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Río Júcar a su paso por Alzira. 2015
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El problema del agua en España no es solo la falta de ella, sino también su calidad. Así lo señala Ecologistas en Acción en un reciente informe medioambiental, en el que destaca la enorme presencia de plaguicidas en nuestras aguas superficiales y subterráneas: España es el país europeo que más pesticidas utiliza, con un consumo de 78.818 toneladas en 2014, un 20% de todos los vendidos en Europa ese año. Este negocio factura más de 1.100 millones de euros al año (2016) en el país, según AEPLA, la patronal de los fabricantes de estos productos químicos.
El informe apunta a que nuestros ríos están “hormonados” por esos pesticidas utilizados en la agricultura, muchos de ellos prohibidos (el 70% de los empleados, según la confederación ecologista) en España y en Europa por los efectos nocivos probados que producen en el medioambiente y en la salud de los seres vivos.
El análisis, que recoge los datos de los Programas de Vigilancia de la Calidad de las Aguas realizados por 10 Confederaciones Hidrográficas distintas, resalta que todas las cuencas analizadas tenían residuos de estos productos tóxicos. En conjunto, se detectaron 46 de los 95 plaguicidas analizados en 2012 y 47 de las 104 en 2016. El Júcar, uno de los ríos más importantes de la zona este en España, es el más contaminado “con diferencia”, sostiene la ONG. En 2016 detectaron 34 de los 57 pesticidas analizados, 22 de ellos prohibidos y 21 posibles disruptores endocrinos, que son los que afectan directamente al sistema hormonal. El Ebro, el Tajo, el Duero, el Segura o el Guadiana son también señalados y analizados por el informe por sus problemas reales de contaminación a causa de este tipo de componentes. Ecologistas en Acción se muestra especialmente preocupado por la presencia de mezclas de múltiples plaguicidas en una misma cuenca: la del Júcar (31) y la del Ebro (21).
Los componentes de los pesticidas, que se echan en los cultivos y acaban transportándose a las aguas cercanas, son tóxicos para los organismos vivos por su dificultad para degradarse, una característica que agrava sus efectos a largo plazo: terminan por dañar el ecosistema e incluso nuestros alimentos. La fauna acuática y las plantas son las más afectadas. Los organismos vivos acuáticos, con una exposición crónica, sufren especialmente por los duros efectos hormonales e inmunes (malformaciones, dificultades para respirar, reproducirse…) que provocan estos productos.
En cuanto a la salud de las personas, un estudio de la ONU del 2017 alertaba que los plaguicidas provocan 200.000 muertes por intoxicación cada año. La OMS también catalogó los problemas de salud reproductiva, los tumores, efectos hormonales y enfermedades de todo tipo causadas por esos agentes tóxicos.
En su parte final, el informe propone algunas medidas para acabar con este problema que afecta a nuestras aguas: prohibir el uso de plaguicidas con propiedades disruptoras endocrinas, reducir el uso de estos productos en España un 5% en 2028, actualizar la normativa al conocimiento científico o, simplemente, hacer cumplir la ley.
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Espacio de información realizado con la colaboración del Observatorio Social de “la Caixa”.