Tribuna
Jaque ¿mate?
Mientras no se reconozca que el “demos” español está en cuestión y que ello requiere una salida democrática, las “soluciones” del Estado serán crecientemente autoritarias
Ignacio Sánchez-Cuenca 22/10/2017
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Analicemos la cosa como si fuera una partida de ajedrez. Hasta las elecciones autonómicas de 2015, los partidos independentistas tenían un relato democrático impecable. El apoyo a la independencia iba en aumento, las movilizaciones eran masivas y se hicieron propuestas razonables que el Gobierno español y el establishment se negaron a tomar en consideración.
En 2015, sin embargo, el independentismo dio un paso en falso. Sin mayoría de votos y con una mayoría absoluta muy exigua de escaños, se aceleró el proceso y se puso en marcha un plan de desconexión de España. En septiembre de este año, se aprobaron, sin respetar las garantías procedimentales de la cámara, las leyes de referéndum y transitoriedad bajo el supuesto de que el pueblo de Cataluña es soberano. Y unas semanas después se produjo la votación del 1-O.
A pesar del error cometido por el Gobierno al reprimir violentamente y sin sentido la votación, el Partido Popular se dio cuenta de que estaba en una posición de ventaja, pues los independentistas habían ido demasiado lejos para la legitimidad popular que tienen. Si, digamos, el 70 por ciento de los catalanes hubiera estado a favor de la independencia, habría sido prácticamente imposible detener el proceso.
El Gobierno, ciertamente, ha aprovechado su ventaja, renunciando a las tablas (negociación) y buscando el jaque mate. Gracias al apoyo del Rey, de Ciudadanos y del PSOE, de los grandes grupos mediáticos, de los poderes económicos, de la Unión Europea y de amplias capas de la sociedad que han desempolvado el nacionalismo español, Rajoy y los suyos se han sentido seguros buscando el jaque mate (art. 155).
Algunos pensarán que llegados a este punto, las “negras” pueden mandar el tablero a hacer puñetas, deteniendo la partida antes de perder. Pero eso no sucede en sociedades desarrolladas con niveles de renta per cápita por encima de los 30.000 euros. La única forma de salir del atolladero es que Puigdemont convoque elecciones de inmediato.
El Gobierno español ha preferido resolver la crisis mediante la imposición, desdeñando cualquier intento de negociación. La opinión dominante en España es que hay un problema constitucional y de orden público, no un problema democrático. Mientras no se reconozca que el “demos” español está en cuestión y que ello requiere una salida democrática, las “soluciones” del Estado serán crecientemente autoritarias.
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Este artículo se ha publicado originalente en Ara.cat
Autor >
Ignacio Sánchez-Cuenca
Es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus últimos libros, La desfachatez intelectual (Catarata 2016), La impotencia democrática (Catarata, 2014) y La izquierda, fin de un ciclo (2019).
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1 comentario(s)
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fer
¿Desde cuando es obligatorio reconocer que el demos español ha cambiado? ¿Podría usted decirnos la fecha exacta o aproximada? "El demos español ha cambiado" es para troncharse o para que te tronchen, pero el demos español ha cambiado oiga....
Hace 6 años 5 meses
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