El Hacha
Atleti, todo es actitud
El camino colchonero hacia la victoria ante el Barça pasa por asumir que es peor y que sólo podrá ganar cuando procese que a veces, las guerras no las deciden quienes tienen más soldados, sino los que los utilizan mejor
Rubén Uría 12/10/2017
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Para ganar al Barça hace falta tener un nivel de acierto tremendo en ambas áreas. Hace falta defender como si no hubiese mañana y atacar, al espacio, con algo más que un cuchillo entre los dientes. Para superar al Barça hay que oponer una feroz resistencia, una regularidad constante en el esfuerzo y una atención máxima, porque es un equipo con una idea, un estilo y unas individualidades extraordinarias. Para aspirar a complicarle la vida a un equipo superior se necesita una convicción brutal en lo que uno va a hacer, una capacidad de sufrimiento enorme y una resiliencia que linde con un manual de supervivencia. Para que eso suceda, el Atlético de Madrid tiene que acercarse a su mejor versión, potenciar sus virtudes y además, esconder sus defectos. Fajarse en el cuerpo a cuerpo, ganar los duelos individuales en ataque, intimidar cerca de su área y morir en cada pelota dividida. Usar la pelota parada como hacha afilada y el contragolpe, como arma letal. Todo, con carácter espartano, valor escocés y precisión de cirujano. Y naturalmente, para competir y frustrar al Barça, hay que lograr que Messi no tenga su mejor día porque, si está inspirado y entra en trance, es imparable y lo único que se puede hacer es aplaudir. Hay que hacer mil cosas para competir contra el Barça y, aún así, ganarle es casi imposible. A esa tarea ingrata se dispondrá el Atlético de Madrid. Simeone tiene un plan. Y su guardia pretoriana, la sangre de siempre en el ojo.
el Atlético de Madrid tiene que acercarse a su mejor versión, potenciar sus virtudes y además, esconder sus defectos. Fajarse en el cuerpo a cuerpo, ganar los duelos individuales en ataque, intimidar cerca de su área y morir en cada pelota dividida
Queda un mundo por delante, porque el que ríe el último ríe mejor en mayo, pero la cita tiene lustre. Hay muchas cosas en juego. Perder implicaría ver al todopoderoso Barça a nueve puntos, una distancia quizá no definitiva, pero más que respetable. Ganar, en cambio, serviría para reforzar que este Atlético, más allá de las victorias y de las derrotas, incluso del buen o mal juego, lleva seis años sabiendo competir con una ferocidad máxima. No les mentiré. No es el partido del siglo, ni es vital, ni tiene una trascendencia absoluta, pero sí es un duelo propicio para sacar conclusiones. La estadística habla de dos rachas enfrentadas: el culé se aferra a que Simeone aún no ha ganado al Barça en Liga; y el atlético, a las últimas dos veces que el Atlético, cuando más lo necesitaba el Barça, le apeó de Europa. El estilo habla de dos ideas antagónicas de entender el juego: el Barça es el fino estilista y el Atleti, el duro fajador. El escenario también va a invitar a empujar a ambos conjuntos: será la primera vez que el Metropolitano acoja un clásico del fútbol español, un buen botín para azulgranas y colchoneros, porque el signo del choque pasará a la historia.
Por último, está el factor decisivo, la actitud que deben tener unos y otros. El Barça jugará como siempre, como lo hace desde los últimos veinte años, con más o menos matices, pero creciendo a través de la pelota y el buen gusto. Falta saber cuál será la actitud del Atlético. Sus armas son reconocibles: defensa de hierro y contra de platino. Eso sí, la actitud es la cuestión. Mal haría el Atlético en comprar la burra periodística, coja por cierto, que sostiene que este Atleti es favorito a todo y que puede tutear al Barça, porque tiene tanto talento como él. Falso. Si el Atleti cree eso, es imposible que gane. El camino colchonero hacia la victoria, antes incluso de pisar el césped, pasa por asumir que es peor, que tiene menos talento, que la empresa requiere máxima concentración y que sólo podrá ganar cuando procese que, como dice Simeone, a veces, las guerras no las deciden quienes tienen más soldados, sino los que los utilizan mejor. Primero, humildad: saber que tu rival es mejor. Después, esfuerzo: creer que, si lo das todo, te podrás acercar a su nivel. Esa es la actitud. Esa es la única que le sirve al Atleti. No para ganar, sino para demostrar que es imposible vencer a un equipo que nunca se rinde. Es la actitud, Atleti. La actitud siempre es todo. Sin ella, no hay gloria ni victoria. Con ella, sobre identidad y orgullo. En caso de duda, recuerden aquella camiseta con una frase que no eran sólo palabras huecas: “Ser campeón no es una meta, es una actitud”. Es actitud, Atleti. Siempre es la actitud.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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