Procesando la cosa (V)
Los otros
Se ha omitido a una mayoría social --una sociedad, en fin, son varias mayorías-- en la política, en los medios, en la información. Y esa mayoría se está quejando. En la escuela, en la calle, en los bares
Guillem Martínez Barcelona , 9/10/2017
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Estamos produciendo una serie de entrevistas en vídeo sobre la era Trump en EE.UU. Si quieres ayudarnos a financiarla, puedes ver el tráiler en este enlace y donar aquí.
1- Hola. Operación descansoZzzz cumplida y sin percances. Salvo que, por las prisas, me sondé la oreja. Con resultados, al cabo de las horas, aparatosos. Bueno, al tajo.
2- Les explico el finde/La Cosa. Hubo manis en BCN y MAD y otras ciudades por el pack Parlem/Hablemos. Espectacular en MAD, notoria en BCN. Ambas manifestaciones con banderas blancas son, empero, una sombra de lo que es una mani peninsular con bandera de colorines. Las banderas con colorines son, snif, lo que hay. Los usuarios de las banderas blancas son lo que, históricamente, no hay. De lo que se deduce que se los pelaron. Socorro. Las manis fueron importantes, en tanto que estuvieron formadas por una ciudadanía que se estaba interponiendo, conscientemente, entre dos matones. Uno, grande y gordo y con pipa, a las órdenes de un rey --cada día se parece más al careto de Bashar al-Ásad; eso no puede ser bueno-- que, definitivamente, es más probable que gane el cinturón de la lucha libre WWE que el premio Nobel de la Paz.
3-El sabadete, también, Joan Coscubiela presentó en público, en las páginas de CTXT, un plan para un referéndum pactado. No es nuevo. Es valiente --valentía: cualquier cosa que se aleje e intente encarrilar a dos nacionalismos a punto de reeditar a Goya, exponiéndose, en el trance, a que te zurren con la boina dos nacionalismos--. Ofrece un tramo, un final, una posibilidad de entente. Pega: es poco probable que lo acepte el Gobierno, y su aceptación por el Govern supondría que el Procesismo perdiera el liderazgo político de la Cosa. Y la Cosa, como el Procés, es lo que uno quiera, pero también el liderazgo del Govern sobre todas las cosas en un territorio.
4- Si lo miramos así, todo empezó en 2012, pero no cuando Mas aceptó como suya la propuesta de la ANC de hacer un referéndum de independencia --dominándola de tal manera que, cuando la presentó en el Congreso, ya era una consulta y no de independencia; Rajoy, un genio, no vio ese chollo, y eso que en la sesión hasta se le explicó el chiste dos veces--. La cosa empezó, en verdad, cuando Mas hizo los recortes más formidables del Sur --superiores, entonces, a los de Grecia-, y tuvo que ir al Parlament en helicóptero, como quién se pira de Saigón. Un Gobierno que se desplaza en helicóptero es un gobierno con los días contados. Fue entonces cuando decidió acoger el Procés.
5- El Procés, el abuelito de la Cosa, consistió en proponer a la sociedad abandonar el eje derecha-izquierda --tan proclive a que te tengas que ir en helicóptero--, y adoptar el eje nacional, a cambio de un referéndum que un día se haría realidad --no se ha hecho; lo más parecido fue el 1-O. Funcionó. Desde entonces, todas las izquierdas que se han aproximado al Procés han desaparecido. Como, zas, ninjas. Bajo el eje nacional. El eje nacional es un chollo para la política. Impide helicópteros. Pero, por el mismo precio, ofrece más servicios.
6- El eje nacional, por sí sólo, no explica ninguna sociedad, sino que la idealiza. Es decir, la reduce, la parodia, la atonta. El eje nacional, a palo seco, es incapaz de explicar nada. No puede explicar Cat. Pero tampoco Esp. No puede explicar, verbigracia, que en el Ulster, además de católicos y protestantes, hubiera tipos como Van Morrison / los que no encajan.
7-Llevamos cinco años con eje nacional que te XXXXX. Sin derecha e izquierda. Es decir, sólo con derecha. Sí, la prensa cat lo llama horizontalidad. Pero la horizontalidad es algo común desde Thatcher, cuando se consiguió en el laboratorio que un obrero votara, más contento que un chinche, para que le chaparan la fábrica. Visto lo visto, alguien debería coger a la horizontalidad esa y darle un paseo por el puerto. Anyway. Si le quitamos el eje nacional, la política real cat --presupuestos y tal--, es la de no-engraso-los-ejes. Es decir, la misma que la Esp. La misma que la de la Comunidad de Madrid. Cinco años es mucho sin izquierda --si bien, el récord local son 40--. Y demasiado con eje nacional a palo seco.
