El Hacha
Angelito, paso al frente
Correa es un jugador diferente, un talento innato, un producto del potrero, pero Simeone necesita que, de una vez por todas, sea regular. Tanto el jugador como su entrenador son conscientes de que ambos necesitan una evolución
Rubén Uría 30/08/2017
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Ángel Martín Correa Martínez no es de los que se rinden. Su vida, forjada en la adversidad, siempre ha consistido en sortear el lado oscuro y sobrevivir ante la adversidad. Siendo un niño murió su padre, apenas dos años después falleció su hermano mayor y creció, como Maradona, en un barrio privado. “Privado de luz y privado de agua”. De cuna humilde, talento de potrero, Angelito regateó la pobreza, fintó la amenaza de la droga y esquivó la delincuencia juvenil. Algunos de sus conocidos del barrio se engancharon al potro, otros perdieron la vida tras llevarse una bala por estar “parados” donde no debían y otros acabaron consumidos por la botella. Su único aliado y fiel compañero, el balón, le rescató de una infancia dura y le obligó a madurar antes de tiempo. Descarado, rápido, potente, impredecible, capaz de recibir, girarse y dar vuelta como un trueno, Correa se abrió paso entre la espesa jungla del fútbol argentino. Despuntó en inferiores, brilló en la Sub-20 y acabó haciendo realidad su sueño vistiendo la camiseta de San Lorenzo, El Ciclón de Boedo.
En mayo de 2014, el Atlético de Madrid, enfrascado en la búsqueda de un nuevo Kun Agüero, reparó en su talento y se decidió a pagar siete millones de euros por sus servicios. Angelito la rompía y con Simeone al mando, podría explotar en lo que todos sus descubridores le habían profetizado: ser un crack mundial. Feliz y dispuesto a asumir el gran desafío europeo, Correa se sometió a la pertinente revisión médica. Una sorpresa desagradable le esperaba nada más llegar a Madrid: sufría una afección cardiaca y tenía que ser sometido a una cirugía en Estados Unidos, en Nueva York. Un palo terrible para un chico joven, recién llegado y que se preguntaba si, después de salir del quirófano, podría volver a ser el jugador que era, y si el Atlético de Madrid le esperaría para poder demostrarlo. Otra vez, la vida le planteaba una adversidad. Y otra vez, Correa no se rindió y la superó. La operación fue bien, Angelito tuvo que estar parado durante seis largos meses, trabajó con entusiasmo para recuperar su nivel, se integró en el grupo y poco a poco, fue entrando en la exigente dinámica de Simeone.
Esta es la tercera temporada de Correa en el Atlético. El club no ha podido inscribir nuevos jugadores tras la sanción de la FIFA y Simeone necesita que Angelito de un paso al frente definitivo y que explote sus grandes condiciones como delantero. En los últimos dos años, después de casi 150 partidos con la rojiblanca, Correa ha facturado 28 tantos y repartido más de 30 pases de gol. Cifras interesantes, pero no suficientes como para acabar de derribar la puerta de la titularidad y convencer, de manera definitiva, a su gran valedor, Simeone. El Cholo, que no se casa con nadie y que exige porque puede, ya le ha comunicado lo que espera de él: trabajo, desborde, creatividad y gol. Angelito es un jugador diferente, un talento innato, un producto del potrero, pero Simeone necesita que, de una vez por todas, sea regular. No hay hincha atlético que no esté enamorado de las cualidades del argentino: regate endiablado, uno contra uno, capacidad para inventar y habilidad para reventar defensas cerradas. Sin embargo, tanto Correa como su entrenador son conscientes de que, después de dos temporadas a pleno rendimiento, ambos necesitan una evolución.
El rol de agitador de partidos complicados, de revulsivo, ya se le ha quedado pequeño a Correa. El Atlético necesita que ofrezca su mejor versión. Una en la que no entierre la facilidad para ver tarjetas y en la que mejore, sensiblemente, su definición ante el portero. Si Angelito aprueba su asignatura pendiente, el gol, si es más eficaz de cara a portería, hay muchas probabilidades de que acabe jugando más de lo que él mismo cree. Competencia tiene: Griezmann, rendimiento inapelable, parece insustituible. Fernando Torres, referente del club, sigue al pie del cañón. Vietto, que no despega y espera ver qué futuro le aguarda, también está en nómina. Y Gameiro, que no ha demostrado ser el delantero que fue en Sevilla, también compite por un puesto. Si el Atleti se decide a traer a Costa en la recta final del mercado, la competencia será aún más feroz. Y sin embargo, Angelito, que no lo ha tenido nunca fácil en su vida, ni dentro ni fuera del campo, sabe que está ante su gran desafío. Condiciones le sobran. Simeone espera lo mejor de él. Y Correa tiene mucho y bueno. Más incluso de lo que hasta ahora ha dejado ver. El Atleti, un equipo de soldados, no anda sobrado de talento. Correa lo tiene. Debe explotarlo. Salió del barrio para sobrevivir, maduró a marchas forzadas y ahora enfila su encrucijada profesional: abandonar el papel de revulsivo y merecer el de titular. Suya, Angelito. Juegue. Salga y rómpala.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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