El Ministerio, año I
En estos doce meses, hemos puesto en circulación un buen puñado de firmas más o menos desconocidas. Hemos abierto el diálogo con las otras literaturas del Estado. Hemos obviado las inercias y las rutinas de las agendas culturales...
Ignacio Echevarría / Gonzalo Torné 15/01/2018
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Hace justamente un año, en una carta a los suscriptores de CTXT publicada luego en este mismo lugar, “los arriba firmantes” osábamos hacer una declaración de las intenciones que nos movían a embarcarnos –con más deportividad que convencimiento, según puntualizábamos– en la empresa improbable de este Ministerio. La carta estaba escrita desde la inexperiencia, es decir, más desde el deseo que desde un cálculo preciso de nuestras posibilidades. Pese a lo cual, a un año vista, nos reconforta pensar que algunos de los propósitos expuestos en ella se han cumplido, de manera sólo incipiente y sin duda mejorable, pero en definitiva alentadora.
Hemos puesto en circulación un buen puñado de firmas más o menos desconocidas; hemos abierto el diálogo con las otras literaturas del Estado; hemos obviado en gran medida las inercias y las rutinas de las agendas culturales, tratando de volcar, de una semana a otra, contenidos poco previsibles, en direcciones múltiples; hemos sondeado –apenas sondeado– sinergias con tribunas y materiales flotantes en la red, y explorado –sólo explorado, todavía muy tímidamente– las posibilidades que ésta ofrece; hemos dedicado un considerable espacio a las “condiciones materiales” del arte y actividades adyacentes...
Pero un año es un plazo demasiado exiguo para poner ni siquiera en marcha –al menos con nuestros recursos– según qué otros objetivos en los que, mejor conocedores del terreno, esperamos avanzar más resueltamente en lo sucesivo.
No hemos logrado, de momento, establecer un cauce de diálogo con Latinoamérica. He aquí una tarea prioritaria en los próximos meses, para la que buscaremos la colaboración –la complicidad, más bien–de quienes, desde la otra orilla, piensan, como nosotros, que es importante compartir contenidos, abrir y ampliar canales de comunicación y debate que rompan las tendencias fuertemente endogámicas de las diferentes culturas hispánicas, y que lo hagan sin amoldarse a los criterios homologadores del tráfico internacional tutelado por las multinacionales.
Hablando de debate, tampoco hemos conseguido que El Ministerio se convierta en el espacio de intercambio de ideas al que aspirábamos. En nuestra carta de hace un año decíamos que íbamos a proponer cada mes un tema de reflexión para ser tratado desde varias perspectivas. Muy pronto, sin embargo, desistimos de este empeño, desanimados por la escasez de las intervenciones y de las réplicas. Es probable que lo preferible sea que las cuestiones a debatir surjan de modo espontáneo, al filo de la actualidad, de los intereses y las polémicas del momento. Nos mantendremos atentos a toda oportunidad de detectarlas y activarlas.
Contrariamente a la que era nuestra intención inicial, los artículos de Ministerio han quedado abiertos a los comentarios de los lectores. Consideraremos de nuevo la posibilidad de suprimir los foros particulares al pie de cada artículo para promover comentarios y réplicas razonados. Entretanto, animamos ya a los lectores a escribir sus propios artículos, ya sea en acuerdo o en desacuerdo con lo que han leído. Queremos provocar una interlocución abierta, respetuosa y de cierto nivel, y nos comprometemos a publicar cuanto a nuestro juicio contribuya a establecerla.
Pese a los anuncios en este sentido que hacíamos en nuestra carta de hace un año, y pese a contarse entre nuestros objetivos prioritarios, apenas hemos conseguido ensayar, con fortuna muy irregular, nuevos formatos críticos. Somos conscientes de la dificultad de romper con las plantillas y los hábitos ya no del reseñismo tradicional –al que seguimos resistiéndonos a dar cabida en esta sección–, sino del simple comentario cultural. Perseveraremos sin embargo –y en ello nos jugamos el sentido de este proyecto– en nuestro empeño de servir como campo de pruebas de nuevos modos de escribir sobre cultura, distanciándonos en lo posible de los formatos, condicionamientos tácitos y limitaciones heredadas de la prensa impresa. Seguiremos incentivando la flexibilidad, la conectividad, la fluidez que permite el soporte digital.
Por último, y a riesgo de destapar la caja de los truenos, debemos admitir un déficit grave en lo que respecta al número de mujeres que vienen colaborando en el Ministerio, en comparación con el de hombres. Nuestra voluntad es acercarnos cuanto antes a la paridad, pero hemos de confesar nuestras dificultades para alcanzarla, y puede que las causas de que así ocurra sea un motivo de reflexión que nos corresponda abordar autocríticamente. En cualquier caso, ojalá se brinden más mujeres a participar en el Ministerio y éste pueda en breve integrar un mayor número de ellas en su red de colaboradores.
Y pues nos referimos a la red de nuestros colaboradores, se impone terminar con el más sincero agradecimiento al cerca de medio centenar de firmas que en el transcurso de un año han pasado por este Ministerio, contribuyendo con su respaldo a dar cuerpo a un proyecto al que todavía le queda casi todo por hacer y por demostrar, aun a pesar de haber publicado ya cerca de ciento cincuenta piezas. De lo único de lo que nos podemos jactar hasta el momento es de nuestra existencia y nuestra insistencia, posibles gracias a la confianza y a la capacidad de riesgo de los responsables de CTXT, y al formidable equipo de sus trabajadoras y trabajadores. También a ellos nuestra más sincera gratitud.
Y que la nave vaya.
Hace justamente un año, en una carta a los suscriptores de CTXT publicada luego en este mismo lugar, “los arriba firmantes” osábamos hacer una declaración de las intenciones que nos movían...
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Ignacio Echevarría
Es editor, crítico literario y articulista.
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Gonzalo Torné
Es escritor. Ha publicado las novelas "Hilos de sangre" (2010); "Divorcio en el aire" (2013); "Años felices" (2017) y "El corazón de la fiesta" (2020).
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