8- Cinco años de eje nacional tiene repercusiones. Les explico dos. Una es en el pack catalanismo. El catalanismo eran unas reglas del juego cívicas. Con sus más y sus menos, funcionaron. Cinco años de eje nacional, de suspensión de todo pacto social y cívico, de olvidar que el catalanismo, para existir, no podía avasallar, no podía comportarse como única opción, han supuesto una crisis del catalanismo atroz. Ya se la encontrarán los profesionales del catalanismo cuando salgan de esta. Y vean que tienen un juguete muy averiado, y que puede no compartir ya toda la sociedad.
9- La otra consecuencia es social. En cinco años se ha relegado un perfil de ciudadano que no encajaba con el discurso único e ideal. Y al que un referéndum sin fecha, a cambio de la desaparición de la sanidad, de la educación y de la corrección de la pobreza, no le ha parecido un chollo.
10- ¿Se ha producido una ruptura social, en ese sentido? Sí, creo que hay una ruptura social: económica. De la que no habla el rey, ni el cabo. Por lo demás, no creo que haya otra ruptura social, si bien no estoy seguro. En eso soy muy raro. De hecho creo que una sociedad puede ser tensionada, no debe de ser homogénea ni unánime, debe tener capacidad de cabrearse y discutir. Y que eso es lo que está pasando. Se ha omitido, eso sí, a una mayoría social --una sociedad, en fin, son varias mayorías-- en la política, en los medios, en la información. Y esa mayoría se está quejando. En la escuela, en la calle, en los bares. Cuando habla Puigdemont por la tele, con cacerolas. Curiosamente, me hablan mucho de este conflicto social mujeres, y no hombres. Lo que no sé, a su vez, como interpretar. Ayúdenme. Me parece, por otra parte, que es una mayoría admirable. En general, no ha optado por banderas. O, diría, aún no. Parece no oponerse a un referéndum. Y parece oponerse a que una protesta sea interpretada como un referéndum. Parece estar distanciada y cansada de la cursilería de las ceremonias Procés/Cosa. Parece, no obstante, sensible a la represión violenta de la poli contra aquella protesta. Parece haber necesitado, como el agua, a una izquierda que tenía que haberla defendido de cinco años de derecha, y que no se ha presentado, se ha visto engullida, o se ha pasado cinco años blandiendo una u otra bandera. Puede acabar en manos de una derecha que se decida a ir a su barrio, a ver qué se encuentra. Se encontrará, probablemente, desesperación económica y una piel muy dura ante la propaganda procesista.
11- ¿Eso es lo que ha pasado en la mani de hoy? No lo sé, pero diría que no.
12- La mani de hoy, por el pack Unidad, ha sido descomunal. Y, por eso mismo, amplia. En la mani estaba, por ejemplo la cosa fascista. Ha proferido gritos entrañables, como 'Artur Mas / a la cámara de gas'. Ha realizado, siempre que ha podido, el saludo olímpico --en ese sentido, parecía que la mani estuviera repleta de atletas de élite--, ha emitido vivas a la Guardia Civil, vivas a Esp --con esa 'ñ' sonora, que cuesta tantas generaciones pronunciar--. Importante: algunos de esos partidarios de que la GC viva, han increpado a Millo, el delegado de Gobierno, por blando. ¿Pudiendo solucionar esto con napalm, quien quiere manifestarse?, venía a ser el razonamiento de sus berridos. Junto a ellos estaba la tropa de a pie de la derecha esp de la ciudad. Salen cada año, desde que hay Procés, a protestar en la Plaça Catalunya. Son, se diría, viudas de suboficiales, y gente muy humilde que comparte el sentido de una época que, para el grueso de la sociedad cat y esp, carece de sentido. Esta vez, no obstante, ha venido también la oficialía y el alto mando, que tiene el cuartel de invierno por encima de Diagonal. La novedad, tal vez, era la presencia, junto a todo este dejà vu, de seres nuevos en estos trances. Familias, inmigrantes, votantes, tal vez, del PSC, usuarios, en fin, de barrios en los que no era común la bandera esp, hasta que en otros empezó a ser común otra bandera. Estas personas, supongo, no tenían cabida en la mani. Es decir, no tenían oportunidad de aportar otra voz a esa mani, organizada por Societat Civil Catalana, una asociación pro-gubernamental --como todas en cat; esta, a favor de otro Gobierno--, ultranacionalista y con un entorno y relacionada con tramos de la derecha y de la, glups, ultraderecha. Los parlamentos finales –salvo Borrell, viejos; se dijo lo de siempre desde el 78 cuando se habla de la amenaza cat; se actualizó un poco el léxico para poner acotaciones gubernamentales y monárquicas--, han dejado claro para lo que se ha venido. No se ha venido a plantear dudas. Se ha venido a un acto de reafirmación nacional. Se ha venido a detener el enemigo. Se ha venido a pedir mano dura a un Gobierno y a un Estado que, de las dos manos que tiene, ambas son duras. Se ha venido --lo que, a su vez, es tal vez la maldad-- a pedir y justificar una intervención del Estado dura.
