Domingo con Martínez
Sobre el destino
No decidimos. Vivimos. Y eso es el terror. No hay otro
Guillem Martínez 21/01/2018
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Las leyendas urbanas siempre han existido. Se trata de pequeñas historias, falsas o, al menos, no verificadas, que, no obstante, no son mentira. Son ante todo leyendas, por lo que poseen en su interior una verdad tan luminosa que no se puede aludir de otro modo, salvo el indirecto. Es preciso ponerse unas gafas de sol para explicar esas historias, pues su brutalidad quemaría la mirada. No sé. Les explicó dos. La Mujer de Blanco y el Suicidio de los Lemmings.
La Mujer de Blanco es una mujer vestida de blanco que aguarda en la carretera el paso de un coche. Se sube a él. Habla con el conductor durante breves instantes –generalmente, advierte del peligro de una curva– y, luego desaparece. La de los lemmings explica que, cada x años, los lemmings, unos roedores nórdicos, salen en tropel hacia un acantilado, y se suicidan.
. Son ante todo leyendas, por lo que poseen en su interior una verdad tan luminosa que no se puede aludir de otro modo, salvo el indirecto
La leyenda de la Mujer de Blanco es antiquísima. Es anterior, incluso, a los coches, a las carreteras y a los vestidos blancos. Ya se aparecía en la Antigüedad. Era una mujer, o un hombre que, durante un corto periodo de tiempo, caminaba al lado de un caminante. Le advertía de algo que le depararía el futuro, en el camino o ya en su destino. Y desaparecía. Usualmente era la diosa Hera, Apolo o Hermes. La imagen se feminizó, no obstante, con el tiempo. El vestido blanco aparece en el siglo XIX. Supongo que por romanticismo, para aumentar el valor espectral de la aparición. La Mujer de Blanco entonces no era una inmortal, sino una muerta. En el siglo XX la aparición matiza su significado, al cambiar el significado del vestido blanco. Desde algún momento en el primer cuarto de siglo, en fin, los vestidos de novia son blancos. No hay otros vestidos blancos salvo esos. Por lo que la Mujer de Blanco no puede ser otra cosa que una novia. Muerta.
La leyenda de los lemmings también es antigua. Alude a un territorio inexplorado, en el que podían pasar cosas sorprendentes e ignoradas. En los años 50 del siglo XX, la productora Disney realizó un documental –fue, por cierto, oscarizado–, en el que aparecía, por primera vez, ese suicidio masivo de roedores. Verlo es, en verdad, impresionante. Pero el caso es que aquellas imágenes fueron una falsedad documental. Se dispuso un montón de lemmings al lado del vacío, se les asustó y se filmó cómo se despeñaban. Hoy en día se sabe que esas imágenes son falsas, y que no es cierto que los lemmings se suiciden. Pero la leyenda sigue vigente. ¿Por qué? Supongo que porque, como en el caso anterior, ilustra una verdad más importante que ella misma, y que se ubica en otro sitio. Otro sitio que no son unos lemmings o una mujer vestida de blanco.
El terror que ilustra la leyenda urbana de la Mujer de Blanco, así, consiste en lo siguiente. Durante un periodo de tiempo, una mujer vestida de novia comparte contigo la vida, fabricando unos instantes muy intensos. Hasta que, de pronto, desaparece. La leyenda habla, por tanto, del matrimonio. O, de forma más depurada, de la pareja. O, todo lo contrario a esos dos conceptos, del amor. De su carácter denso y gaseoso, de su encuentro y pérdida de manera inesperada. Alguien que está en un coche, en un pequeño habitáculo, en tu vida, de pronto puede desaparecer en segundos. La leyenda habla, en fin, del fin, de la pérdida. Un terror aún mayor si pensamos en el significado de la leyenda de los Lemmings Suicidas que, básicamente, alude a que todo ello puede suceder sin explicación, pues corremos hacia el abismo, sin poder cambiar de dirección.
El terror de estas leyendas abrasivas es ver a una Mujer de Blanco. O serlo. Es ser lemmings, seres abocados a un destino, que no pueden modular ni un instante. No decidimos. Vivimos. Y eso es el terror. No hay otro.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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