeta. Los abusos sexuales ‘caducan’ si no se denuncian ‘a tiempo’, es lo que se llama ‘estatuto de limitaciones’, el tiempo que tiene una víctima para denunciar una agresión. Y aunque hablemos de criminales que pueden andar sueltos por ahí y seguir haciendo lo mismo décadas después de abusar de un niño que convertido en adulto se atreve a denunciar, la justicia sólo actúa si lo permite el estatuto de limitaciones. 

En el Baltimore de los noventa las víctimas tenían que tener menos de 25 años para denunciar abusos sexuales sufridos siendo menores y sólo un juez podía decidir si era posible saltarse el estatuto. El que les tocó a aquellas dos víctimas de Maskell no vio razones para ello. Hoy la ley ha cambiado y se puede denunciar hasta cumplir los 39 años. En España, en cambio, una vez que la víctima cumple 18 años, tiene entre 5 y 15 años, dependiendo de la gravedad del abuso, para denunciar a su agresor. 

Las dos jubiladas-detectives tuvieron las suerte de no caer en las garras del padre Maskell y hasta que no comenzaron su investigación para encontrar al asesino de la monja Cesnik no supieron lo que éste hacía en su colegio porque las víctimas, ahogadas en dolor y vergüenza, jamás se lo contaron a otras niñas. Disimular y olvidar suele ser la automedicación de quienes tropiezan con un pederasta. Luego vienen las drogas, las depresiones, el síndrome de estrés postraumático, la anorexia, la automutilación, la imposibilidad de mantener relaciones emocionales sanas o el suicidio… 

Quizás lo más difícil de digerir de esta serie sea la certeza de que durante demasiados años, cuando la jerarquía de la iglesia descubría los oscuros vicios de sus miembros, no sólo mantenían el secreto sino que les permitían seguir violando a otros niños. Wehner, que comenzó a recordar sus abusos dos décadas después de haberlos sufrido, también intentó primero que el arzobispado condenara a Maskell pero sólo encontró hostilidad y por eso acabó denunciándole por la vía penal. Es un hecho que se repite en todo el mundo y del que también se hablaba en la película Spotlight

Si uno se pasea por Wikipedia y busca las cifras sobre curas pederastas sólo puede estremecerse: en Estados Unidos, entre 1950 y 2002 se acusó de abuso sexual a 4.392 sacerdotes, es decir, el 4% del clero católico de ese país. Oficialmente en ese período hay más de 10.000 víctimas. En la mayoría de los casos la Iglesia prefiere pactar extrajudicialmente con ellas que ver a sus curas sentados en el banquillo de los acusados. Pero teniendo en cuenta que según los psicólogos la gran mayoría de quienes sufren abusos jamás llegan a denunciar a sus verdugos, hagan números. 

Curiosamente es en los países enteramente católicos como España o Italia donde las cifras oficiales que implican a religiosos son más bajas. En cambio, en aquellos donde el catolicismo convive con otras religiones las denuncias llueven. ¿Cómo es posible que los pederastas sean una lacra que mancha a la iglesia católica desde Estados Unidos a Australia y en España apenas se cuenten casos entre sus sotanas? ¿De verdad somos un país diferente? “No, lo que somos es mucho más cobardes y aún le tenemos miedo a la Iglesia. España aún no ha superado ciertos traumas y además la Iglesia aún tiene muchísimo poder, heredado de los tiempos franquistas. La judicatura está llena de jueces del Opus Dei y el peso de la iglesia sobre la educación sigue siendo enorme”. Javier Paz Ledesma conoce el tema penosamente bien. En 2014 denunció los abusos perpetrados durante diez años en Salamanca por el sacerdote Isidro López Santos, el cura que organizaba los campamentos de su parroquia en la década de los ochenta. La primera vez que le puso la mano encima Javier tenía diez años. La última veinte. “Te machacan, te manipulan, reducen tu círculo de amistades. Va mucho más allá del abuso físico. Por eso nos cuesta tanto denunciar, tienes que hacer frente a muchos traumas” explica por teléfono a CTXT.

En su caso, al igual que en el de la protagonista de The Keepers, se impuso el olvido como forma de supervivencia, pero una década más tarde comenzó a recordar y tardó otra más en atreverse a hablar. Las similitudes entre lo que le ocurrió a Javier Paz y a Jean Wehner dejan clara la actuación ‘de manual’ de la jerarquía católica ante estos casos. El salmantino primero acudió a pedir responsabilidades al obispado. “Fue en 2011. Mantuve múltiples conversaciones con Carlos López Hernández, el Obispo de Salamanca, que quiso resolver el asunto con dinero pero como no hubo ninguna voluntad por resolver el problema real –procesar al cura-- y la única obsesión parecía ser evitar el escándalo, acabé denunciando los abusos en el juzgado y aunque se admitió a trámite se desestimó por prescripción del delito”. 