13- Por lo demás, la mani, si exceptuamos sus puntas frikis específicas --el olimpismo aludido, o unos carlistas que gritaban 'la masonería / es una mentira'- se parece a una mani ANC-Òmnium. Reivindicación de la inocencia frente a la barbarie, de la democracia frente al autoritarismo, ataque a unos medios que mienten y defensa de otros que no, y defensa non-stop de los valores de un pueblo ejemplar frente a otro, inepto de por sí. Sí, claro, hay diferencias entre unas manis y otras. Unas manis –ANC-- defienden el casticismo noucentista del orden y la armonía, mientras que otras --SCC-- defienden el espíritu de Juanito, más aparatoso.
14- El nacionalismo esp es el que es desde su última formulación, a finales de los años 30. Es llamativo que no exista, o no tenga una existencia garantizada, un nacionalismo cívico, sustentado en derechos. Yugoslavo, para adjetivarlo, y para adjetivar su dificultad e improbabilidad. El Procesismo / la Cosa, por otra parte, y es importante señalarlo, tienen un alto componente, también, reaccionario y nacionalista. Al punto de haber evitado el eje derecha-izquierda, no te digo más. Tras cinco años, su esencialismo se ha ido depurando, de manera que cuesta ver hasta que lo desautomatizas. Exemplum: un amigote británico --esa palabra que no existe, traducida, en castellano o catalán; lo que es un problemón, que ya no hay tiempo de resolver--, me explicaba esta semana que escuchó por una radio de Londres a Josep Terricabres, eurodiputado de ERC y valorado intelectual del pack. Decía que "Catalonia is a 1000 years old". Un clásico europeo. A lo que luego agregaba “only the cats were mature enough to be independent from Spain”. Es decir que no los vascos, esos advenedizos. No mis favoritos, los de Cartagena. Son otro ADN. O como se llame ahora, cuando no hay nacionalismo en ningún nacionalismo. Son todos democracia que tiran de espaldas. Socorro. Sáquenme de aquí.
14- Por lo demás, la cosa está malita. La BBC dice que no habrá DUI cachas, sino DUI ocurrente/procesista. Espero que el Gobierno sepa leer la diferencia, o aquí va a ser lo de Corea. A las pocas horas de decir eso, la BBC dice que su fuente era Pascal --la lider del PDeCAT--, que siempre ha dicho que en la Cosa se hará lo contrario a lo que luego se hace, en lo que es un indicativo de que las decisiones en la Cosa no se toman en las estructuras de los partidos. El sábado, informa La Vanguardia, el Cercle d'Economia --interlocutor del Gobierno-- se reunió con Puigdemont. Le explicaron lo de las empresas que se piran. Algo que había calculado la CUP, pero no el Govern, que alucina pepinos. Pensaban, creo, que la Cosa sería como el Procés. Es decir, una juerga. Es decir, no se excedieron en los cálculos. Lo que podría ser una buena definición de la Cosa. A ver lo que ocurre de aquí al martes, fecha límite para saber, me temo, si los Navy Seals vienen rapidito. O con lentitud.
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí
Artículos relacionados >
Insesantemente
El Rey homeópata
Los cerdanyolenses hacen cosas
Catalunya y el divorcio juvenil con el 78
Bordes y desbordes
La locura
Día de lavar los calcetines y llamar al enemigo
España está edificada sobre un cementerio indio