El presunto abusador, presionado por el Vaticano, acabó siendo apartado de la vida pública religiosa pero no ha sido expulsado de la Iglesia ni condenado. “Tras la denuncia se me acercaron otras víctimas y me dí cuenta de que no estaba solo”. Sin embargo, no todos se atreven a enfrentarse al estigma que supone denunciar a un cura por abusos sexuales en un país como España “donde la iglesia católica aún lo impregna casi todo, y más en ciudades pequeñas como Salamanca”. Basta ver lo ocurrido con el colegio de Maristas de Sants Les Corts, donde muchos padres se manifestaron en defensa de la institución.

Aún así, en 2015, Javier Paz decidió impulsar la creación de la AVASIC (Asociación de Víctimas de Abusos Sexuales de la Iglesia Católica). “Queremos centrarnos en la educación, es la única manera de luchar contra esta lacra. Dotar de recursos a los profesionales para educar a los niños –para que no tengan miedo a denunciar--, a los docentes –para que sepan identificar los problemas-- y al público –para que exija responsabilidades--. Yo no quiero luchar contra la fe católica sino contra los fanáticos que niegan que en el seno de la iglesia ocurren estas cosas. Aún hay mucha ignorancia. Y lo más grave es que la iglesia sigue un patrón global de ocultación de delito y omisión de socorro a las víctimas y eso sólo se puede cambiar si los propios fieles de la iglesia lo exigen”. 

Hasta ahora la AVASIC no ha sido especialmente activa pero Javier Paz advierte de que pronto se empezará a hablar de ellos, aunque no quiere dar muchos detalles precisamente por miedo a que intenten frenarlos. “Estamos preparando un libro con todos los abusos que conocemos en España y una serie documental en la línea de The Keepers. Además muy pronto habrá nuevas denuncias y no sólo por abusos sino por encubrimiento del delito. Hay que exigirle responsabilidades a los altos cargos de la iglesia. Son psicópatas con sotana y tenemos que desenmascararlos”. 

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Barbara Celis

Vive en Roma, donde trabaja como consultora en comunicación. Ha sido corresponsal freelance en Nueva York, Londres y Taipei para Ctxt, El Pais, El Confidencial y otros. Es directora del documental Surviving Amina. Ha recibido cuatro premios de periodismo.Su pasión es la cultura, su nueva batalla el cambio climático..

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

5 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Pepe

    Para contestar a los fanáticos católicos que se empeñan en defender a la putrefacta secta católica decirles que si bien la pederastia se puede dar en cualquier colectivo, en la iglesia es llamativo e inquietante el número de enfermos mentales que hay con esta psicopatía. Otro hecho realmente asqueante es el encubrimiento que durante siglos ha venido haciendo del hecho la secta católica. Y es mucho más grave el abuso de este colectivo por aprovecharse de su condición eclesiastica abusando de la confianza de las personas. En fin, basura el clero abusador y los sinverguenzas católicos que lo defienden.

    Hace 5 años 6 meses

  2. José

    Loque hay que hacer una apostasía colectiva entre todos , pues la iglesia goza de muchos privilegios por parte del gobierno

    Hace 5 años 11 meses

  3. José

    Lo que hay que hacer es apostasía a la iglesia pues goza de muchos privilegios por parte del estado.

    Hace 5 años 11 meses

  4. Alfonso

    La tesis de una conspiración clerical para tapar una supuesta epidemia de pedofilia fue ya refutada en 1996 por el cientifico social Philip Jenkins : En realidad, informes como los de Philip Jenkins, no católico, autor de Pedophiles and Priests, muestran que el problema de los abusos no es más grave en la Iglesia católica que en otros ámbitos. Para Jenkins, todo esto provoca que “la opinión pública se haya familiarizado con la figura del ‘cura pederasta’, mientras que los abusadores de otros ámbitos pasan desapercibidos (…) o son vistos como malhechores aislados”. Si preocupa la protección de los niños, hay que investigar y denunciar también los casos que se producen en el entorno familiar, en los círculos deportivos, en asociaciones juveniles, en escuelas laicas. Pero en el banquillo mediático de los acusados parece que ha habido poco sitio para estos otros responsables". Y se distorsiona la realidad "cuando el encubrimiento de casos de este tipo se presenta como una práctica que solo se dio en la Iglesia católica. Cuando se han ido desatando las lenguas, se ha visto que la reacción en otras instituciones fue similar: como en la BBC con el caso Jimmyil Savile, en la ONU frente a los abusos de cascos azules en África, o en equipos deportivos de universidades americanas". En el mismo sentido Mssimo Introvigne y observatorios como Themediareport Catholic Priest Sex Abuse at TheMediaReport.com — Separating Fact From Fiction in Catholic Church Sex Abuse http://www.themediareport.com/

    Hace 7 años 1 mes

  5. Alfonso

    Un caso de “pánico moral” http://www.aceprensa.com/articles/un-caso-de-panico-moral/ Massimo Introvigne, conocido sociólogo de las religiones, examina en Avvenire (18-03-2010) los datos sociológicos disponibles sobre abusos sexuales a menores, su incidencia en el clero católico y en otros ámbitos.

    Hace 7 años 1 mes

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí